Viernes 19 de abril 2024

El recuerdo de Paone

Redaccion Avances 08/01/2023 - 09.00.hs

A comienzos de la década del 50 llegó a Argentina el éxito de Nicola Paone, un trovador italiano que con sus canciones regionales logró gran popularidad en pocas semanas.

 

Faustino Rucaneu *

 

Allá por comienzos de 1953 los domingos de la Argentina se veían alegrados por un programa de radio que auspiciaba Jabón Federal (al menos hasta donde se podía sintonizar la “onda larga”, porque de la TV ni atisbos). En uno de esos programas el dinámico conductor –Luis Monti se llamaba - anunció cierta vez la novedosa presencia de “un trovador que nos trae la alegría de la vieja Italia…”. Se llamaba Nicola Paone y acaso fue el mayor de los sucesos de orden artístico que se dieran en el país, hasta la actualidad inclusive.

 

Para entenderlo, claro, había que conocer las circunstancias de aquella Argentina, donde todavía campeaba el peronismo bien afirmado y había un bienestar para la población, difícil de comprender a la luz de las cifras actuales. Era el país de las vacas y el trigo.

 

La población en gran número descendía de los abuelos que habían llegado a comienzos del siglo XX, muchos de los cuales todavía vivían, italianos y españoles mayoritariamente. Ellos habían crecido con la segunda ola llegada después, con la posguerra. En todos vibraba eso que acaso es un rasgo latino manifiesto: la nostalgia que da la ausencia.

 

Evocadoras y pícaras.

 

Paone no era de aquellos artistas que imponían su pinta ni tampoco tenía una voz de calidad sobresaliente, pero aquel trovador que traía “canciones de la vieja Italia”, en pocas semanas y en base a sus temas generó una inmensa popularidad. Las suyas eran melodías simples, pegadizas, tradicionales algunas, enmarcadas con letras plenas de añoranza o bien de picardia. También de ingenuidad. En pocos meses hasta los descendientes de españoles, franceses, israelitas y alemanes del Volga (por no citar sino algunas parcialidades) cantaban aquello de “¡Uei paisano!” que aquel ítalonorteamericano cantaba acompañándose con su guitarra. Hay que aclararlo, Paone aunque portaba una inmensa carga de la cultura italiana, había nacido en el seno de la numerosa comunidad peninsular de los Estados Unidos.

 

Fueron muchas las canciones con que Paone hizo cantar a los argentinos, todavía en un tiempo de plena vigencia del tango, pero junto con el nostálgico ¡Ue paisano!, hubo otras dos de enorme popularidad: La cafetera, donde ingenuamente se exponía que las esposas modernas no sabían hacer el café y se repetía la onomatopeya de la cafetera hirviendo: blu blu blu blu blu… El otro tema era mucho más ladino y sugerente: Señora maestra, según la cual un inquieto y curioso alumno le repetía continuamente a su maestra: “¿usted que tiene ahí?”, refiriéndose a partes corporales… Ella le respondía modosamente diciendo el nombre de la parte, seguido de la advertencia “que no debe tocar”. Desde ya que el salto desde la cabeza a las piernas resaltaba precisamente aquello que se pretendía ignorar… todo lo anterior expresado en un idioma italiano sonoro pero bastante pegadizo, comprensible en buena parte.

 

El apoyo de la multitud.

 

Cabe destacar que años después, cuando se produjo la autodenominada Revolución Libertadora, la moralina eclesiástico-militar prohibió o desaconsejó abiertamente la última de aquellas melodías y que hasta los años setenta la pícara muletilla todavía se empleaba.

 

Lo cierto es que el país todo participaba del espíritu, nostálgico o festivo de aquellas canciones. Paone supo aprovechar la oportunidad de su gran trascendencia: se fotografiaba con la camiseta de Boca junto a jóvenes de –para la época - atrevidos atuendos; participó en películas cinematográficas y actuó en cantidad de espectáculos multitudinarios; en uno de ellos reunió medio millón de personas en el Obelisco, (se decía que a pedido del propio presidente Perón) cantidad a la que solamente se acercó años después una presentación del tenor Luciano Pavarotti.

 

Aquellas promociones que se habían iniciado en los domingos de Jabón Federal, sirvieron, también -a sabiendas o no-, para subrayar temas políticos, como aquel “Donde puso el huevo la gallina”, que se concursó durante semanas para señalar finalmente, que la gallina había obrado en la base Melchior, en la Antártida, lo que ilustraba y afirmaba la soberanía argentina en el lugar para las grandes mayorías populares. Corrió el rumor, incluso, que alguna vez Paone había sido conducido en forma oculta para que intentara calmar una manifestación antigubernamental, lo que en efecto habría hecho.

 

Paso del tiempo y el recuerdo.

 

Después de semejante éxito, el cantante regresó a su país natal pero siempre guardó un muy grato recuerdo de la Argentina. En los Estados Unidos abrió un restaurante céntrico en Nueva York, al que concurrían algunos famosos, y fue espaciando su carrera artística.

 

En 1996, con la televisión ya vigente, regresó a la Argentina para algunas presentaciones en salas teatrales.
Se lo notaba muy emocionado por haber regresado a nuestro país, que le había dado tanto. Ya había pasado la generación de sus grandes éxitos pero aún se lo recordaba.

 

Murió el día de Navidad de 2003. Por el tráfago musical que se vive en esta época, y también por otras razones largas de enumerar, difícilmente lo ubiquen en su memoria algunos de los jóvenes de hoy, aunque desciendan de italianos.

 

La parábola de su trayectoria vino a corroborar aquella verdad que dice un tango: “La fama es puro cuento”.

 

 

* Colaborador

 

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