Domingo 09 de noviembre 2025

La sustancia poética del cuerpo

Redaccion Avances 09/11/2025 - 15.00.hs

En este artículo, la autora dialoga con la poeta Pilar Alvarez Masi sobre su primer trabajo, “El cuerpo sabe”. Asimismo, su segunda obra poética y su primer libro de narrativa ya se encuentran en proceso editorial.

 

Sofía Pavesi *

 

Pilar Álvarez Masi nació en 1987 en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Plata y profesora de Letras por la Universidad Nacional de La Pampa.

 

Actualmente, se desempeña como docente en lengua y literatura en el nivel medio y como correctora de textos literarios.

 

En el año 2024, Enero Editorial publicó su ópera prima, El cuerpo sabe es su ópera prima. En 2025 fue seleccionada para formar parte de la antología que conmemora los cuarenta años del Fondo Editorial Pampeano. Asimismo, su segunda obra poética y su primer libro de narrativa ya se encuentran en proceso editorial.

 

- A pesar de la descripción amplia de la carrera literaria que lleva a su edad, frente a la pregunta sobre una definición propia, los gestos de la escritora delatan su pelea con las definiciones. Suspira, mira hacia abajo y empieza a dibujar una caja invisible con las manos.

 

Es difícil porque uno siempre recurre a su profesión, pero soy otras cosas también. Hay un recurso metafórico que uso mucho en clase: como cuando se abre el cajón de un sastre, somos contradicción, hay cosas que importan, pedazos de tela que por ahí algún día se usarán, botones que no hacen juego.

 

No es posible ser una sola, soy alguien que enseña, aprende, baila. Voy siendo. El epígrafe de mi poemario inédito cita a Cristina Peri Rossi: ‘Solo lo inmediato es verdadero, salvo para la poesía’.

 

- Entre el cajón de sastre y la poesía de Peri Rossi que ayudaron a definirte, intuyo que, de alguna manera, se cuela el título de tu libro: el vínculo entre la materia y el saber. Invito a la autora a leer uno de sus poemas.

 

 

Defiendo la duda, la continuación de la incertidumbre; la lengua impuesta se derrumba ante la pregunta

 

 

Volviendo a tu pregunta, también puedo decir que soy un conjunto de miedos en movimiento. De angustia. La duda es en mí una constante de los discursos que me hablan.

 

Estado de poesía.

 

- Esa “inmediatez verdadera” de todo lo ajeno a lo poético, que menciona Peri Rossi, suena como el alivio que habilita ese estado de poesía que te escuché defender muchas veces, quizás con otras palabras, como un estado interior de pausa en el medio de lo cotidiano. Abro el libro en otra página y le pido leerse

 

 

Tengo miedo de las certezas, de los espejos rotos, de las despedidas. Me da miedo el cielo, la tensión del recuerdo que viene de la infancia, la que fue mi casa. Mantengo entonces el ritual de lavar en el río el peso de mi pavor

 

 

El agua es un elemento que toca el cuerpo y aparece en los últimos versos como remanso ante el terror de eso que, a través de los ojos, como todo lo que se percibe con los sentidos, parecería verdadero. Lo innegable es que son las palabras las que forman el poema. Le pregunto a Pilar sobre su connotación de “verdad”.

 

El anclaje a una verdad, aunque sea ficcional, es necesario. Sin embargo, entre las cosas cotidianas se encienden alertas que es necesario habilitar.

 

Yo voy encontrando fragmentos de imágenes en movimiento que se significan como poemas en mí. Hago fuerza para retenerlas en la memoria hasta poder escribirlas en alguna parte. Este encuentro con lo otro que se ve y se experimenta con el cuerpo es el estado de poesía del que hablo. El trabajo posterior es recuperar la emoción de ese instante y transformarlo en palabra poética.

 

El lenguaje no alcanza para la verdad. Nada alcanza. El cuerpo se aleja de la consciencia porque sabe qué necesitamos, hay momentos en que no quiere estar ahí, su deseo nos advierte.

 

Traducir en cuerpo.

 

En el capítulo “Sobre la traducción” de Traducir lo intraducible escrito por el filósofo Paul Ricoeur, el autor contrasta un ensayo, en que había opuesto lo traducible a lo intraducible, a uno posterior. En la segunda oportunidad, elige la palabra “fidelidad” -mayor o menor- para atenuar la tarea imposible de traducir a otra lengua un escrito original.

 

- ¿Qué le responderías a Ricoeur?: entre el cuerpo y la palabra ¿cuál es el original cuál su traducción? ¿la traducción es fiel?

 

(La poeta ríe)

 

Me acuerdo otra vez de Cristina: “La única realidad es el cuerpo” y también “La única realidad es el lenguaje” y termina preguntándose “¿la única realidad es el lenguaje?

 

Para mí, primero es el cuerpo antes de la palabra porque lo experimento como un devenir: primero siento, después sé. Igual, no dejo de verlo como un círculo, si pensamos cuerpo como construcción social, con claridad es el cuerpo después de la palabra, sin embargo, podríamos pensarlo como materialidad sintiente a la que luego le impongo lenguaje y lo hago un cuerpo.

 

 

La angustia de lo indecible.

 

Encuentro en tu poemario el deseo de nombrar lo viviente como una clave de lectura. La escritora lee uno de sus poemas

 

 

En mi diccionario infantil

 

el sustantivo papá nombraba a una fotografía.

 

fue mi primera lección

 

sobre la arbitrariedad del lenguaje

 

 

A mis ocho o nueve meses, mi papá se fue durante un tiempo a capacitarse en una Universidad de Estados Unidos y mi mamá, para que lo conociera de alguna manera, me mostraba una foto. Para mí, ese de la foto era “papá”. Mi mamá llevaba esa foto en la cartera por todas partes para que yo no olvide. Y, después de un año llegó el momento de conocer a mi papá en persona.

 

Estábamos en el aeropuerto y me acuerdo de que a mí me pareció como un oso gigante. Mi mamá me decía “Andá a saludarlo a papá” y yo tironeaba la cartera para sacar a mi papá de ahí, llorando. Para mí, mi papá era la foto, no existía otro. Me acuerdo que mamá me obligaba a darle un beso y yo me resistía. No podía entender que ese dibujo existía en la realidad. “Papá” podría también ser el nombre de una foto.

 

- El poemario podría también leerse como una queja o un lamento acerca del mutismo del cuerpo.

 

Bueno, de hecho, hay una crónica de Leila Guerriero sobre el equipo de antropología forense, encargado de investigar los restos de la dictadura, que se llama La voz de los huesos, y reconstruye cómo hacer hablar esos huesos y todo lo que tienen para decir. Suelo darla en el colegio y la trabajamos como posibilidad para analizar cómo los huesos no hablan con nuestro lenguaje, pero sí hablan de otra forma.

 

- Entonces, sin el cuerpo hay lenguaje

 

En casa hago un ejercicio cuando estoy sola: me hago preguntas filosóficas, o que me interpelan en lo cotidiano, que muchas veces se vuelven un espiral que voy siguiendo. Hasta que, en un momento, tengo la sensación de haber llegado a una palabra, una respuesta lingüística a esa incomodidad que el cuerpo ya sabía desde que empecé.

 

- Tu poesía multiplica las fisuras de la frontera entre la eternidad aparente del lenguaje y la finitud que percibimos sobre la muerte del cuerpo.

 

Es imposible no cruzar cuerpo y lenguaje porque cuando intentas poner voz al saber corporal aparece otra vez el lenguaje: no hay binarismo posible, la frontera se entrecruza, se vuelve infinita: sin lenguaje el cuerpo es un cacho de carne y sin carne la garganta no existe.

 

* Colaboradora

 

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