El arte en la trashumancia
El director de teatro y gestor cultural Alberto Melendi, llegó a Embajador Martini con su “Valija viajera” llevando a Esculapio y a sus amigos. El artista trabaja con los llamados títeres “bocón”.
Susana Llahí *
Alberto Melendi. Director de teatro y gestor cultural desde el año 2000. Especialista de títeres bocón y manipulación de objetos. Ha creado y gestionado la presentación de “Temporada de Muñecos” durante 18 años en la plazoleta del reloj cucú de Villa Carlos Paz y el “Titiriniñez” en la temporada invernal, muestra de títeres que ha recorrido varias provincias. Ha brindado seminarios y talleres para docentes, generando herramientas para utilizar en centros educativos. También ha brindado talleres en centros culturales barriales.
En su haber, cuenta con los siguientes Premios: 2022 Espectar + Grupos INT / 2022 Ciclos y Programaciones La Valija Teatro –INT / 2022 Concurso Nacional de Actividades Performáticas.
La entrevista.
Conversamos con Alberto Melendi, muy afable, hermanados por el amor al teatro y nos contó cómo fueron sus comienzos. Nacido en Olavarría, estaba organizando un taller de teatro y de un trabajo en colaboración con una amiga surgió “Anselmo al rescate de los sueños”, que contaba la historia de un gaucho de la pampa. Era el año 1999. En ese momento su hijo cumplía 8 años y él decidió regalarle un viaje a Claromecó pero… llevando los títeres. Estrenaron en una confitería, a la gorra. El dueño les había advertido que la presentación debía ser después del Vía Crusis (era Semana Santa). “A las cinco de la tarde no había nadie”, cuenta Alberto pero luego “fue un lleno total” con tal éxito que debió hacer dos funciones. Así nació su trabajo, la recaudación fue tan buena que Alberto se dio cuenta de que podía vivir llevando el trabajo a cuestas. Posteriormente, se trasladó a Córdoba a un encuentro de titiriteros que organizaba Quique Di Mauro (hijo de Héctor Di Mauro) con más de 250 participantes de toda América. Allí se perfeccionó en tallado de goma espuma con Marcelo Carlos Fernández y, posteriormente, hizo dramaturgia con Silvina Reinaudi.
Nos cuenta que en Córdoba lo tradicional es el títere de guante pero Alberto decidió trabajar los títeres grandes y los fusionaba con la música (él interpreta el saxo). Y en este cruce de experiencias se detuvo a pensar “¿qué es lo que quiero contar?”. De esa búsqueda, realizada junto a su pareja, decidió incorporar la música. Lo hicieron para títeres de mesa, de esa manera presentaron “Soplador de estrellas” de Ricardo Talento y de Adela Bach, “Oiga Chamigo Aguará”. Luego, de Roberto Espina, una obra para adultos: “La República del Caballo Muerto”. Cuenta que cuando hace títeres para adultos, siempre ambienta con música, lo que estéticamente tiene mucho éxito. Además, como su esposa viene del cine, incorporaron el audiovisual en muchos de los espectáculos.
Cuando pregunté por sus referentes, recordó a Héctor y Daniel Di Mauro por quienes tiene gran respeto y a quienes trata constantemente de acercar a las nuevas generaciones. Su objetivo final es hacer un gran camino por el país, homologando a “La Andariega” de Javier Villafañe, por quien siente gran admiración. Además, como referentes actuales, mencionó a dos cordobeses: Carlos Piñeyro y Carlos Adrián Martínez. Nos contó que forma parte de un grupo que se llama Teatro Itinerante, cuyo principal propósito es “mirarse” y aconsejarse mutuamente.
La puesta.
Alberto Melendi y su teatro itinerante nos transporta románticamente a los cómicos de la legua, aquellos comediantes que solos o en compañías de pocos integrantes hacían sus representaciones en poblaciones de un circuito rural. De la misma manera Alberto Melendi recorre pequeños pueblos. En este caso visitó la provincia de La Pampa con su “Valija viajera” llevando a Esculapio y a sus amigos. Melendi trabaja con los llamados títeres “bocón”, también conocidos como títere “Muppet”, de goma espuma que se acciona con la mano doblada formando la boca, estéticamente se los ve bien definidos y muy llamativos.
Melendi estructura una pieza donde el valiente caballero debe vencer al dragón para ganar el amor de la princesa y casarse con ella. En realidad, el joven logra hacer un pacto con el dragón ya que no es tan malo, y todos juntos pueden vivir en paz y armonía. El titiritero utiliza procedimientos sumamente eficaces para captar la atención del pequeño espectador, tal como la reiteración: una frase que se repite varias veces, la expectación defraudada: el personaje se espera por un lugar y aparece por otro, dice algo y hace lo contrario. Los sonidos, bien aplicados refuerzan los diálogos, escapes y apariciones. Los títeres generan la complicidad inmediata del público, se da el convivio como en ninguna otra disciplina teatral. La puesta es minimalista, un teatrino en azul, discreto y sin dibujos. El sonido y la música acompañan productivamente: con el tono justo y apropiado, aparecen en los momentos necesarios. Sin escenografía, la palabra construye, el niño imagina.
Una visita maravillosa organizada por la biblioteca “Florentino Ameghino”, con el apoyo del Municipio.
* Investigadora y crítica de teatro
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