Domingo 28 de abril 2024

Una resolución integral

Redacción 01/09/2023 - 07.57.hs

Las tragedias de índole automovilística ocurridas en la ciudad y sus cercanías en menos de una semana llaman a una reflexión muy seria, tanto sobre los motivos como las posibles prevenciones para que no se repitan, teniendo en cuenta muy especialmente que en lo que va del año han ocurrido en la provincia 36 muertes en sucesos similares.

 

Resulta evidente que la primera causa es la velocidad excesiva que muchos automovilistas aplican a su tránsito, especialmente en rutas. Si bien la obtención de la licencia de conductor en su parte teórica pone claramente el acento en el riesgo de transitar a velocidad elevada dentro de las rutas, muchos conductores parecen olvidar el detalle apenas salen de los límites urbanos. Al parecer, les pesa poco que circulando a más de 100 ó 120 kilómetros por hora el automóvil pierde adherencia, y también que la mayoría de los caminos asfaltados del país tiene menos de 10 metros de ancho.

 

Si a lo expresado se le agrega el consumo de alcohol, el riesgo de accidente aumenta hasta parecerse al de asesinato, porque los detalles negativos se acrecientan. Una atenuación de todo lo dicho podría consistir en la vigilancia policial en las rutas, tal cual ocurre en otras provincias. El avistamiento de un automóvil policial, estacionado o andando, llama inmediatamente a una sana prudencia. La medida no parece implicar demasiados gastos ni problemas en esa prevención del dolor que causan estos sucesos.

 

A la observación sobre las tragedias en ruta puede -debe- sumarse lo que hace estrictamente a la ciudad. Ciertamente que las recientes medidas dispuestas por el municipio en cuanto a la velocidad de circulación dentro del radio urbano han tenido cierta efectividad, pero ¿qué esperan las autoridades, del orden que sean, para poner un mínimo orden en la avenida que circunvala la ciudad? En esa arteria, que cruza una parte densamente urbanizada, no hay conducta ni control alguno, apenas unos inofensivos carteles de advertencia a los que muy pocos hacen caso.

 

Automóviles y camiones de gran porte circulan a velocidades por encima de los cien kilómetros horarios, especialmente cuando tratan de mantenerse en la onda verde de los semáforos, tan distanciados que invitan a acelerar. Y no solamente eso: la distancia entre uno y otro -cuatro cuadras- hacen que el peatón deba saltar por encima del absurdo muro que separa los dos carriles. Esa conducta de velocidad imprudente no excluye a las motocicletas, que muy a menudo no respetan el carril correspondiente a los vehículos menores.

 

Por lo que se explica y se sabe por la burocracia estatal, el problema mayor para una resolución integral radica en la jurisdicción de esa ruta: ¿es municipal o nacional? Un problema tan simple, según se dice bloquea cualquier medida en la que el municipio, si se quiere, podría proceder de hecho.

 

El comentario por parte de esta columna no es nuevo y lleva años sin que la burocracia le preste la menor atención. Como ese estamento gubernamental suele ser tan afecto a los números, convendría que eche un vistazo a los accidentes ocurridos en la avenida de circunvalación en los últimos doce meses: con distintos niveles de gravedad exceden la quincena.

 

Lo expresado obliga a repetir la pregunta que iniciara este comentario: ¿a qué número de víctimas habrá que llegar para que las autoridades hagan algo?

 

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