HISTORIA: La llegada valdense
Eric Morales Schmuker*
Con el proceso migratorio, judíos, "turcos" y diversos grupos protestantes, entre ellos los valdenses, se instalaron en las pampas. Una nueva configuración se gestó en torno a sus cultos, dejando atrás la imagen de un territorio homogéneo y carente de pluralismos. La presencia de minorías étnico-religiosas fue un componente innegable del proceso constitutivo del Territorio Nacional de la Pampa.
Orígenes.
El valdismo fue un movimiento religioso disidente que surgió alrededor del siglo XII en Europa. Sus orígenes se remontan a la figura de Pedro Valdo, un rico comerciante de la ciudad de Lyon, que decidió deshacerse de sus bienes materiales y dedicar el resto de sus días a la difusión del Evangelio en lengua vernácula. Sus seguidores, llamados "los pobres de Lyon", se extendieron con su prédica por el sur de Francia, Italia, Suiza, Alemania, Austria, España y Bohemia, donde recibieron influencias culturales y religiosas de diversas comunidades.
Lyoneses y lombardos.
Al alcanzar el norte de Italia, la propuesta de Valdo fue asimilada por grupos disidentes de Lombardía. La crítica a la Iglesia era asunto corriente en esta región, no sólo en la forma aristocrática a la manera cátara -como en el caso de los milaneses o "patarines"- sino también en una forma mucho más vasta y popular.
Los "pobres" penetraron en este ambiente de modo distinto a como lo hicieron en Francia. No presentaron su mensaje como algo novedoso, sino que captaron con su presencia los fermentos de crisis y de agitación religiosa, recogiendo en su totalidad la herencia de la disidencia religiosa lombarda a la que le darán forma y voz. Sin embargo, los "pobres lombardos" o "pedemontanos" siguieron una línea independiente a la originaria en Lyon o "ultramontana".
La referencia evangélica fundamental para los "lyoneses" era el mandato misionero de Jesús (Mateo 10), en tanto para los "lombardos" era la experiencia de la primera comunidad cristiana (Hechos 1-4). En este sentido es lógico que el punto de discusión entre las dos corrientes sea una cuestión sobre el trabajo.
Trabajo.
Según los lombardos el trabajo implicaba un vínculo, un impedimento a la tarea apostólica, la tentación de las riquezas. Mientras que para los lyoneses era un instrumento de servicio, una forma de testimonio, un motivo de participación en la vida concreta. La "valdesía lyonesa" de los primeros años tenía como personaje característico al predicador itinerante que va por el mundo como libre cantor de la penitencia, en tanto que la "valdesía lombarda" tenía como referente al artesano, al obrero. Lo que caracterizó a los "Pobres lombardos" fue su profundo sentido de solidaridad social y una gran capacidad organizativa. Será en Bérgamo en el año 1218, en medio de la represión religiosa pronunciada por Roma, cuando ambas líneas se complementen y conformen la "societas valdesiana" (sociedad valdense) a partir de la estructura organizada por los lombardos. La conciencia de los lyoneses de una acción basada en una esperanza casi exclusiva en el reinado final de Jesucristo se fundirá con el realismo social de los lombardos.
"El gueto alpino".
La relativa independencia en la interpretación bíblica y las críticas al catolicismo condujeron a su excomunión. Perseguidos por los inquisidores, los valdenses se refugiaron en los Alpes piamonteses, en la frontera italo-suiza-francesa. En esos valles, conocidos actualmente como "Valles Valdenses", comenzaron una larga resistencia hasta la Reforma, con la que se vieron impulsados. Aunque adhirieron al movimiento reformista de Calvino, principalmente, y se constituyeron como Iglesia en 1532 (Sínodo de Chanforrán), sitiados por las guerras recién en el año 1848 consiguieron del rey Carlos Alberto de Turín un edicto de emancipación por el que accedieron a todos los derechos políticos y sociales. Según Giorgio Tourn en su historia de Los valdenses, después de la "avanzada protestante" (1530-1700) continuó un período denominado "El guetto alpino" (1700-1848). El mismo se caracterizó por la conformación de una sociedad unidad entre sí por estrechos lazos de sangre, pues formaban familias casi exclusivamente entre ellos. Este proceso de endogamia se acentuó progresivamente hasta que se constituyeron finalmente en un "Pueblo-Iglesia", donde se arraigaron definitivamente tres componentes indisolubles: la religión, la etnia y su cultura.
Nuevo éxodo.
A mediados del siglo XIX los valdenses comenzaron una nueva etapa en su historia. El aumento de la población, el fracaso de varias cosechas y el éxodo de los jóvenes hacia las ciudades fueron determinantes para emprender el viaje hacia América. Como plantea Mabel Tourn, si se tiene en cuenta que esta comunidad trató siempre de permanecer aglutinada para preservar sus hábitos, el culto religioso y las modalidades de educación, se comprende por qué algunos de sus pastores sostuvieron la idea de una emigración organizada y en masa hacia otro sitio. De esta manera, entre 1956 y 1957 grupos de valdenses se establecieron en Uruguay. En 1875, algunos emigraron a Estados Unidos y otros grupos menores y familias diseminadas se instalaron en Paraguay y Brasil. Para entonces otros tantos habían cruzado el Río de la Plata.
Entre 1860 y 1900 se produjo la colonización valdense en la República Argentina. Entre las colonias fundadas en este período se destacan: San Carlos (1860), Alejandra (1872), Las Garzas Norte o "El Sombrerito" (1870-1895), Rosario-Tala (1876- 1887), Belgrano (1882-1883), López (1886) y San Gustavo (1891- 1901); en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Las colonias más antiguas, como San Carlos, fueron constituidas por grupos provenientes de Italia, pero otras se formaron mayoritariamente por valdenses del Uruguay, como es el caso de Colonia Iris, fundada hacia 1900 en el límite pampeano-bonaerense.
En la Pampa.
Los valdenses que levantaron sus aldeas en la región pampeana disponían de recursos personales importantes. Si bien pasaron por la intermediación de la compañía colonizadora Ströeder, casi todos compraron sus lotes cuando se instalaron. Muchos de ellos recibieron ayuda de sus predecesores uruguayos en momentos de crisis. De acuerdo a los análisis de Roger Geymonat, las condiciones de adquisición de los terrenos fueron juzgadas como muy ventajosas para la época. "Las pocas familias valdenses que disponían de capital adquirieron directamente uno o más lotes, a razón de $ 25 argentinos la hectárea. El resto, la inmensa mayoría, efectuó contratos de compra, a $ 25 la hectárea, pagaderos en un plazo de tres años con el 8 por cierto de interés anual. A esto se le agregaban otras facilidades concedidas por la Oficina de Inmigración del gobierno argentino, tales como pasajes gratuitos en ferrocarril para los inmigrantes y sus pertenencias".
Poco después de instalarse, las primeras familias consiguieron de la empresa Ströeder una donación de tierras para la construcción del templo. El templo y la escuela son los factores principales de unión entre los valdenses. Hacia 1905 la comunidad valdense celebró la fundación de la "Iglesia de Colonia Iris" en las tierras de "El Triángulo" (a kilómetros de Colonia Iris). La misma abarcó "los grupos evangélicos de Colonia y Villa Iris, de General Rondeau, Jacinto Araúz, Villa Alba, el Piche y alrededores en Congregación independiente bajo la dirección de un ministro evangélico", según narra en sus crónicas el pastor Levy Tron. Sin embargo, los valdenses no establecieron una comunidad aislada del mundo. Su esfuerzo de mantener la propia identidad cultural y religiosa no los llevó al callejón cerrado de la "colonia étnica".
*INVESTIGADOR. UNLPam
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