Miércoles 24 de abril 2024

La Maga: Una profesión como cualquier otra

Redaccion Avances 18/12/2022 - 12.00.hs

La escritora Ana María Shua nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1951. Se destaca en distintos subgéneros de la narrativa como la novela, el cuento, el microcuento y también escribió poesía y se aventuró en guiones.

 

Gisela Colombo *

 

Quédese quietito, ¿ve? Ahí está. Mmmm, qué caries, profunda, no me gusta nada. No, no, no me vaya a cerrar la boca, ahora le pongo el extractor de saliva. Ojalá que no haya que hacer tratamiento de conducto, pero no sé, eh, vamos a investigar un poquito. Quietito, quietito, así, muy bien. ¿Cómo está su primo Enrique? Ese sí que tenía la boca hecha un desastre... Entre paréntesis, usted sabe que me dejó colgado con la mitad de los honorarios. Yo sabía. Quiero decir que tenía un pálpito... No se mueva ahora. Mire, va a ser un poquito difícil trabajar esa muela directamente, voy a tener que llegar por el oído. Hay que perforar el tímpano pero no se preocupe. Le pongo un poquito de anestesia local y no le va a doler nada. Un pinchacito, pero eso sí no se vaya a mover porque se me va el bisturí y le puede costar el cerebro. Como le decía, uno se va haciendo un poco psicólogo práctico en esta profesión, ya se da cuenta por la cara cuándo un tipo lo va a dejar colgado. Si no fuera porque es primo suyo, yo a ese señor no le daba crédito, ah sí, o me pagaba por adelantado o no le trabajaba. No solamente por las horas de trabajo que uno pierde, ¿usted sabe lo que cuestan los materiales? Todo importado. Porque nacionales también hay, pero no es lo mismo. Uno es responsable y le gusta trabajar con lo mejor. Un suponer, mire si después de perforarle el tímpano y todo yo le llego a poner una amalgama y a los dos meses se le cae y la caries se profundiza. Usted no viene más, y mucha razón que tendría. Cuidado, por favor. Ya está. La anestesia le tomó fenómeno pero claro, igual tiene que sentir algún dolorcito, no se puede evitar. A ver, vamos a hacer una cosa, cuando le duela mucho me levanta la mano y yo paro, ¿de acuerdo? Hoy me vino el proveedor con unas fresas para el torno ultrasónico... una maravilla. Todos los días se inventa algo nuevo. ¡Pero los precios! Porque no crea, las fresas también se gastan. Todo se gasta y después hay que reponer. En fin, de los costos de reposición mejor ni hablemos. Ya, ya, ya paro. ¿Oye algo del oído derecho? No, no trate de hablar que si me cierra la boca arruina todo el trabajo, contésteme con la cabeza. No, claro, no oye nada. Bueno, no es nada, de ese oído probablemente no va a oír más, pero tampoco le va a doler la muela, que eso sí que es importante, ¿no es cierto? Hizo muy bien en venir ahora, cuando todavía no estaba tan mal, imagínese, hay gente que recién se acuerda cuando ya no pueden dormir de noche del dolor y se caen por acá con semejantes inflamaciones que no hay manera. Al dentista hay que ir siempre, cada seis meses por lo menos cuando uno tiene una boca delicada, y si no una vez por año aunque no le duela nada. Bueno, ya terminamos con ésta, haga un buchecito y prepárese que ahora viene la más difícil. Le vamos a sacar una radiografía. Ciérreme un momento la boquita, así, muy bien. Para la próxima va a estar revelada. Ay, pero mire qué pena este premolar. ¿Quién le hizo esta obturación? No, no, no cierre ahora. Obturación blanca. Claro, sale una cosa nueva y hay profesionales que enseguida la quieren usar para todo. No puede ser, con las cosas nuevas hay que tener mucho cuidado, ir probándolas de a poquito. Ve, por ejemplo ahora, para sacarle esta obturación blanca le voy a tener que remover el globo ocular. No se preocupe que después se lo vuelvo a poner y le queda como nuevo. Qué feo, eh, no me gusta nada como tiene la boca, sí, sí, del otro lado tiene una obturación igual, blanca también. Qué barbaridad, uno no quiere criticar a los colegas, pero hay cada irresponsable. ¿Se da cuenta? Eso le pasa por ir a la competencia. No, si se lo digo en broma. Bueno, dormirlo del todo no va a hacer falta. De todos modos igual le va a parecer que se pone todo oscuro cuando le saque los globos oculares, pero el dolor ni lo va a sentir, le pongo este rocío en los párpados y enseguida le penetra la anestesia. Otro pinchacito por acá y listo. Usted no me va a creer pero sabe que los tipos más grandotes son los que más miedo le tienen al dentista. A veces es más fácil trabajar con chicos que con hombres grandes. Yo cuando hacía las prácticas en el Argerich me venían casi siempre los portuarios, semejantes roperos acostumbrados a cargar bolsas y de ver la jeringa no más se desmayaban. Usted se está portando muy bien en cambio, lo felicito por ser tan valiente. Ahora me va a hacer un poquito de ayudante así se olvida y no se pone tan duro. Trate de relajarse más. Listo el pollo. Bueno, aquí tiene, con la derecha me va sosteniendo este ojo mientras yo le voy sacando el otro. No lo apriete a ver si se le sale el cristalino. Ojito con la retina, eh. Perfecto. Un día me llega al consultorio privado uno de los pacientes del hospital. Estibador. Yo estaba, con perdón de la palabra, que me hacía encima de miedo. Digo, este tipo le hago doler mucho y lo primero que me hace, me pone un ojo en compota. Y no va el tipo y se queda seco de sólo ver como preparaba el torno. Flor de lío se me armó con el tipo ahí sonado. Cardíaco tenía que ser. En fin, gajes del oficio, ¿no le parece? Tuvo suerte usted al final con este premolar, un poquito más y no se salvaba de la extracción. El otro no, el otro no lo tiene tan mal. Es que la obturación blanca es una maldita, vio, es una de esas cosas que lo mismo que tienen de bueno tienen de malo, porque lo que es a dura no le gana nadie. Durísima es. Claro, pero si no le ponen una buena aislación debajo, qué es lo que pasa?, que la caries sigue muchas veces por detrás de la obturación y para removerla te la voglio dire, no es ningún chiste, usted se da cuenta del trabajo que está dando. Eso sí, yo siempre trabajo con aislación. Se tarda un poco más, por ahí el paciente tiene que venir dos o tres veces, pero cuando está terminado, está terminado como Dios manda y ya seguro que no tiene más problemas. Ya está. Por ahora se lo dejo así, haga un buchecito y escupa. Le doy hora para la semana que viene. ¿Está bien el jueves a las 19.30? Contésteme con la cabeza, así se va acostumbrando, porque le tuve que cortar un pedacito de lengua y al principio no se le va a entender bien. Ni se dio cuenta, ¿no es cierto? ¿Vio qué bárbara la anestesia? Pero no se haga problema que con una buena foniatra va a andar regio. La dicción por ahí le queda medio rara, pero como total usted actor no es y locutor tampoco. Una maravilla las cosas que se pueden hacer hoy día en ese campo, pensar que hace apenas cien años eso no existía. El jueves a las siete y media, entonces. Los ojitos me los pone mientras tanto en formol para que se conserven como la gente y la vez que viene o la otra se los pongo. Ver no va a ver pero le van a quedar perfectos, ni se va a dar cuenta nadie que alguna vez se los sacaron. Eso sí, le puse una aislación que es muy buena pero un poco delicada así que no me vaya a comer nada de aquí al jueves que se me arruina todo el trabajo, eh. Y saludos a su primo Enrique. (Ana María Shua)

 

La escritora Ana María Shua nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1951. Destacó en distintos subgéneros de la narrativa como la novela, el cuento, el microcuento y también escribió poesía y se aventuró en guiones. Recibió numerosos premios nacionales e internacionales de importancia y, lo más curioso, es que con todo esto no perdió nada de la humildad que la ha caracterizado siempre.

 

* Compiladora. Escritora y docente.

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?