Y el Oscar es…para el Pentágono
Millones de personas vieron la reciente entrega de los Oscar. Lo que se les oculta es que muchas de las películas que compiten por ese premio no habrían llegado a la pantalla grande sin la ayuda del ejército estadounidense.
ASHLEY GATE *
Desde Goldfinger (1964) hasta Captain Marvel (2019), el Pentágono ha colaborado en la realización de más de 2.500 películas y series de televisión con temática de guerra y sigue contribuyendo a un promedio de siete proyectos de largometrajes y más de 90 proyectos de cine y televisión más pequeños cada año.
Roger Stahl, director del Departamento de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Georgia y autor de Militainment Inc. y del documental Theaters of War, sospecha que entre un tercio y la mitad de todas las películas de gran éxito en las que aparecen principalmente militares han recibido apoyo militar. “Los Oscar han premiado a unas cuantas producciones de seguridad patrocinadas por el Estado a lo largo de los años”, le dijo a la autora de este artículo.
Según informó Stahl, The Hurt Locker, que ganó el premio a la mejor película en 2010, contó con la ayuda del Departamento de Defensa para la mitad de su producción. Argo y sus “coproductores” de la CIA ganaron el premio a la mejor película en 2013, y Top Gun: Maverick, de la Marina, contó con nueve nominaciones en 2023.
Los documentos relacionados con la producción de las películas de este año aún no están disponibles, ya que a menudo sólo se puede acceder a ellos mediante solicitudes por medio de la Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés), que requieren mucho tiempo. Pero, según Stahl, “si hubiera una categoría de los Oscar para los que tienen más probabilidades de hacer negocios con el Estado en materia de seguridad, los nominados serían las nuevas ofertas de franquicias que ya lo han hecho antes: Godzilla, Misión Imposible, El planeta de los simios y Capitán América”.
Promover el militarismo.
La investigación Consuming War de The Costs of War, destaca las muchas maneras en que “los estadounidenses se ven inundados de proyectos culturales que promueven el militarismo”. El primer artículo de la serie, “La militarización del cine y la televisión” ofrece un análisis de la influencia del Pentágono sobre la industria cinematográfica y televisiva. Es decir, el dinero de los contribuyentes estadounidenses va directamente a los subsidios de Hollywood.
Tanner Mirrlees, autor del informe y profesor asociado de Comunicación y Estudios de Medios Digitales en la Universidad Tecnológica de Ontario, ilustra cómo los estadounidenses están contribuyendo sin saberlo a financiar la propaganda militar disfrazada de entretenimiento comercial. El presupuesto típico de una película de guerra puede oscilar entre 50 y 150 millones de dólares.
Mientras tanto, un solo caza F-35 cuesta más de 80 millones de dólares. Por lo tanto, el costo de adquirir y operar aviones, tanques y portaaviones haría que esas armas fueran inaccesibles para los cineastas sin una amplia subvención del Departamento de Defensa. La asociación con el Pentágono da a los estudios de cine acceso a tecnologías y al personal para operarlas, lugares militares donde filmar y oficiales estadounidenses que pueden hacer de extras financiados por los contribuyentes.
Guiones modificados.
Esta colaboración tiene un precio. A cambio del uso de personal y equipo militar, los productores cinematográficos deben cumplir con la estricta política de entretenimiento del Pentágono, que otorga al Departamento de Defensa la última palabra sobre el guion de una película. Estas colaboraciones con frecuencia requieren cambios en el guión. Spy Culture, el “recurso líder mundial sobre la participación del gobierno en Hollywood”, ha utilizado solicitudes de la FOIA para recopilar decenas de miles de borradores anotados de guiones cinematográficos que ofrecen una visión de primera mano de la amplitud de la influencia del Pentágono sobre las películas que conocemos y amamos.
El guion de Godzilla (2014), por ejemplo, fue transformado radicalmente de una película que pretendía criticar el uso de armas nucleares por parte del ejército estadounidense a una en la que Godzilla, una monstruosa alegoría de los bombardeos atómicos estadounidenses, es reforzado por un misil nuclear y luego asistido en la batalla por el ejército. Las referencias del guion original a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki también fueron eliminadas después de que el Pentágono amenazara con retirar su ayuda a la película.
Godzilla es una de las muchas películas creadas por la industria del entretenimiento militar para ayudar al Pentágono a crear una imagen blanqueada e idealizada de sí mismo.
Ambiente ideológico.
“Una de mis principales preocupaciones con el entretenimiento de Hollywood respaldado por el Departamento de Defensa –explicó Mirlees ante nuestra consulta– es su papel en el mantenimiento de un ambiente ideológico en el que un cuestionamiento deliberado del gasto de defensa a menudo se presenta como antipatriótico o antiamericano”.
Con un presupuesto de 850 mil millones de dólares y una séptima auditoría fallida, el Pentágono necesita desesperadamente el escrutinio público. Sin embargo, la pantalla grande sigue pintando una imagen romántica del ejército y su equipamiento. Se calcula que el mediocre avión de combate F-35 del Departamento de Defensa, que ha disfrutado de su cuota de protagonismo en las franquicias Transformers, Superman y Godzilla, por ejemplo, costará a los contribuyentes más de 1,7 billones de dólares.
Chiquito y al final.
La FCC exige que todas las emisiones públicas incluyan un aviso de todos los patrocinios comerciales ofreciendo así al público estadounidense la transparencia que merece. Sin embargo, tal como están las cosas ahora, cualquier reconocimiento de la participación militar en una película de Hollywood aparece en los créditos finales y sólo está disponible para los espectadores después de haber visto una película cuyo guion ha sido aprobado por el Pentágono.
Entonces, mientras miran los Oscar, recuerden que no sólo están viendo a las estrellas; están viendo a la industria del entretenimiento militar trabajando arduamente. (Extractado de El Cohete a la Luna. Publicado originalmente en Responsible Statecraft).
*Investigadora en el programa Democratizing Foreign Policy del Quincy Institute for Responsible Statecraft. Máster en derecho de la City University Law School, Londres.
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