Traslados
En 2005 el poeta Alberto Szpunberg (1940-2020) publica, en Lucha armada en la argentina Nº 69, un largo poema que denomina “Traslados”. Aparece a continuación de un escrito político ensayístico, “Autocrítica poética”.
Nilda Redondo *
Desde la recuperación del pasado mítico guerrillero, las reflexiones respecto de esas muertes; la autocrítica reflexiva, la asunción de la existencia de un mundo otro pero tan injusto con el hambre y la miseria que se expande y expande; a una inflexibilidad respecto de la búsqueda de justicia; por eso “Traslados”, como símbolo de lo que no debe ser, ni reivindicado como hacen algunas y algunos, ni ocultado u olvidado, como hacen otras y otros, sino juzgado y concebido en su rango monstruoso.
EGEPE y el guevarismo.
En 2005 el poeta Alberto Szpunberg (1940-2020) publica, en Lucha armada en la argentina Nº 69, un largo poema que denomina “Traslados”. Aparece a continuación de un escrito político ensayístico, “Autocrítica poética”, en el que realiza una evaluación poético-política de su participación en la lucha armada en la Argentina en la primera época, cuando pertenecía al Ejército Guerrillero del Pueblo, EGEPE. Luego de la masacre de Orán de 1964, en el que había sido aniquilado ese intento de guerrilla rural comandada por Jorge Ricardo Masetti, distintos grupos políticos de la nueva izquierda ligada al guevarismo o simpatizante con esa tendencia nueva para América Latina (y celebrada luego de la Revolución cubana), realizan homenajes a los guerrilleros caídos, entre ellos el grupo de La Rosa Blindada en el que publica Juan Gelman su poema “Masacre de guerrilleros” y el mismo Szpunberg. Un año más tarde, a la vez que activa a favor de la libertad de los guerrilleros apresados en Orán, publica El Che amor, un libro de poemas dedicado al EGEPE. En él aparece el poema “Marquitos” en homenaje a su compañero y amigo, Marcos Szlachter, quien había muerto de hambre en la montaña en ese intento de guerrilla foquista.
Es un poema guevarista puesto que en él se enaltece cómo ese flaco débil se sobrepone por encima de su voluntad personal y empuja las nubes, porque “soplan vientos fuertes”. A este poema se refiere en la reflexión política publicada en 2005. Dice que seguramente ha impulsado a muchos jóvenes a lanzarse a la revolución por vía de la toma de las armas. Destaca que el lenguaje poético, los poemas, a veces son más potentes que el lenguaje racional, lógico, cargado de argumentaciones silogísticas.
En “Autocrítica poética”, Szpunberg nos trae la carta de Ernesto Che Guevara a sus padres, escrita en marzo de 1965, en la que hace referencia a su debilidad física, su asma, y su enorme voluntad revolucionaria, un vibrante oxímoron existencial. En algunos de sus tramos dice: “Ahora, una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas piernas flácidas y unos pulmones cansados. Lo haré” (2005: 69).
Las derivas del EGEPE.
En 2007 se publica el libro de poemas Notas al pie de nada ni de nadie: se trata del mismo poema “Traslados” más notas al pie poético-afectivas, que remiten sensorialmente al momento de la masacre de Orán en algunos casos y en otros a reflexiones referidas a ese “origen”: trata de exponer en la poesía cómo habrán sido los padecimientos de aquellos jóvenes e inexpertos guerrilleros que finalmente fueron masacrados por la gendarmería.
En 2012, Szpunberg publica un nuevo Traslados: En este libro encontramos un primer capítulo denominado así e igual al ya publicado; a ese agrega tres tramos más: “Constelaciones”, “Derrotero”, “La siesta del poeta”. Aparecen las mismas notas al pie de 2007 y a los nuevos tramos se agregan notas al pie poéticas a las que llama “Poética de la intemperie”, en honor a Juan L Ortiz. El epígrafe de este libro último – como ya lo había sido en Notas al pie …- es el poema “Marquitos” del propio autor . A lo largo del libro, este poema operará como las piedras cuando se tiran al agua: producirán círculos concéntricos abarcando diversos sentidos que se convierten justamente en constelaciones, al modo que Theodor W. Adorno y Walter Benjamin (Buck-Morss, 2011) pensaron debía figurarse el pensamiento filosófico no racionalista. Sentidos que se superponen unos a otros y que no se niegan entre sí.
Los tiempos de la patria.
El poeta permanente salta desde el presente hacia diversos pasados: no sólo el de Marquitos, que remite a su propia historia de temprano guevarista en 1963-1964.
También a la derrota, la dispersión, la vida clandestina no ya en período de ascenso revolucionario y expectativas de ver y construir una sociedad socialista, sino de vida en la clandestinidad más oscura, desde el 74 y 75 hasta el 76 y 77 año en el que finalmente acepta ir al exilio por impulso de su compañera, también militante (Alberto en uno de los reportajes que le han realizado, afirma que él no se quería ir porque pensaba que las fuerzas revolucionarias se iban a poder recomponer y retomarían las luchas).
Sin embargo, el tiempo que aparece como un presente permanente, y que acompaña y concentra poder en el título Traslados, es el del genocidio y una de sus prácticas más escalofriantes: los traslados hacia la muerte de cuerpos inermes adormecidos con pentotal y arrojados desde los aviones a los mares y ríos de nuestra patria. Desde la primera estrofa nos advierte la presencia permanente de lo que ha querido negarse, que se niega:
“Vuelven, se van pero vuelven, caen al mar pero se elevan por los cielos, son nuestra sombra, y se expanden de noche pero, al mediodía, se agazapan bajo nuestros pies y, cuanto más los pisoteamos, más se aferran a nuestro desprecio y por la noche vuelven: a qué me pregunto, si el cielo, desencajado, se detiene en esos ojos que, abiertos para siempre los contemplen desde abajo: ni él ni nadie entiende qué son esos cuencos vacíos, abandonados por la marea en la playa con todo un gesto de puntual desmesura, extrañas caracolas orladas de espumas y arenas y algas y rumores en las que anida el rocío y crece la niebla y se cuela la lluvia pero donde, vaya a saber por qué, nunca se detienen a beber los cormoranes: espanta que no cese el murmullo de chillidos salobres y graznidos caídos de un vuelo salvaje y gritos ahogados y llantos de madre, que nunca, allá lejos, “¿lejos de dónde?”, terminan de saciar la sed”(2013;399)
En otros momentos del poemario toma redundantemente el momento en que los cuerpos eran tirados al mar desde los aviones y el efecto que esos cuerpos producían en el agua, sus círculos concéntricos, éstos ahora tenebrosos: “qué lágrima inesperada o gemido repentino o semilla pequeñísima (…) o bulto humano sembrado tan brutalmente en alta mar inició esos círculos concéntricos que se expanden (…)?” (405).
Szpunberg da un sentido literal a los versos de Jorge Manrique “Coplas a la muerte de su padre” y alerta respecto de los cambios profundos producidos en la geografía producto de las masacres, las desapariciones, las fosa s de NN , los cuerpos arrojados a los ríos, los lagos, al mar:
“Alguna convención internacional ya ordenará – puntero en mano, martes y jueves, de 10 a 11, después de Gimnasia- los desarreglos cartográficos (…) - azul sanguinolento; la mar que es el morir;-pulso tembloroso; los ríos que tarde o temprano, y por decreto, van hacia la mar que, reiteramos y hacemos público en todo el territorio nacional, es el morir;”( 407)
En varias oportunidades se detiene en aquellos vecinos que permanecieron indiferentes, apegados a sus rutinas y olvidando lo visto o sentido. Asimismo reafirma su voluntad de desear un mundo mejor a pesar de “la derrota, la muy puta, la nuestra” (446). Les dice a sus lectores que no se hagan ilusiones, que él no se arrepiente (447).
Testimonio de París.
Traslados como sinónimo de segura muerte habían sido denunciados, el 12 de octubre de 1979, en conferencia de prensa patrocinada por la CADHU (Comisión Argentina de Derechos Humanos), ante el parlamento francés, por parte de sobrevivientes del Centro Clandestino de Detención ubicado en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada).
Tres mujeres, con pasado de militancia en Montoneros, fueron las que pusieron sus nombres: Sara Solarz de Osatinsky, Ana María Marí y Alicia Milia de Pirles. La CADHU publicó estos testimonios, política que había adoptado ya al publicar Argentina, proceso al genocidio, en España, 1977, al año del golpe de Estado y traducida al alemán y francés de manera íntegra, y parcialmente al italiano, inglés y belga (González Tizón, 2022)
En su momento estas declaraciones de las sobrevivientes despertaron sospecha y rechazo en algunos grupos de organismos de DDHH, tanto en Argentina como en el exilio, pues entendían que afectaban a la consigna “con vida los llevaron, con vida los queremos”. Otros y otras sospechaban de las y los sobrevivientes. ¿Por qué habrían sobrevivido? Lo cierto es que muchos años después, aún en el presente, esos testimonios siguen aportando documentación valiosísima para el juzgamiento de los responsables de crímenes de lesa humanidad en contexto de genocidio (González Tizón, 2022).
Carta abierta.
Ya teníamos noticias de los cuerpos arrojados al mar, al río, a los lagos. Rodolfo Walsh lo señaló en su “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” del 24 de marzo de 1977, en la que, diciendo “vuelvo a ser yo”, afirmaba: “Veinticuatro cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas pequeña parte quizá del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de La Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos ‘con lastimaduras en la región anal’ según su autopsia”.
Walsh denunciaba que las Tres A eran las tres Armas, que la tortura se aplicaba sin límites en el tiempo ni en los métodos, que los empresarios señalaban a los obreros para que fueran desaparecidos, desaparecidas; que el plan económico era de baja de salarios, apertura de mercados, concentración de la riqueza en pocas manos, auge de la oligarquía. Nos dijo: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada” .También afirmaba que no tenía esperanza de ser escuchado pero cría en el gran tiempo, en el que otras voces, otras personas, reclamarían por sus derechos nuevamente.
Esta carta circuló en ese momento de manera clandestina y llegaba como información, como los cables de Cadena Informativa y la Agencia de noticias ANCLA, a la resistencia ubicada en el exilio, entre ellas CADHU.
Los vuelos de la muerte.
En 1995 Rodolfo Silingo, capitán de corbeta de la Aviación Naval de las FFAA, confesó el horror de los llamados “vuelos de la muerte” al periodista Horacio Verbitsky y el mundo se destempló. Le dijo, nos dijo: “Hay detalles que son importantes pero me cuesta contarlos. Lo pienso y me rayo. Se los desvestía desmayados y, cuando el comandante del avión, daba la orden, en función de dónde estaba el avión, se abría la portezuela y se los arrojaba desnudos uno por uno. Esa es la historia. Macabra historia, real y que nadie puede desmentir. Se hacía desde los aviones Skyvan de Prefectura y en aviones Electra de la Armada (…)” (1995: 58)
Por eso nos resuena profundamente la imagen que construye Alberto Szpunberg, deteniendo ese momento en que la persona es arrojada: “¿es cierto que las lágrimas son agua y van al mar, como un traslado de rutina,/ que es el morir, la compuerta trasera que se abre, el chillido del cormorán/ que, para sorpresa de todos, no ha lugar y, por lo tanto, carente de validez/ legal, se archiva en la bruma?” (418)
Un homenaje y una justicia.
En el núcleo fundacional de Madres de Plaza de Mayo y todos y todas las militantes que la acompañaban -unas de las innumerables cantidad de víctimas de los traslados hacia la muerte- quiero homenajear a la lucha por la restitución de la justicia contra el terrorismo de Estado y el genocidio perpetrado en torno a la última dictadura militar. Aquí van los nombres, entonces de Ester Ballestrino de Careaga y María Ponce de Biano, secuestradas en la Iglesia de la Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977 (Bousquet, 1983); Azucena Villaflor de Vicenti, secuestrada dos días después. Alice Domon y Leónie Duquet, monjas francesas, ambas de las misiones extranjeras; Horacio A. Elbert, Horacio G. Horade, Raquel Bulit y Ángela Aguad, militantes de Vanguardia Comunista (Soto, 2004), secuestradas, secuestrados, también en estas circunstancias.
Este secuestro colectivo fue el resultado de la infiltración realizada por el capitán de fragata de la Armada Argentina Alfredo Astiz, el “ángel rubio”, quien en esta oportunidad había usado el seudónimo de Gustavo Nino. Astiz fue condenado a cadena perpetua en Francia por secuestro, tortura y desaparición de estas dos monjas y de la adolescente Dagmar Hagelin secuestrada el 27 de enero de 1977; en el 2011 fue condenado por la justicia argentina; en el 2014 se confirmó la condena y en 2017 se lo condenó.
En el final casi de su libro Traslados, Alberto Szpunberg se explica poéticamente, con imágenes y reflexiones en constelación, cuál es el motor de esos destellos de justicia y cuál es, a su vez, la paciencia de largo plazo que nos debe impulsar: “(…) sin un bote que nos devuelva a la mañana que ahora es nunca, pañuelos blancos que piden la multitud de lo imposible, tanto y tan poco, calles que ganamos para siempre y siempre perdemos, plaza que colmamos hasta colmarnos en nuestras propias ganas, pañuelos cerrados que se entreabren, esquina por esquina, puerta por puerta, territorio baldío donde amanece en vano, y anochece en sombra, día a día, mientras el zorzal -tan inconfundible que me pregunto si es sólo zorzal- picotea de mi bonanza lo que puede y siempre insuficiente” (461)
* Investigadora de la Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam. Escritora
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