Granos y oleaginosas: la producción creció 433% en 50 años
La producción creció en medio siglo 5.268.436 toneladas entre cereales y oleaginosas. Logró este incremento en un área cosechada que creció apenas un 63,6%, de 1.061.920 a 1.737.611 hectáreas.
JUAN JOSE REYES
En medio siglo la productividad del campo pampeano creció 433%, con una suba de 5.268.436 toneladas de cereales y oleaginosas. En la campaña 1973/74 la producción fue de 1.534.550 toneladas, y en la pasada 2023/24, cerró con récord histórico de 6.802.986 toneladas. Lo más notable es que el área cosechada entre ambos períodos creció apenas el 63,6% pasando de 1.061.920 a 1.737.611 hectáreas.
En otras palabras, La Pampa genera hoy el 6% del total producido de maíz, soja, girasol, cebada, trigo y maní del país. La pregunta aquí es, a quién se le imputa este fenomenal incremento productivo. No solo por los avances tecnológicos vinculados al INTA y a la UNLPam; al chacarero local propiamente dicho de una vasta zona donde los regímenes pluviométricos no son los más aptos, pero sin dudas al desarrollo de la biotecnología, la genética y los tan “denostados” agroquímicos, insoslayables en este nuevo esquema de crecimiento agrario.
La agricultura en La Pampa inició un desarrollo agrícola exponencial cuando en el cuadrángulo noreste se llenó de productores ávidos por producir más. Llevaban allí mucho tiempo labrando la tierra junto a la ganadería de engorde intensiva y las tierras agrícolas escaseaban. Las “regiones marginales” del noreste, centro-sur y de la estepa estaba dada en las deficiencias edafológicas, escasez de lluvia, rigurosidad del frío e intensidad del viento.
En 1974 hace medio siglo atrás, las deficiencias se mantenían, pero el avance agrícola hacia el noroeste y al sur de la ruta nacional 35 puso de manifiesto otra matriz productiva. El agro migró hacia otra frontera productiva cuasi inexplorada para el agro que culminó quitándole lotes de pastoreo y engorde al ganado bovino.
Directa y expansión.
En el devenir de la explosión agrícola de los años 70 y con el posterior surgimiento de la siembra directa con 1.534.550 toneladas entre los cuatro principales granos de la época, el abundante trigo (603.500 toneladas); el sorgo (421.000 toneladas); el maíz con 217 mil y el Centeno con 185.000 toneladas empezaron a adaptarse a la nueva agricultura mundial.
Por aquella época eran muy incipientes tanto la soja (22.400 toneladas) como el girasol y la cebada con 6.100 y 1.800 toneladas respectivamente. Era todo un desafío cultivar en zonas donde las tierras permanecían duras por la falta de laboreo, la rigurosidad del viento desgranaba los trigos y la escasez de lluvias representaba un obstáculo para la producción en secano.
Ese fue el panorama que debieron afrontar los chacareros de hace 50 años en aquella pampa ganadera por excelencia. Sin embargo, el desarrollo de la investigación y extensión agropecuarias por parte del INTA y la UNLPam fueron significativos en nuestra corta historia como provincia. Desde allí comenzó una gran difusión de los saberes agrícolas en toda la región y aquella frontera rural empezó a cambiar en parte por los precios internacionales que comenzaban a despegar y al surgimiento de la soja como la vedette de los años 90.
Fenómeno exponencial.
Es indudable que buena parte de ese fenómeno exponencial del crecimiento fue la aparición de los agroquímicos y los fertilizantes. En La Pampa se configuró en cuatro eslabones centrales: la investigación científica y tecnológicas innovadoras de INTA y UNLPam, la producción intensiva mediante en la siembra directa bajo el paraguas del surgimiento de insumos químicos, la mecanización del proceso agrícola y la protección de cultivos mediante agroquímicos.
Aquellos representaron el gran sostén del acrecentamiento de la producción agropecuaria, teniendo en cuenta el rol imprescindible que constituyen en el paquete tecnológico de la producción agrícola moderna y regional. Se estima que, en las zonas tradicionalmente agrícolas de la provincia, la multiplicación en los rendimientos alcanzó una tasa superior al 5% anual con la incorporación de estos productos cerrando la inédita campaña 2023/24 con 6.802.986 toneladas de cereales y oleaginosas (soja, maíz, trigo, maní, girasol y cebada) es decir un crecimiento real del 422% en los últimos 50 años.
En otras palabras y yendo hacia el lado monetario, hablamos de un valor de mercado en Chicago del orden a los U$S 1.334 millones antes de impuestos y retenciones. Se presume que el sector agrícola proseguirá esa evolución con una tasa de crecimiento de la superficie sembrada de cereales y oleaginosas equivalente al 7% entre 2024 y 2030 y al 9% entre 2030 y 2040 (2,3 y 3 millones de hectáreas respectivamente). Con estas proyecciones se alcanzarían los 12 millones de toneladas antes de 2050.
La revolución genética.
Este modelo se origina con la denominada Revolución Verde, la cual es entendida como un modelo de asistencia agrícola que fue exportado a otros distritos dentro de la Pampa Húmeda Marginal. Podemos identificar cuatro eslabones centrales con los cuales se configuró esta “modernización” genética y de organismos genéticamente modificados aplicados a la agricultura regional: En primer lugar la investigación científica y la innovación tecnológica del mundo desarrollado que llegaron a nuestra zona.
Segundo el comienzo de la producción intensiva mediante la implementación de fertilizantes y el corrimiento de la frontera agropecuaria del norte contiguo a Buenos Aires hacia la zona sur. En tercer lugar la mecanización del agro uso intensivo del tractor, cosechadoras y sistemas de irrigación y en último lugar la selección genética, desarrollo e implementación de nuevas semillas de alto rendimiento en la zona norte.
Hubo en la región dos etapas históricas. La primera se remonta a los programas de desarrollo de semillas híbridas de alto rendimiento (trigo y maíz) llevados a cabo durante los años 70. Empero, fue durante década de los 90, con el surgimiento de precios impensados fundamentalmente de la soja pero también del maíz y girasol, afianzándose como concepto y como modelo productivo en La Pampa.
El ingreso de granos transgénicos en maíz y soja generó márgenes de corrimiento de la frontera agropecuaria, maicera y sojera, la cual pareciera no tener límites a pesar de la “vuelta” de la ganadería con altos estándares de genética. Con estos cambios en La Pampa el ciclo agrícola que antes iba de Este a Oeste y de Norte a Sur y ahora bajo el nuevo paradigma va de Oeste a Este y en menor proporción de Sur a Norte.
Este año se relevaron 2,27 mill/ha tanto sea en cultivos agrícolas de ambas campañas (fina y gruesa); de uso ganadero; potreros y desperdicio. Para la Zona Norte que abarca cinco departamentos se utilizaron 1.116.315 hectáreas (49%) y en la Zona Centro-Sur para los restantes siete departamentos, 1.153.352 hectáreas.
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