Una peligrosa descalificación
No se sabe si por ignorancia, necedad o afán de promocionarse, el músico y comunicador Roberto Petinatto realizó declaraciones que se refieren despectivamente a uno de los pilares de la identidad nacional: el folklore o, para decirlo más simplemente, la música nativa, de la que dijo –ni más ni menos— “que lo avergüenza” y que “es como si fuera el abrazo desnudo de tu propia madre”.
“Yo sé que tengo un problema con el folklore y sé que mucha gente también lo tiene y no lo podemos resolver. Nos avergüenza, no nos gusta”. Tan lamentable frase refuerza la idea de qué pudo haberla motivado. La idea más bien parece armonizar con la proyección de quienes en un país arrasado tienen una visión urbana de las cosas, muy pobre conceptualmente y que a veces, en ejemplos como el presente, llevan a pensar si cuando lo enunció estaba en sus cabales o bien tuvo la ayuda de alguna sustancia.
Es que no conforme con lo dicho, lo refirmó al señalar que “el folklore tiene millones de divisiones pero a mí no me importan porque todas me avergüenzan. ¿Sabés la cantidad de veces que he tenido charlas con cumbiancheros? Gente de la cumbia santafesina, porque quiero aprender, quiero ver qué carajo pasa... Pero el folklore, con el charanguito, el bombito, ahí tengo yo un problema”.
Semejante desatino surge de un hombre que viene del rock, una música que rompió los moldes tradicionales pero que evolucionó sin desdeñar otros ritmos, incluso intercambiando aspectos de ellos en algunos casos, algo que Petinatto en su condición de militante e intérprete de esa corriente musical debería saber con sólo meditar un poco.
Lo malo es que esta clase de “influencers” (para decirlo con un anglicismo que seguramente le agradaría) suelen tener seguidores dentro de la juventud, atentos a sus palabras y ejemplos. Así, esta peligrosa descalificación de un aspecto de la cultura nacional podría instalarse en algunos adolescentes.
Por otra parte, y esto es indudable, la música –cualquier música—se apoya en el sentimiento. ¿Qué podría decir este provocador de tan pobres argumentos si escucha una interpretación de Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui o Mercedes sosa, por no citar sino algunos de los exponentes más cabales? ¿Haría extensiva su vergüenza a los miles de personas que en todo el mundo reconocieron lo que late detrás de la expresión de estos artistas?
Tan agresivas declaraciones estuvieron lejos de cosechar adeptos. Las redes de comunicación (un blanco al que suelen apuntar quienes ejercen lo escandaloso en beneficio propio) reaccionaron contra ellas y se dio el caso de que algunas figuras sobresalientes de esa actividad le contestaran con firmeza pero sin agravios.
Es que en el final de sus declaraciones, Petinatto se había sincerado: “Con respecto al folklore, lo digo con vergüenza, eso es lo peor. ¿El problema está en que yo no lo entiendo?”.
Seguro que sí.
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