Jueves 10 de julio 2025

Plomo: una acumulación peligrosa

Redacción 26/10/2013 - 04.06.hs
Toneladas de plomo quedan todos los años esparcidas en los campos donde se realiza caza menor. En Córdoba, Santa Fe y La Pampa, en los últimos años creció el turismo cinegético que tiene como foco de atracción a las palomas y otras aves.
Se calcula que un cazador de palomas realiza entre 500 y 800 disparos por día. Cada cartucho contiene alrededor de 23 gramos de plomo en perdigones. Las excursiones, dentro de los paquetes de turismo cinegético, suelen durar de 3 a 5 días.
Según estos números y haciendo una cuenta muy básica, cada cazador libera al ambiente más o menos 55 kilogramos (55,2 kgs.) de plomo por excursión.
Observando a los perdigones, pequeñas bolitas de plomo de apenas unos milímetros de diámetro, y teniendo en cuenta que con cada disparo se dispersan en decenas de metros cuadrados y a cierta distancia del cazador, es difícil imaginar cómo pueden afectar productivamente un suelo. Pero todo lo que sube baja; y los perdigones también.
No hay datos puntuales sobre la cantidad de cazadores de aves que ingresan por año a La Pampa, pero sí para el caso de Córdoba (alrededor de 9.800) y de Santa Fe (unos 4.000), dos de las provincias que ya han mostrado alguna preocupación por las implicancias de la actividad. El suelo cordobés acumula así más de 540 toneladas de plomo por temporada, y más de 220 Santa Fe; por si fuera poco, localizados en algunos pocos campos.
Teniendo en cuenta entre 10 y 15 años de explotación turística intensiva, esto da como resultado una cifra que bien puede ser equiparada con la de una contaminada área industrial. Y esta actividad, en ambas provincias, se realiza en zonas de alta producción agrícola y ganadera.

Advertencias.
En La Pampa se da algo similar pero -todavía- en menor escala: ya se le vio la veta comercial a la caza de paloma, fundamentalmente en los departamentos del norte, por ser esta ave una verdadera plaga, y la zona también aquí coincide con las mejores tierras y las más productivas en términos agrícolas.
A la primera advertencia concreta la dieron profesionales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), que en estudios realizados hace algunos años detectaron niveles de acumulación de plomo en semillas y granos de soja muy superiores a los valores normales -cabe aclarar que la planta naturalmente extrae y acumula éste y otros componentes del suelo-.
La contaminación se da de la siguiente manera: las municiones remanentes que quedan en el suelo después de los disparos que no dieron en el blanco, con el tiempo, empiezan a degradarse y a liberar sales biodisponibles que pueden terminar en la vegetación, el agua, e incluso en la fauna, fundamentalmente en aquellas aves que confunden los perdigones con piedritas que necesitan para completar su digestión (ver recuadro).
Por otro lado, dependiendo de los factores ambientales, la aparición de estas sales biodisponible será más rápida -en humedales- o más lenta, pero a la larga se produce. Y así también, tarde o temprano ese plomo se incorpora a la cadena alimentaria.

 

En semillas y granos.
"La gravedad de la situación en Córdoba pasa por que hemos detectado niveles de acumulación en semillas y granos por encima de lo permitido como alimento. Cuando uno hace el circuito y ve que un tóxico se incorpora en suelo, va al agua y que hasta pasa a los alimentos, uno abre los ojos", sostuvo María Luisa Pignata, investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC y directora del Área de Contaminación y Bioindicadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), a través del cual se viene trabajando sobre el tema.
Comprobado ya que la planta de soja que crece en áreas de caza intensiva de palomas acumula más plomo que en otras, Pignata está abocada ahora a hallar una "remediación de suelos", usando plantas modificadas genéticamente para cumplir con la extracción del metal.
La investigación todavía está en su etapa inicial, pero apunta en todo momento a "remediar" un suelo, es decir, a actuar como última instancia cuando el daño ya está hecho y el terreno comprometido productivamente.
Lo cierto es que hasta el día de hoy, la acumulación de plomo en estos campos es irreversible.

 

Ecosistemas.
Está claro que la degradación de un perdigón no se dará de la misma manera en un ecosistema terrestre que en uno acuático. Abocada a estos últimos está Andrea Cascelli, de la Facultad de Ciencias Veterinarias, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil).
"En la mayoría de los países se empezó a trabajar con la restricción de plomo primero en los ecosistemas acuáticos, porque el agua en contacto con los perdigones facilita la intoxicación. En los ecosistemas terrestres la liberación es más lenta pero igualmente se da", explicó.
Mientras Cascelli se centró en analizar cómo afecta el plomo a las aves -trabaja principalmente con anátidos (patos)-, María Luisa Pignata se encargó de hacer análisis sobre suelos y vegetación. "En Córdoba la caza está muy desarrollada en zonas donde hay cultivos. Comenzó hace 20 años o más y como supone grandes ingresos, el gobierno alentó la actividad, que atrae sobre todo a cazadores extranjeros. La paloma, por otra parte, es una plaga, y se pensó que era una buena manera de controlarla", indicó.
Y agregó: "Es una actividad que genera mucho dinero y favorece a unos pocos, que son los que desarrollan el negocio. Suelen tener estancias propias e incluso alquilan por día campos sembrados con determinados cultivos para que los cazadores puedan entrar y cazar".

 

Alternativas.
Quienes están involucrados en el tema se apuran en aclarar que la idea no pasa por prohibir la caza sino por buscar alternativas a los perdigones de plomo.
En Europa, que lleva varias décadas de adelanto en la materia, los países donde se prohibió el uso de perdigones de plomo implementaron municiones con aleaciones de metales en base al zinc y níquel. En nuestro país, se podría recurrir al bismuto, tungsteno y se está probando un tipo de polímero inyectado, pero estas municiones terminan resultando más caras.
Se hicieron pruebas, incluso, con plomo revestido, pero se comprobó que el problema sólo se extendería en el tiempo pero no se solucionaría: tarde o temprano la cobertura también se degrada.
De la industria con presencia en Argentina, la empresa Fiocci es la que hizo punta anticipándose a lo que podría ser en el futuro una restricción nacional al uso de plomo, ya ha hecho la primera importación desde Alemania y estarían en condiciones de lanzar pronto el primer cartucho de acero no tóxico.

 

Desafíos.
El desafío, entonces, pasa por modificar -no prohibir- una práctica que está muy arraigada. "La caza es algo natural en el ser humano, el tema es cuánto cazar, cómo y dónde", opinó Andrea Cascelli y añadió: "Si uno caza animales que están en abundancia, en sitios en los que está permitido, y con una sustancia no tóxica, está muy bien. Es preferible comerse un animal de caza que un pollo de criadero o una vaca de feed lot. Por eso no queremos pelearnos con la gente que caza sino valorar el recurso, porque si uno lo valora, el recurso no se termina".
Por su parte, Pignata resaltó: "El control de la calidad de los suelos depende del gobierno. Si el gobierno de una provincia está permitiendo una actividad como el turismo cinegético que va en desmedro de otra, que podría ser la agricultura, debe plantearse a qué darle prioridad".
El problema está instalado. No es agudo, es una intoxicación crónica y silenciosa; pero está.

 

Cero legislación.
A partir de los trabajos, por separado, de María Luisa Pignata y de Andrea Cascelli, tanto Córdoba como Santa Fe empezaron a controlar la actividad cinegética sobre aves -con pro y contras en las redacciones finales de las resoluciones correspondientes- y de a poco el resto de las jurisdicciones comenzaron a tomar conciencia. La Pampa también restringió la caza de patos en casi todos los departamentos y puntualmente protegió las áreas de humedales correspondientes a los bañados del Río V, en el norte.
Pero la caza de paloma sigue extendida y en crecimiento, de la mano del corrimiento de la frontera agrícola y la presencia de algunos cultivos que atraen particularmente a esta ave.
A nivel nacional, la senadora Norma Morandini redactó un proyecto de ley que ya tuvo que presentar dos veces en la Cámara alta sin obtener todavía tratamiento en las comisiones correspondientes. La primera data del año 2010 y la última de 2012. Ambos llevan la carátula de "Proyecto de ley prohibiendo la comercialización, venta y uso de municiones que contengan plomo en el ejercicio de la caza menor, deportiva y comercial".
Se dice, las presiones en contra son muy fuertes.

 

Plumbismo.
Antes de los estudios en suelos, la incidencia sobre el ambiente de la caza intensiva con munición de plomo se evidenció en aves: empezaron a aparecer ejemplares con severas intoxicaciones y en algunos casos mortandad. Los investigadores hallaron perdigones en sus sistemas digestivos. ¿Cómo habían llegado allí? Algunas especies necesitan ingerir pequeñas piedras para completar su digestión y en estos casos, terminaron confundiendo los perdigones que, una vez en el organismo, intoxicaron al espécimen. De esta manera, el plomo también
ingresó en la cadena alimentaria del ser humano: el pato ingiere el perdigón, el hombre come al pato, el hombre se intoxica. También se hicieron estudios sobre los valores de plomo en la carne de caza, y en el orificio donde se produjo el impacto, resultaron ser altos.
Esto no significa de modo alguno que haya riesgo de vida para quien ingiera ocasionalmente carne de caza, pero resta establecer qué sucede con quienes lo hacen habitualmente y en qué medida los afecta. La caza se suma así a las posibles causas de plumbismo o intoxicación por plomo. Es posible que sea de incidencia mucho menor que, por ejemplo, vivir en una zona industrial contaminada, pero igualmente está presente. (F.G.C.)
Fernando M. Carrillo
Redacción de La Arena

 


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