HISTORIA. Las elecciones de 1946 en La Pampa
Fabio Alonso*
En 1945 el gobierno militar en retirada convocó a elecciones para febrero del año siguiente, acontecimiento que marcó un hito en la historia política argentina contemporánea. Allí se enfrentaron dos alianzas: la Unión Democrática y el Partido Laborista-UCR Junta Renovadora. La primera definió como fórmula presidencial a José P. Tamborini–Enrique Mosca y estuvo integrada por el radicalismo mayoritario (Comité Nacional), el Partido Socialista, Demócrata Progresista y Comunista. Por su parte, el Partido Laborista y el radicalismo renovador llevó como candidatos a Juan D. Perón–Jazmín Hortensio Quijano.
En La Pampa, a pesar de la exclusión de sus habitantes de las elecciones por su carácter territoriano, tuvo lugar una intensa movilización política.
Discursos y propuestas.
En La Pampa, la actividad política retomó su ritmo lentamente –primero socialistas y luego radicales– ante la expectativa de la convocatoria a elecciones para integrar los concejos municipales que estaban intervenidos después de las presidenciales. Hay que recordar que las organizaciones políticas habían sido disueltas en diciembre de 1943.
Los aprestos precomiciales incluyeron las tareas de las comisiones empadronadoras locales y muestran en los partidos con alguna estructura, la conformación de Juntas reorganizadoras que invitaron a afiliados y simpatizantes.
Desde el arco “democrático” se propició la creación de diferentes organismos representativos como la “Unión Democrática Ferroviaria”, la “Unión Democrática Juvenil” –a instancia de la Juventud Socialista– y la “Junta Femenina Democrática” en General Pico. Igualmente en Santa Rosa para el caso de la juventud y las mujeres; y en otras localidades especialmente de ramas juveniles.
El radicalismo se manifestó abiertamente contra la revolución de 1943, asoció al gobierno nacional con los principios del fascismo en el país y participó como especial referente en la alianza a favor de la democracia y contra el totalitarismo. En los discursos fue recurrente el calificativo de “fascistas” o antidemocráticos respecto a la organización política en formación –o el calificativo de candidatos “naziperonistas”– que carecía de la experiencia de otras entidades políticas.
Las libertades públicas fueron el centro del discurso expuesto por la Unión Democrática y el peronismo fue considerado como una amenaza para las instituciones de la República por su tendencia “fascista”. En relación a la provincialización, el “Manifiesto” de la Junta Pro Unión Democrática de Santa Rosa del 12 de diciembre del ’45 entendió a la situación territoriara como “transitoria desigualdad política”. En la plataforma electoral se estableció la “provincialización de los territorios nacionales de La Pampa, Chaco, Río Negro, Misiones y de todos aquellos que han llenado los requisitos legales” y la “inmediata intervención de los ciudadanos de los territorios en la elección de presidente y vicepresidente de la Nación”.
La otra vereda.
En el caso del laborismo–peronismo resulta difícil seguir sus pasos ya que la prensa territoriana estuvo orientada a resaltar la campaña de la Unión Democrática. Nunca se nombra en esos diarios directamente a Perón sino se refieren al “ex vicepresidente”, “coronel retirado” o “ex funcionario nacional”. Su campaña no fue tan estruendosa y visible, y se insistía en la insuficiencia de reservas económicas y la carencia de “cheques y dádivas”. La escasa inserción organizada y la ausencia de concentraciones obreras importantes contribuían a la reducida presencia en los ámbitos públicos.
En relación a los Territorios Nacionales, la idea de ampliar la participación política estaba instalada desde los orígenes del peronismo, aunque se demoraría hasta la etapa final. La doctrina peronista promovía la construcción de una comunidad nacional de iguales, libres y portadores de plenos derechos y una vez en el poder iniciaría una serie de acciones en esa dirección.
El discurso político estuvo centrado en dos ejes: el respaldo a la política social inaugurada por el coronel Perón desde la Dirección Nacional de Trabajo –luego Secretaría– y el llamado al “voto sin fraude”. La poca información muestra una inclinación hacia una propuesta económica y social diferente, reclamando como derecho una mejor distribución de los ingresos y la protección social. Es decir, ante la propuesta de la “democracia” que realizaban sus opositores, preguntaban “¿para quién?”. “Sin justicia social”, “no era posible”, es decir, oponían “democracia formal” y “democracia real”. En definitiva, la presión del peronismo apuntaba a la reparación social, a los accidentes de trabajo y a las vacaciones pagas.
Propaganda.
En este marco se formaron primero Juntas Pro Unión Democrática en Santa Rosa y General Pico y luego en otras localidades como Eduardo Castex, Trenel, Realicó, Intendente Alvear y Caleufú, hasta formar “filiales” con sus comisiones directivas.
A partir de enero de 1946 se organizaron actos públicos de “campaña electoral” como si los pampeanos hubieran estado habilitados para votar: “el hecho de vivir en un Territorio Nacional no exime de preocupaciones por la suerte de la ciudadanía argentina (...) luchar contra la dictadura y el continuismo es obligación inalienable de todo ciudadano argentino que no tenga alma de esclavo”, argumentaba la UD de Caleufú.
Desde Santa Rosa se elaboró un Plan Económico –cuya confección definitiva se encomendó a Santiago Marzo– con la intención de recaudar fondos para las necesidades locales y contribuir a los gastos de la campaña nacional.
En la prensa territoriana a fines de octubre del ’45 se insinuó la “aparición de un nuevo partido, que se formaría con los partidarios del ex vicepresidente de la República”. En General Pico se creó el “Centro Cultural Coronel Perón” por iniciativa de algunos ferroviarios y se realizaron varias reuniones hasta llegar a nombrar una comisión directiva de los laboristas presidida por José Ferrero.
El laborismo inauguró prácticas de propaganda y de ocupación del espacio público que resultaron ser más sensibles a los trabajadores: no hubo concentraciones en lugares de espectáculos –cines y teatros– sino mensajes emitidos por altavoces y reuniones en casas particulares. Las “marchas” y caminatas por las casas, representaron una serie de elementos a los que no estaba acostumbrada la población trabajadora y no eran previstos por otros partidos.
Organizados.
Algunos lugares fueron centrales para las reuniones. En General Pico, la Biblioteca Juan B. Justo fue el ámbito de numerosas asambleas como la que llevó a la formación de la “Juventud Democrática”. La primera manifestación pública de la Unidad Democrática se realizó en el Cine Teatro Ideal el 6 de enero con sendos discursos de Angel Trebini –presidente de la Junta Juvenil–, Celso Acevedo –representando a la Unidad Ferroviaria “anticolaboracionista”–, José Luparia –por el Partido Socialista–, Nelly Petit de Meurville –en representación de las mujeres–, Eduardo M. Rolero –presidente de la Junta de Gobierno de la UCR– y Alfonso Corona Martínez –dirigente de la UD de Santa Rosa–.
El estado de sitio prohibía la realización de actos al aire libre y una autorización para la realización de un encuentro el 26 de enero del ’46 en la esquina de Pellegrini y 9 de Julio en Santa Rosa fue negada por la policía. El encuentro de la UD se realizó entonces en el Teatro Español al día siguiente en horas de la mañana y por la tarde en el Teatro Cervantes de Eduardo Castex. También se ocupó el Real Cine en Trenel. En todos los casos, la concurrencia era numerosa, procedente de diferentes sectores –empleados, obreros, estudiantes–. Y la juventud aparece como la coordinadora y animadora, con delegaciones de cada localidad.
En febrero, ya en la recta final de la controversia electoral, el conjunto de la prensa no cesó de advertir el clima de movilización. Cuando se aproximaba el acto electoral, se realizaron los actos más importantes y numerosos, como el realizado en el Cine Teatro Ideal el día 10. Incluso el tren que conducía a los candidatos de la UD en gira nacional, llegó a pasar por territorio pampeano en Realicó el 18 de febrero, donde un numeroso público “esperaba a los candidatos desde la madrugada”.
Una nueva etapa.
A pesar de la exclusión política, la campaña electoral en La Pampa consistió en una pluralidad de actos y debates combinados con algunas tensiones y huelgas obreras y un amplio despliegue propagandístico. La campaña de la agrupación liderada por el laborismo fue de la mano de las consignas del aguinaldo, las vacaciones pagas y demás reformas sociales. En los casos en que la dirigencia sindical no se volcó hacia esta propuesta –como podría ser la Unión Ferroviaria Democrática– abrió una brecha con sus bases que silenciosamente siguieron a Perón, quien tenía la mira en otros actores sociales, precisamente aquellos que no frecuentaban teatros o cines.
El proceso electoral que posibilitó el acceso del peronismo al poder a nivel nacional fue especialmente seguido por la prensa territoriana con espacios privilegiados para la UD. Se conformaron filiales en las principales localidades y representantes dentro de la “Unión” de distintos sectores, como la juventud y la mujer, hasta el momento con escasa o nula participación política.
El poderoso frente de oposición al peronismo no logró derrotarlo a pesar de su reciente formación. Muchos por primera vez se consideraron incluidos en el sistema político. Se fue conformando la conciencia de ciudadanía social y la ruptura con las antiguas lealtades políticas. La prensa también mostró su sorpresa por los resultados electorales del 24 de febrero del ‘46. A partir de entonces, la nueva corriente se fue afianzando en diversos planos y algunas organizaciones políticas –y también cierta prensa– iniciaron el viraje.
*PROFESOR de Historia. UNLPam
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