Viernes 01 de agosto 2025

Carlos «El Viejo» Carreira tiene el oficio de utilero

Redaccion 16/11/2020 - 21.39.hs

Pelotas, conos, botines, pecheras, camisetas, bidones con agua, medias, vendas, redes, cintas… Si al carro de Carlos Carreira se le pudieran adosar un par de arcos y se subieran algunos jugadores, podría trasladar uno o dos partidos de fútbol a la vez.
De un lado a otro de la ciudad, todos los días el Viejo lleva los elementos indispensables para que los entrenamientos del Deportivo Penales se hagan realidad. La base operativa está en su casa de Villa Germinal y desde allí parte cada jornada con su auto y su carrito hacia la Colonia Penal, el predio de Vialidad, el Parque Don Tomás o algún espacio verde libre que el Carcelero, sin cancha propia, utilice para trabajar.
El Viejo llega y el lugar se transforma. Puede faltar un jugador, el entrenador, los dirigentes o algún otro colaborador, pero si el utilero no está, no hay fútbol. Y el Viejo siempre está, desde que hace seis años encontró en este oficio el lugar ideal para vivir su jubilación sintiéndose útil y querido.

 

Descubrimiento.
«Yo no tenía ni idea de la utilería; la descubrí en 2014 cuando me llamó un grupo de muchachos que empezaron a trabajar en el club y la verdad es que me enganché enseguida; es algo que disfruto hacer y que extraño en estos tiempos sin domingos de fútbol», cuenta Carlos Carreira sobre su llegada al Deportivo Penales, de la mano de Hugo Artola, Roberto «Flaco» Rodríguez e Iván Tapia.
«Ellos estaban por agarrar para dirigir, me llamaron una semana antes para que los acompañara y así arranqué; sin tener idea de nada», agrega con sinceridad el Viejo, de 62 años y jubilado de la Provincia desde los 55. «Soy de la zona de Colonia Barón; me vine a Santa Rosa cuando empecé a trabajar en el Instituto de Vivienda; después entré en el programa de Chagas y en mayo del 78 ya me incorporé a Salud, donde estuve 36 años hasta que me jubilé», resume Carreira su vida laboral, en la que el fútbol solo tenía un lugar secundario.
«Cuando vine a Santa Rosa iba a ver a Belgrano; después me instalé en Villa Germinal y empecé a frecuentar a Sarmiento, que me queda cerca de mi casa, y ahí empezó a jugar mi hijo (Francisco), que después se fue a Penales», explica. «Así empecé a conocer al club, después surgió esta posibilidad de empezar con la utilería y ahora ya me hice hincha», agrega.
– ¿Qué te atrajo de la utilería?
– Al principio tuvieron que explicarme todo y fui aprendiendo. Y me empezó a gustar eso de andar con la ropa encima, sentirme útil para los chicos, que me pidan cosas y solucionarlas. Y además me gusta mucho el fútbol y es una manera muy linda de estar adentro. Además viajamos mucho con todas las categorías y te vas entusiasmando.
– Y te mantiene activo luego de la jubilación…
– Sí, sin dudas. Siempre fui medio inquieto; no me gusta estar sin hacer nada y acá le encontré la vuelta para estar activo. Y no es por plata, todo lo contrario.

 

De la casa al club.
Carreira comenzó a ser ‘El Viejo’ en el propio Penales, donde los jugadores decidieron llamarlo así cariñosamente y le quedó «para siempre». Y una vez metido de lleno en su tarea, junto al apodo su otro aliado inseparable es su carrito de un eje, que enganchado a su auto particular surca cada día la ciudad llevando las ilusiones de todo el club.
«Habitualmente la ropa de los mayores va a un lavadero y la de las inferiores se la suelen llevar algunos padres, pero muchas veces las tengo que cargar en un bolso y las llevo para lavar en mi casa, lo mismo que a las pecheras y a otras cosas», señala el Viejo al describir algunas particularidades de su trabajo, que llevó al corazón mismo de su hogar.
«Como no tenemos un lugar fijo de entrenamiento, porque a veces vamos al club, otras a Vialidad o a la laguna, y como una vez nos robaron muchos elementos, decidí hacer un lugar en el garage de mi casa y guardo todas las cosas de la utilería ahí», agrega Carreira en referencia a un espacio con varios estantes y cajas destinadas a custodiar cada uno de los objetos que le dan vida al fútbol del Carcelero. «Entonces todos los días cargo todo en el carro y me muevo más fácil. Y cuando terminamos vuelve todo a casa», añade el utilero.
– ¿Extrañás los domingos de fútbol?
– Sí, se extrañan porque íbamos temprano a preparar la cancha, y también los sábados cuando jugaban las inferiores como locales. Ahora por suerte estamos entrenando con los más chicos y de alguna manera animándolos y acompañándolos para que sigan en el club. Pero se extrañan esos días de partidos.
– ¿Cómo es un domingo del utilero de Penales cuando juegan como locales?
– Y, hay mucho trabajo; no es pesado, pero se arranca temprano, a 7 de la mañana, y se termina tarde, cuando se van todos. Hay que llevar la ropa, preparar el vestuario, poner las redes, las lonas de los bancos y muchas veces también cortar el pasto en la semana y hacer otras cosas. Y cuando terminan los partidos juntar todo, cargar y vuelta a casa.
– Muchos utileros son famosos por sus cábalas. ¿Tenés algunas?
– No soy mucho de las cábalas. La única que tengo es que cuando acomodo la ropa en el vestuario para que se cambien los muchachos, empiezo con el 1 a la derecha y desde ahí todos los números de manera ascendente hacia la izquierda. Una vez cambié y nos fue muy mal.
– El utilero es muchas veces amigo y hasta una especie de psicólogo de los jugadores. ¿Es tu caso?
– Sí, se sufren mucho los partidos, principalmente por los pibes. El nuestro es un club sufrido, en el que todos se esfuerzan mucho y los resultados muchas veces no acompañan. Los pibes entran llorando al vestuario y el primero que entra soy yo, a buscar la ropa y a preparar el lugar para los más grandes. Y muchas veces estás para calmarlos, para darles un abrazo o para hacer un poco de psicólogo también.
– ¿Por esas cosas es que los utileros generalmente tienen un sentido de pertenencia muy fuerte con los clubes?
– Uno se va encariñando con todo, con los jugadores y con el club. En mi caso, si no pudiera seguir en Penales, creería que a otro lugar no iría.

 

Los primeros y los últimos
Cada 10 de noviembre se celebra en Argentina el “Día del Utilero”, en homenaje los trabajadores del deporte que se ocupan de que a los protagonistas principales del juego no les falte nada, ni antes ni después de las competencias.
La denominación surge de “atrecista”, del italiano “atrezzista”, quien en el teatro es el encargado de los “útiles” (enseres, objetos) que aparecen en el escenario para una representación teatral. El término también es utilizado en el cine y en muchos países de Hispanoamérica comenzó a utilizarse la palabra “utilero” para quienes se encargan de la indumentaria y los elementos de los equipos deportivos, especialmente los de fútbol.
Y en el balompié argentino hay muchos utileros famosos. Un caso es el de Rúben Bernos, recordado por haber conseguido a contrarreloj en México ‘86 las camisetas azules que le pidió Carlos Bilardo para que la Selección jugara ante Inglaterra el día de los dos goles de Diego Maradona.
Aunque quizás el más conocido sea Miguel Di Lorenzo, “Galíndez” (por su parecido al ex boxeador Víctor Galindez), quien acompañó durante muchos a la Selección de Bilardo y a muchos equipos de Primera.
Simón Villegas, por su continuidad durante décadas en Atlético Santa Rosa, es uno de los utileros emblemas de Santa Rosa y La Pampa. Aunque cada club tiene su histórico trabajador orquesta, ese que llega primero y se va último, pase lo que pase con el resultado.

 

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