Domingo 29 de junio 2025

El Armagedón de la derecha

Redaccion Avances 29/06/2025 - 12.00.hs
Woody Guthrie, músico estadounidense que luchó contra el fascismo.

Natascha Strobl, Giuliano da Empoli, Steven Forti, Naomi Klein y Astra Taylor son pensadores que, en tiempos de crisis o de estado de excepción, interpelan a la nueva derecha y diseccionan su capital político, para comprender la época y los peligros de extinción.

 

Sergio De Matteo *

 

En el agón político, tanto los conceptos como el lenguaje son las herramientas fundamentales para la construcción de una narrativa, de un relato. En estas épocas donde la argumentación ha sido reducida a la imagen de un meme, es necesario recuperar la capacidad de análisis crítico, del proceso dialéctico (tesis-antítesis-síntesis), para exponer ideas, discutir sobre los diferentes modelos de país, comprender la geopolítica o geoeconomía. Es parte de la batalla cultural en que se dirime, de alguna manera, la tendencia ideológica de este tiempo, como su hegemonía dominante.

 

Pensadores procedentes de distintas disciplinas y tradiciones políticas abonan el campo político con teorías que conforman el capital simbólico en donde se libra la lucha por las representaciones, en la definición de la toma de posición, en la elección de las estrategias y tácticas de sobrevivencia.

 

Destrucción.

 

Natascha Strobl en su libro La nueva derecha. Un análisis del conservadurismo radicalizado (2022), plantea que “la Nueva Derecha se centra en el lenguaje y lo utiliza como arma. No para persuadir, sino para destruir el discurso democrático”, y advierte que “una Nueva Derecha que se reproduce principalmente a través de los espacios digitales y utiliza este campo para librar su batalla cultural por las mentes de las gentes”, para lo cual tienen un programa de acción agresivo: “Los representantes de la oposición dejan de ser meros competidores o adversarios políticos y se convierten en enemigos a los que hay que eliminar. En el proceso, se mezclan con oponentes políticos extraparlamentarios para librar una guerra cultural”.

 

Es la diáspora representativa que propone la nueva derecha, la derecha extrema o derecha radical, para identificar a los contrincantes del campo político pero también del campo cultural, social o ecónomico, y así dirigir sus diatribas, sus ataques, donde, en el fondo, está el objetivo principal, destruir el Estado, el sistema democrático, en beneficio de las empresas financieras transnacionales o los señores tecnofeudales y el capital de las plataformas.

 

En esa coyuntura se interpretan los improperios inferidos por Javier Milei a través de las redes sociales y viralizados por sus granjas de trolls, pero, además, socializados a través de organismos del Gobierno como la SIDE o la financiación (YPF) de la prensa adicta que reviste en los medios hegemónicos de comunicación. Un ejemplo claro es el monitoreo realizado por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), donde el 65% de los insultos a las y los periodistas corresponden al presidente argentino. Otro análisis realizado por el Centro de Datos de Chequeado da como resultado que “Desde su asunción en diciembre de 2023, el Presidente pronunció al menos 1051 insultos, descalificaciones o ataques en discursos, entrevistas y redes sociales, con un promedio de 2,4 por día”, destacando que “los términos más utilizados como insultos -como ‘kuka’, ‘zurdo’ y ‘ensobrado’- muestra que los principales destinatarios de sus agravios son opositores políticos, periodistas y economistas críticos”.

 

Caos.

 

Giuliano da Empoli en su libro Los ingenieros del caos (2019) articula variables que inciden sobre el comportamiento de las y los ciudadanos, de las y los votantes, que vasculan y hacen equilibrio ante la somatización de sus gustos/sustos a través de la dictadura del algoritmo, potenciando su rabia social y sus odios. El autor italo-suizo resalta que “Los ingenieros del caos comprendieron antes que otros que la rabia constituía una fuente colosal de energía, y que podía explotarse para lograr cualquier objetivo, siempre y cuando se entendieran los mecanismos y se dominara la tecnología. Waldo -personaje protagonista de un capítulo de la serie de Black Mirror- no es más que la traducción política de las redes sociales. Una maquinaria temible que se alimenta de rabia y tiene como único principio el compromiso con sus simpatizantes. Lo importante es alimentar la rabia con contenidos ‘calientes’ que susciten emociones”. En esa línea se comprenden las intervenciones de Santiago Caputo, del Gordo Dan y las granjas de trolls en las redes sociales y ahora, también, en transmisiones de streaming, como Carajo, donde inculcan ese odio y esa rabia que se convierte en “likes” y votos.

 

El ensayista político nos revela data que nos permite comprender el funcionamiento de las nuevas tecnologías concentradas en el celular, puestas en evidencia, también, por el filósofo coreano Byung-Chul Han, donde se certifica la dependencia a las pantallas: “Un estudio realizado en Estados Unidos ha demostrado que cada uno de nosotros ejerce, como promedio, 2.617 acciones diarias sobre la pantalla de nuestro teléfono inteligente”. Empoli enfatiza que “las conspiraciones funcionan en las redes sociales porque invitan a las emociones intensas, a la indignación, a la rabia. Y estas emociones generan clics y mantienen a los usuarios pegados a la pantalla. Un reciente estudio del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) mostraba que una información falsa tiene, en promedio, 70% más de probabilidades de ser compartida en Internet, porque es generalmente más peculiar que una verdadera. Según los investigadores, en las redes sociales, la verdad tarda seis veces más que las fake news en llegar a 1.500 personas”.

 

Con estos índices queda claro el comportamiento de los sujetos sociales, de las determinaciones emanadas de las aplicaciones (APP), es decir, de la manipulación de datos o la utilización de la Inteligencia Artificial (IA) con objetivos contrarios a la verdad, a la ética, como fue el video que se viralizó del ex presidente Mauricio Macri bajando a la candidata del PRO en la elección porteña.

 

Hoy la tecnología convierte lo falso en real, pues, como citábamos: “la verdad tarda seis veces más que las fake news en llegar…”.

 

Shitposting.

 

El historiador italiano Steven Forti es autor del libro Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla (2021); en el que desarrolla su análisis de estas facciones políticas (o apolíticas) de ultraderecha. Como se sabe, ya han alcanzado gobiernos y representación parlamentaria, con esa legitimación en espacios de poder han ido corriendo los límites de lo decible y promoviendo el odio, desde donde normalizan sus ideas y corroen la democracia desde dentro -“soy el que destruye el Estado desde adentro”, Milei dixit-.

 

Desde la pandemia los cambios en el mundo se aceleraron, el paradigma tecnológico y de control se instaló como nuevo orden existencial y, como señala Forti “nuestras sociedades ya no son las mismas. Además, el miedo a los cambios rápidos que estamos viviendo -en el mundo del trabajo, las comunicaciones, la tecnología, etc.- han conllevado una verdadera crisis cultural y de valores difícilmente comparable con épocas anteriores […] Todas estas formaciones (las de la nueva derecha) han demostrado ampliamente saber aprovechar más y mejor que los partidos tradicionales estas nuevas tecnologías, empezando por las redes sociales -Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, TikTok, etc.- y continuando con la perfilación de datos de forma alegal o directamente ilegal, como demostró el escándalo de Cambridge Analytica”.

 

No sólo ha entendido el funcionamiento de las tecnologías emergentes, sino como pueden aplicarse para incidir en el comportamiento de las multitudes, operar sobre sus sentimientos, modificar las subjetividades, y para ello no escatiman recursos ni metodologías. Tergiversar, mentir, estafar, atacar, insultar, son formas que vienen pregnadas a las prácticas comunicacionales de la derecha radical. El historiador italiano agrega que “en cuanto a las estrategias políticas, su principal objetivo es polarizar a la sociedad, marcar el debate político con temas divisivos y escorar hacia la ultraderecha la opinión pública. Un objetivo facilitado por las redes sociales: de ahí que el tema de la posverdad y las fake news no sea algo baladí, sino una cuestión central en su modus faciendi”.

 

Como Giuliano da Empoli, también Steven Forti resalta los datos de intervención en la creación de la realidad y virtualidades por parte de las redes sociales: “La capacidad de penetración de las redes sociales es de hecho incomparable con la de los medios de comunicación tradicionales. Por un lado, por una cuestión de números: según el informe Digital 2021 publicado por Hootsuite y We Are Social, en enero de 2021 el 55,1 por 100 de la población mundial, es decir 4.300 millones de personas, emplea de forma habitual una red social. Entre estas, la más utilizada es Facebook con 2.740 millones de usuarios activos, seguida por Instagram (1.221 millones), TikTok (689 millones) y Twitter (353 millones), a los cuales debemos añadir también una página de repositorio de vídeo con amplias funcionalidades sociales como YouTube (2.291 millones) o canales de comunicación cerrados como WhatsApp (más de 2.000 millones) y Telegram (más de 500 millones)”.

 

Esta información es importante porque es el universo en donde se protagonizan las batallas de sentido, donde se fortalecen como opción política e impugnan a los opositores. Agrega Forti: “La viralización de mensajes, vídeos o memes en las redes sociales es la táctica más utilizada a través de una compleja red donde los influencers de extrema derecha son coadyuvados por un sinfín de perfiles falsos o automatizados -bots y sockpuppets- y activistas que practican el troleo y el shitposting (*publicar mierda) […] A menudo estas prácticas se apoyan en las que se han denominado fábricas o granjas de trolls, es decir, empresas que se dedican a crear cuentas automatizadas, difundir noticias falsas y acosar a periodistas o usuarios en las redes sociales. Estas empresas pueden ser financiadas o creadas por gobiernos”.

 

La Libertad Avanza hechó mano a todos estos instrumentos para imponer su narrativa, desde el medio oficial de La Derecha Diario, la granja de trolls que funciona en la Casa Rosa, denominada “La madriguera”, y la incorporación al gobierno de varios de los militantes digitales que atacaban y denostaban al Estado y sus empleados, pero que ahora cobran, sin ruborizarse, de los impuestos que paga la ciudadanía.

 

Armagedón.

 

Naomi Klein y Astra Taylor han publicado en The Guardian (13 de abril de 2025) el ensayo “The rise of end-times fascism” / “El ascenso del fascismo del fin de los tiempos”, donde interpelan al poder y a los habitantes del mundo, al advertirnos que “La ideología gobernante de la extrema derecha se ha convertido en un monstruoso supervivienteismo supremacista. Nuestra tarea es construir un movimiento lo suficientemente fuerte como para detenerlos”.

 

La derecha radical, presente en Occidente y, especialmente, en nuestro país, donde ha logrado, incluso, la genuflexión de gobernadores, diputados y senadores votados como opositores para que avalen el modelo libertario, que beneficia a los ricos. Klein y Taylor inducen: “el principio de que quienes tienen recursos tienen derecho a eludir las obligaciones de la ciudadanía, especialmente los impuestos y las regulaciones onerosas. Reestructurando y redefiniendo las antiguas ambiciones y privilegios de los imperios, sueñan con fragmentar los gobiernos y dividir el mundo en paraísos hipercapitalistas sin democracia, bajo el control exclusivo de los extremadamente ricos, protegidos por mercenarios privados, atendidos por robots de IA y financiados con criptomonedas”.

 

Las políticas públicas en retroceso en Argentina, con un Estado ausente que afecta la educación pública, desde la Universidad hasta los jardines de infantes, desde la Salud pública, véase la situación del Hospital Garrahan, el ajuste aplicado a las y los jubilados, la quita de medicamentos a enfermos oncológicos, la reducción de partidas para discapacidad, la pérdida de poder adquisitivo de las y los trabajadores, la persecución al sindicalismo. Podríamos seguir enumerando, como la entrega de los recursos naturales, las privatizaciones, los despidos, la modificación por decreto de leyes, etc., con las consecuencias que ocasiona a la propia democracia, la soberanía política y la independencia económica.

 

Taylor y Klein hacen una lectura global, geopolítica, y remarcan varios problemas: “la crisis climática. Aunque algunas figuras de alto perfil aún podrían negar o minimizar públicamente la amenaza, las élites globales, cuyas propiedades frente al mar y centros de datos son extremadamente vulnerables al aumento de las temperaturas y el nivel del mar, conocen bien los peligros ramificados de un mundo en constante calentamiento. El segundo factor es la COVID-19: los modelos epidemiológicos habían predicho durante mucho tiempo la posibilidad de una pandemia que devastara nuestro mundo interconectado globalmente; la llegada de una fue interpretada por muchas personas poderosas como una señal de que hemos llegado oficialmente a lo que los analistas militares estadounidenses pronosticaron como ‘la Era de las Consecuencias’. El tercer factor es el rápido avance y la adopción de la IA, un conjunto de tecnologías que durante mucho tiempo se han asociado con terrores de ciencia ficción sobre máquinas que se vuelven contra sus creadores con una eficiencia despiadada. Todas estas crisis existenciales se suman a la escalada de tensiones entre las potencias con armas nucleares”.

 

Aún así, a pesar de tener el Armagedón ante nuestros ojos, Klein y Taylor convocan a la humanidad: “En este momento, cuando el fascismo del fin de los tiempos libra una guerra en todos los frentes, nuevas alianzas son esenciales. Pero en lugar de preguntarnos: ‘¿Compartimos todos la misma visión del mundo?’, […] deberíamos preguntarnos: ‘¿Tu corazón late y planeas vivir? Entonces ven por aquí y el resto lo resolveremos en el otro lado’”.

 

* Colaborador

 

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