Jueves 02 de mayo 2024

Espíritu de servicio

Redacción 03/06/2023 - 00.11.hs

El Vivero Dadan es una referencia desde hace décadas. De la mano de Rubén y Nidia supo erigirse en un negocio que se diversificó pero que siempre mantuvo inalterable su premisa de la mejor atención, buenos precios, calidad y cantidad.

 

“Te digo que a mí me sacan de acá y no sé qué hago eh?”, dice Nidia sonriendo y en su frase y en su expresión no hay dudas de que lo dice desde el corazón. Tiene 74 años pero el entusiasmo y la vitalidad que le genera levantarse cada día para dedicarse a su trabajo está en absoluta sintonía con lo que dice y siente Rubén, su compañero de vida y con quien todos los días abren la puerta de uno de los comercios más tradicionales de la ciudad.

 

“Doy vueltas y vueltas y siempre caigo en el rinconcito”, agrega Nidia Muñoz y dirige la mirada hacia la oficina donde lleva las cuentas y la parte administrativa del Vivero Dadan. “Nosotros estamos muy felices de poder hacer esto que nos gusta tanto, sobre todo el trato con la gente. Por suerte tenemos la salud necesaria para trabajar y lo disfrutamos”, agrega Rubén en el invernáculo donde florecen las múltiples variedades de plantas y el verde predomina en ese espacio que supo ser el origen de un emprendimiento pionero.

 

Rubén Dadan tiene 80 años y el vivero que se llama como su apellido es hoy un negocio que rebalsa de mercadería, que cuenta con una decena de empleados y que los sábados se caracteriza por brindar una imagen que se volvió costumbre: un desfile incesante de clientes que llegan, buscan, preguntan y encuentran el mejor servicio, precio y la solución adecuada.

 

“Uno siempre está atendiendo y asesorando, eso no cambió con el paso del tiempo, y nos pasa que la gente nos devuelve lo mejor porque te cruzás los clientes en la calle o en otros ámbitos y agradecen. Cuando vos entrás a un negocio como el nuestro necesitás de esa atención porque por ahí estás desorientado y lo que buscás es que te den la mejor opción”, resalta Rubén sobre un local que nació a partir de una semillería, mutó a vivero y hoy es un enorme proveedor de servicios de ferretería, pintura, electricidad, gas, griferías, plantas, macetas, entre otras miles de posibilidades.

 

Desde su muy estratégica ubicación en la avenida Perón 3497 (teléfono 02954 60-0956), el Vivero Dadan supo erigirse en un referente absoluto en los distintos rubros que ofrece y allí. Y Rubén y Nidia son estandartes de la mejor atención, una herencia que se extiende hoy a Mauricio, uno de los hijos de la pareja (Silvana es médica y vive en Colombia desde hace años) que desde muy chico supo recorrer las distintas estanterías y que gracias a su fuerza y empuje de trabajo generó que la ferretería pase a tener un lugar preponderante en la minipyme familiar.

 

“El negocio nació a partir de que un amigo mío, Reinaldo Sánchez, que tenía una semillería y me invitó a integrarme. El negocio se llamaba El Huerto y yo era empleado, con el correr de los años eso fue cambiando y como el negocio cerró yo me hice cargo desde el ‘72. Tuve la suerte de que los proveedores de Buenos Aires me conocían así que me vendían todo a consignación, así se siguió adelante y el vivero nació como un anexo a la semillería que estaba ubicada en lo que hoy es pleno centro, en la avenida San Martín y 25 de Mayo”, recordó Rubén.

 

Traslado.

 

Tanto Rubén como Nidia son “nacidos y criados” en Santa Rosa y se conocen desde la infancia. Dadan, desde siempre, se dedicó a la música como pasatiempo favorito y recuerda con detalle las orquestas típicas que integró en distintos etapas de su afición tanguera. “Toqué varias veces junto a Saúl Santesteban, que andaba con su bandoneón siempre listo. Tuvimos un vínculo de amistad muy lindo también con su señora, Rosalba D’Atri, y cuando nos mudamos a la avenida Perón esto era un desierto, no había nada de nada en la zona, sólo dos o tres casas vecinas y una era, enfrente, la de don Raúl D’Atri. Siempre fueron excelentes vecinos”, recuerda Dadan sobre el fundador de este diario.

 

Nidia aporta que en la casa de al lado del vivero “vivía ‘Copete’ Di Nápoli, el papá del intendente, y en la zona no había luz, así que las tres columnas que se ubican acá las compramos nosotros porque las necesitábamos para el negocio. Incluso los chicos de la Cooperativa las ubicaron de manera tal que apuntaban hacia el negocio”.

 

El crecimiento de la ciudad capital, el avance de Toay y la preponderancia de la Avenida Perón como vía de comunicación directa entre las dos ciudades modificaron sustancialmente el paisaje geográfico y urbano de la zona y el Vivero Dadan quedó en un lugar estratégico.

 

“La particularidad es que hoy encontrás de todo, tenemos muchísima mercadería y la ferretería le fue ganando espacio al vivero. Pero siempre fuimos muy demandados en ese rubro y cuando se tomó la medida de no poder abrir los domingos (desde 2013 está vigente en la provincia la denominada ‘ley de descanso dominical’ para los comercios de más de 40 metros cuadrados) nosotros estuvimos en contra porque justamente era el día de más trabajo, porque es cuando la mayoría de la gente descansa entonces aprovecha para hacer cosas en su casa y venían muchísimo al negocio. Incluso nuestros empleados se desafiliaron del gremio porque ese pago extra por domingo les servía muchísimo, los ayudaba un montón en su economía, pero en ese momento no quisimos tensar la cuerda y acatamos lo que se dictó, por supuesto”, destacó Rubén.

 

Lugar en el mundo.

 

Tanto Nidia como Rubén cuentan anécdotas, dan detalles del negocio y se divierten juntos con bromas y chistes. Asumen su lugar y sonríen cuando admiten que el trabajo diario los sigue prácticamente las 24 horas.

 

“Por ahí nos pasa que vamos a una cena baile o evento y alguien se te acerca y te dice: ‘che, sé que no es el momento, pero vos sabés que tengo un problema con los pinos…’. Y bueno, es así, a nosotros igual nos gusta mucho todo lo que es atención y a eso no lo perdimos nunca”, dice Rubén.

 

“La gente te hace sentir que vale la pena, nosotros estamos 10, 11 horas por día acá y los domingos salimos a dar la vuelta del perro. Y todo el tiempo te cruzás clientes que se acercan y charlan y te cuentan, y nos encanta”, añade Nidia. Y ambos no tienen dudas de que, mientras mantengan esa vitalidad, seguirán detrás del mostrador, rodeados de plantas o entre las estanterías.

 

“Estamos bien de salud entonces seguimos, pero creo que es un ida y vuelta, estamos bien de salud porque estar acá y poder hacer lo que nos gusta es lo que nos genera esa buena salud”, reflexiona Rubén. “Y sí, nos sentimos felices”, dice Nidia con su mejor sonrisa. Y en esa sencillez se condensa la fórmula del éxito de Dadan, que es mucho más que un vivero. Es una forma de vida.

 

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