La lucha de todos
El 12 de abril de 1973, los estudiantes de la Universidad de La Pampa, por entonces provincial, lograron por parte del gobierno militar de la Revolución Argentina la nacionalización de la casa de estudios. Una reivindicación que había nacido dos años antes se coronó después de una lucha que durante una semana, entre el 5 y el 12 de ese mes, todavía en plena campaña electoral, revolucionó la capital pampeana y buena parte del interior provincial.
Avisos.
A comienzos de abril la dictadura militar del general Alejandro Lanusse estaba en retirada. El 11 de marzo había ganado las elecciones el peronismo y el país estaba movilizado por la vuelta de la democracia y del ex presidente Juan Domingo Perón al país. En La Pampa, se debía votar por la segunda vuelta el domingo 15 de abril entre el peronista José Regazzoli y el mofepista Ismael Amit, ya que ninguno había logrado sobrepasar el 50 por ciento de los votos que exigía el ballotage. Pero la semana previa, iba a estallar la lucha de los estudiantes, cansados de las promesas de las autoridades y las dilaciones en Capital Federal para que la universidad se nacionalizara. La medida se exigía como urgente, ya que se consideraba que con el cambio de gobierno estaba la posibilidad de que finalmente se diera marcha atrás con el proyecto.
El 6 de marzo el Centre de Estudiantes de la Facultad de Agronomía (CEFA), dirigido por José Mendizábal que se había hecho cargo de una conducción politizada con militantes de izquierda y algunos independientes, anunció que iba a adoptar medidas por la demora en la definición del gobierno nacional. Los centros de Agronomía, Económicas y Humanas se reunieron el 8 para definir la forma de movilización para reclamar por la "urgente" nacionalización. Tras las elecciones se dio plazo hasta el 3 de abril -una semana antes de la segunda vuelta en La Pampa- a las autoridades provinciales para que la ley fuera sancionada o se adoptarían "las medidas de fuerza que sean necesarias".
En esa campaña electoral no estuvo ausente el tema de la Universidad y los centros reclamaron a los candidatos una definición sobre la nacionalización. Regazzoli hizo pública su posición y dijo que "tiene que estar en manos del poder público nacional". Amit, su creador, no respondió, pero se descontaba su definición ya que no quería el pase a la órbita nacional.
A la lucha.
Vencido el plazo impuesto por los estudiantes, en la noche del 4 de abril, una multitudinaria asamblea se reunió en el patio central de la Facultad de Agronomía en el edificio de la calle Pellegrini casi avenida San Martín. Después de muchas discusiones quedaron dos mociones para continuar la lucha: los sectores más radicalizados pedían la toma de la sede central y una huelga estudiantil para presionar al gobierno; y los más moderados, la huelga y la movilización para crear conciencia en la sociedad, sin ocupar edificios.
Al momento de la votación ganó la propuesta de la toma por unos 50 votos. "Estaban los pibes de primer año de Agronomía, que eran muchísimos, y los de segundo que les contaban de la lucha anterior de cuatro meses atrás cuando se había tomado la sede por el Campo de Experimentación. Eso definió a la hora de votar", recordó Mendizábal en una entrevista.
Decidida la medida de fuerza, una columna de estudiantes marchó por las calles del centro de la ciudad hasta el rectorado en la calle Mansilla y a las 0.30 del día 5, 350 manifestantes ocuparon el edificio. Allí, en El Palomar, se hizo otra asamblea a la 1.30 en la que se debatió el plan de lucha, que sólo sería levantado con la firma de la resolución de la nacionalización y se integró un Comité de Lucha Interfacultades en el que confluyeron los tres centros. Durante esas horas, un comisario de la policía provincial fue hasta el lugar y le explicó a los estudiantes las leyes que se estaban violando con la protesta. Luego de oírlo, los estudiantes ratificaron la medida.
Cortes, volantes, columnas.
El 5 la movilización salió a la calle para extenderla al resto de la comunidad. Se cortó el tránsito sobre la calle Mansilla y los alumnos cobraron un peaje voluntario a los vehículos que circulaban por el lugar para el "fondo de huelga universitario". En dos horas juntaron 50.000 pesos nacionales y a la noche ya tenían 150.000, mientras algunos comercios hacían llegar alimentos y leche.
Por la noche se hizo la primera marcha por el centro de la capital con una columna de más de 800 manifestantes, publicaba La Arena. Participaron profesores, no docentes y militantes de organizaciones políticas y sociales. A su paso, los alumnos del colegio de Bachilleres Nocturno abandonaron las aulas y se declararon en huelga, al igual que los de la Escuela de Bellas Artes. Durante el trayecto se realizaron varios actos relámpagos donde se hacían conocer los motivos del reclamo. En tanto, en General Pico los alumnos de la Facultad de Humanas se sumaban a la medida.
Los estudiantes reclamaron que "la nacionalización de la Universidad debe estar acompañada por la regionalización de sus fines de estudio, por un presupuesto acorde con sus necesidades, por el equipamiento de laboratorios aptos, por la formación de un cuerpo docente full time bien retribuidos, por becas, por la construcción de edificios que respondan a las necesidades de las tareas que allí se cumplen (...) La nacionalización evitará que nuestra u desaparezca y con ello que los hijos de los obreros y campesinos pampeanos se vean imposibilitados para acceder a sus aulas".
Dentro de El Palomar, epicentro de la protesta, se vivió un estado de asamblea permanente, con relevos de guardias y olla popular. Los estudiantes dividieron las tareas en comisiones que se dedicaron a la propaganda con panfletos que redactaban y picaban en los esténciles, otros recaudaban fondos, conseguían mantas o hacían las guardias.
Los estudiantes decidieron en asamblea ampliar la protesta y la huelga a toda la provincia. Varios militantes viajaron a General Pico para contactarse con los de la Universidad Tecnológica Nacional y la delegación de Humanas y también a otras localidades para difundir la lucha universitaria en los colegios secundarios como General Acha, Victorica, Macachín o Jacinto Arauz. También se amplió la protesta con la cobertura periodística de las radios y diarios locales y se llegó a conseguir una comunicación radial con un medio de Capital Federal.
Asambleas y adhesiones.
El viernes 6 empezaron a llegar apoyos escritos de diversos sectores, comestibles y dinero de más de 300 comercios, de acuerdo a la prensa. El Comité de Lucha fue ampliado con representantes de los núcleos juveniles de los partidos políticos -a excepción del Mofepa- y agrupaciones de izquierda y combativas.
Raúl Barreras, por entonces alumno de Económicas, recordó: "Era un estado donde ante cada problema se llamaba 'compañeros, asamblea'. Había alguno que podía hablar más, pero no había un liderazgo como para decir que había autoridades formadas que convocaran, sino que de una asamblea espontánea pasábamos a otra asamblea espontánea. Como todo se decidía por asamblea, hasta te pasabas de rosca por democrático. Y lo que se decidía en asamblea, se respetaba a muerte".
El 6 se incorporaron a la lucha los alumnos de los colegios secundarios. Esa mañana, universitarios recorrieron los establecimientos -Nacional, Industrial, Normal, Domingo Savio y María Auxiliadora- para pedir la "solidaridad activa" y los estudiantes abandonaron en forma masiva sus colegios y se sumaron a la manifestación.
Por la tarde, más de mil alumnos de enseñanza media, más quinientos universitarios y vecinos, según la prensa, se congregaron en la plaza San Martín para marchar hacia el rectorado. En las esquinas adyacentes, grupos de estudiantes colocaban a los autos que transitaban obleas con la frase "Yo lucho por la nacionalización" y durante la noche hubo un apagón de comercios en apoyo y otra manifestación recorrió nuevamente las calles
Félix Villatoro, alumno de Económicas, indicó: "Nos metimos todos en el barco. Todos apoyábamos. Los títulos fue una cosa que pesaba mucho, un título provincial no era como uno nacional y la gente se sumaba y los padres apoyaban".
Expansión de la protesta.
El sábado 7 el gobernador Angel Trapaglia explicó al periodismo que el gobierno de las Fuerzas Armadas firmaría el decreto el lunes 9. Poco después, el Consejo Superior de la ULP se encargaba de difundir que "La nacionalización es un hecho", mediante un comunicado oficial. Pero todos querían ver el papel firmado.
Por la noche, mil personas se dirigieron hacia la plaza San Martín; un inmenso cartel, pregonando la lucha, guiaba la columna. En la calle Avellaneda, una docena y media de guardias de Infantería, fuertemente armados con palos y lanzagases, había formado un cordón con el claro intento de no dejarlas avanzar hacia la Catedral, donde asumía el obispo Adolfo Arana.
La protesta universitaria expandió sus alcances el lunes 9 de abril cuando un grupo de estudiantes tomó el Colegio Nacional luego de forzar una ventana. La necesidad de tomar una institución de la órbita nacional significaba una mayor presión hacia el gobierno militar. Una vez adentro, cerraron fuertemente las puertas mientras el grueso de los alumnos y otros sectores populares quedaron en las afueras para garantizar la ocupación. Como era un edificio del Estado nacional, el delegado de la Policía Federal fue a advertir a los ocupantes que le replicaron que la decisión era indeclinable.
Los ocupantes del colegio realizaron un llamamiento a los padres y madres de los estudiantes, profesores y demás sectores a través de los medios para fortalecer la lucha y tranquilizaron "al pueblo en general en el sentido que no se iban a adoptar actitudes violentas, en caso de que la policía intentara desalojar el edificio".
El juez presente.
En la noche del martes 10 se realizó una asamblea en el Colegio Nacional. Los universitarios reclamaron la renuncia del gobernador Trapaglia dada la "inoperancia" demostrada en la cuestión universitaria que fue coronada por un aplauso de aprobación. Y recordaron que el mandatario había dicho que el decreto iba a estar firmado ese lunes. Los asambleístas dieron como último plazo el miércoles a las 19 para que hubiera una resolución favorable. "¡No es tiempo de demagogia, es tiempo de cumplir!", afirmaron en un documento.
Para entonces se habían corrido versiones sobre desmanes dentro del Nacional. Esa noche llegó el juez federal Felipe Cortéz Funes para inspeccionar el lugar. Los diarios del día siguiente registraron las afirmaciones del magistrado de que estaba todo en orden y desmentía los rumores sobre daños, si bien había algunas pintadas en las paredes.
El miércoles 11 se difundió un comunicado oficial que los comandantes en jefe Carlos Rey de la Fuerza Aérea y Carlos Guido Natal Coda de la Armada habían firmado el decreto de nacionalización de la ULP y que sólo faltaba en la resolución la firma de Lanusse. Esto creó un clima de expectativa en la población pampeana.
Final y alegría.
El jueves 12, en el octavo día de la toma de la sede del Rectorado, cuando estaba por comenzar la asamblea diaria, arribó al edificio el juez Cortés Funes junto al delegado de la Policía Federal. El magistrado pidió el megáfono y anunció: "Hace diez minutos, el presidente de la Nación firmó la Ley 20275, por la que se dispone la nacionalización de la Universidad de La Pampa".
A pesar de la algarabía y cánticos de victoria, dirigentes universitarios acallaron las muestras de alegría y cuestionaron: "Queremos ver el papel". Hasta que no llegara el decreto, no se iba a levantar la medida. El juez, visiblemente nervioso, replicó que si no abandonaban las instalaciones los iban a desalojar e iba a haber detenidos.
Poco después se escuchó por la radio la noticia de la nacionalización y los universitarios dejaron las instalaciones del Rectorado y el Nacional en dirección a la plaza San Martín donde entonaron el Himno Nacional; la mayoría regresó luego a los establecimientos y los pusieron en orden antes de abandonarlos.
Finalmente, el domingo 15 de abril, se ratificó el triunfo de Regazzoli con el 57% de los sufragios sobre el Mofepa.
Norberto G. Asquini*
*LICENCIADO en Ciencias Sociales
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