Martes 06 de mayo 2025

Es tiempo de jugar

Redacción 27/07/2024 - 00.06.hs

Cristian Canuhé fue un destacado jugador profesional de fútbol y hoy, alejado de las canchas, lleva adelante el complejo “La 33”, un lugar enclavado en su Toay natal que es ideal para correr detrás de la pelota, jugar al paddle, tomar clases o compartir un asado.

 

Las camisetas de la decena de clubes en los que jugó, junto a otras conseguidas como obsequios de futbolistas famosos, lucen enmarcadas en las paredes del quincho. Afuera, el mural con la imagen pintada de Diego Maradona entregándole una pelota a Lio Messi, como un legado albiceleste, también genera la atención inmediata, pero sobre todo constituye una referencia a la pasión que su dueño siente por eso que lo destacó durante gran parte de su vida. Porque el complejo deportivo “La 33” respira amor por el deporte, por el que se practica para despuntar el vicio, el que sirve para mantenerse bien físicamente o el que se juega para “divertirse y hacer algo”. Y porque como lo remarca el lema que ‘Kiti’ quiere reflejar, “es un lugar de encuentro”.

 

‘Kiti’ es Cristian Canuhé, tiene 36 años, nació y se crió en Toay y, luego de jugar en diferentes equipos del país y del exterior, pegó la vuelta a su pueblo e invirtió para transformar el terreno en el que su papá trabajaba con un horno para hacer ladrillos, en un hermoso complejo con canchas de fútbol 5 y de paddle además de un bar-cantina y otros espacios para el disfrute.

 

“Este lugar era donde mi viejo (Carlos ‘El Indio' Canuhé) laburaba con un horno, donde hacía los adobones. En la esquina viven mis abuelos y esto era lo último de Toay, acá terminaba el pueblo. Cuando éramos chicos veníamos a jugar porque había un tinglado y los adobones nos hacían de tejido para que la pelota no se fuera lejos. Mi papá trabajó hasta el 2006 con el horno y después se fue a la fábrica de columnas de la Cooperativa, así que el predio quedó medio sin actividad”, recordó Cristian en una charla con LA ARENA en una mañana a pleno sol en el complejo de la calle Uspallata y Falucho (el WhatsApp es el 2954-323363).

 

“Empezamos en 2011 con una cancha como para que mi hermano la maneje. Fuimos armando todo y en agosto vamos a cumplir 13 años con el complejo. Recuerdo que cuando inauguramos justo vino un equipo de juveniles de River así que eso nos vino bien. Después hicimos una cancha de tierra de fútbol 7, y fue mi papá el que hizo todo porque también laburaba de albañil. Yo en ese momento estaba en Chile y mi hermano a los seis meses se fue a trabajar a otro lado”, recuerda

 

‘Kiti' sobre Daniel, el Canuhé más famoso por estos días porque es entrenador de arqueros del seleccionado argentino de fútbol y el pasado lunes fue recibido con una fiesta en Toay por el título de la ‘Scaloneta’ en la Copa América de Estados Unidos.

 

Emprendedor.

 

Cristian dejó el fútbol de manera definitiva el año pasado. Como profesional jugó en Defensa y Justicia (Nacional B), Audax Italiano de Chile (Primera División), Atlético Rafaela, San Martín de San Juan y Temperley (Primera División de AFA), All Boys de Floresta (Nacional B), Alvarado de Mar del Plata, Deportivo Madryn y Ferro de Pico (Federal A).

 

“Ya en la última etapa, primero en Madryn y después en Pico, el complejo había crecido un montón y mis viejos estaban sobrepasados. La verdad que no podían con tanta demanda, así que me vine para acá y jugué un Regional en All Boys y después en Belgrano que fue el club donde había empezado. Eso fue el intermedio a la despedida y luego ya me enfoqué definitivamente en La 33 junto a mi familia, con la que vivimos a una cuadra”, resalta Cristian sobre su compañera ‘Vicky' y las dos hijas de la pareja, Helena (9) y Catalina (5).

 

“Los fines de semana estamos los cuatro a full acá. Cuando arrancó el proyecto el paddle solo generaba unos cuatro turnos semanales, así que le agregamos clases como para fomentarlo porque no pasaba nada en ese momento. Mi viejo me preguntaba si valía la pena seguir pero había que tener paciencia, fue todo un proceso, de a poquito se fue sumando gente y explotó después de la pandemia porque fue el deporte que se abrió rápidamente. También tuvimos la Escuelita municipal, los chicos venían gratis los sábados y empezamos a organizar torneos así que fue un trabajo hormiga que hoy finalmente está a pleno”, valora Cristian.

 

Cámaras.

 

“La 33”, cuyo nombre hace referencia a las creencias cristianas de los Canuhé (“y yo usaba ese número de camiseta en Chile”, agrega ‘Kiti’), tiene dos canchas de fútbol 5, dos canchas de paddle (una de ellas techada), un espacio vidriado de fútbol-fusión (“lo usan mucho los chicos en los cumpleaños”), además de un quincho, una parrilla y un bar con sillas y mesas para disfrutar el post-partido. Además, se brindan clases de paddle, hay escuelita de fútbol y se organizan distintas actividades para las familias.

 

“Tenemos una aplicación para reservar los turnos que es muy ágil, muy cómoda y la gente la usa mucho, pero además trabajamos con un sistema de cámaras y vos podés ver tu partido y hacer recortes y editar. A los 15 minutos que terminaste ya lo podés ver y recortar un caño o un gol que hiciste. Es un sistema de unos chicos de Buenos Aires (la empresa se llama ‘Beelup’) que habían quedado parados con la pandemia y cuando nosotros nos acercamos, se animaron a venir. Y eso luego les dio hasta un despegue internacional, hace poco les hicieron una nota en televisión y nos mencionaban como el lugar de arranque”.

 

Lo que viene.

 

El complejo está diseñado para una vista panorámica ya que se pueden observar todas las canchas. Cristian agregó hace un tiempo el bar con hamburguesas, pizzas y cerveza tirada y los proyectos actuales son la construcción de un Salón de Usos Múltiples y de una pileta.

 

“Cuando todavía jugaba profesionalmente empecé a estudiar la carrera de Gestión Deportiva y eso me abrió mucho la cabeza, algo que también vino acompañado del crecimiento que tuvo Toay. Hoy mirás alrededor y es increíble cómo creció, de aquellos seis mil habitantes que tenía a los 20 mil de hoy, es un cambio muy grande”, describe Cristian casi como un paralelismo con su trayectoria, que de patear una pelota deshilachada en un tinglado y entre adobones pasó al profesionalismo durante muchos años, hasta llegar al empresario emprendedor de hoy. Pero siempre con la pelota como eje. Y debajo de la suela, como debe ser.

 

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