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Jueves 11 de diciembre 2025

Entre la medicina y el fútbol

Redacción 02/01/2011 - 05.49.hs
Un sueño: que la fecundación in vitro se pueda hacer en Santa Rosa. Estudia para seguir creciendo en su profesión, y hoy es feliz asistiendo nacimientos. Unos mil partos fueron atendidos por Nicolás.
MARIO VEGA
"Si alguien me hubiera podido asegurar que iba a jugar en la primera de Boca, o que hubiera llegado a ser jugador profesional no tengas dudas: hubiera elegido ser futbolista, más allá que la medicina también me gusta muchísimo y estoy muy contento con lo que hago. Pero el fútbol...". La frase sorprende, porque viene de alguien que, a esta altura -muy joven todavía, recién ronda los 38- es un reconocido médico dedicado a la ginecología y la obstetricia.
La chaquetilla blanca de médico, la pelota bajo un brazo, sus hijas revoloteando en derredor, y Nicolás que se presta resignado para las fotos. Estamos en el parque de su hermosa casa en Villa Martita, acaba de llegar del Sanatorio y, todavía enfundado en su "traje" de facultativo, nos atiende solícito. Más bien tímido, de pocas palabras aunque de sonrisa fácil, le gusta contar sus vivencias.
"Leo las notas de los domingos y a veces me dan ganas de sugerirte algunos nombres", dice enseguida, mientras Amparo (6 años) aletea inquieta muy cerquita tratando de llamar su atención. "Es la del medio", señala el padre, mientras agrega que la mayor es Olivia (8) y el menor Alfonso (2 meses y medio) que acaba de emprender la retirada junto a su mamá, Valentina Alba.

El "doctor" del fútbol.
Después de la sesión de fotos Nico se suelta en la charla, sobre todo si se trata de hablar de fútbol. Siempre me llamó la atención verlo, poco después de mediodía, llegar a la práctica de algunos de los clubes que lo tuvieron como jugador, con la chaqueta de médico todavía puesta y los botines en la mano. Una imagen por lo menos desacostumbrada. Y también me ha sorprendido el trato con sus compañeros, o sus rivales que, es fácil advertir, lo respetan de una manera especial. Algo que pasa sin que tenga que ver con su condición de "doctor", y sí más vale con su humildad para no hacer notar otro tipo de diferencias.
Pasa en algunos planteles que un profesional sea mirado con cierta dosis de susceptibilidad, y que se lo hagan notar al recién llegado. Se lo digo y se ríe Nicolás: "Me pasó cuando vine a Mac Allister... pensaban que llegaba el médico del equipo, y el 'Corcho' Domínguez me miraba como diciendo: ¿jugará algo al fútbol el viejito este? Pero después se dieron cuenta que era uno más...".
Es un médico reconocido, integrante de una familia en la que papá Carlos Alberto, y sus hermanos Carlos y Camilo, también lo son. "Y también mi tío, Marcelo, y mi primo Santiago. El único que se 'salvó' es 'Fuya', mi tío y padrino, que es pianista aunque es abogado pero nunca ejerció, y mi esposa que es arquitecta".

 

Deportes y amigos.
Todos los Muñoz son de la zona de Toay, y después que Carlos Alberto se recibiera en Buenos Aires y volviera a La Pampa acompañado de María José, se instalaron en Villa Alonso. "Ahí viví toda mi niñez, hice la primaria y buena parte de la secundaria en el Domingo Savio, y los dos últimos años en el Normal. ¿Deportes? Todo el tiempo... fútbol con los amigos, en el Colegio y en el patio de la Escuela 143, con mi gran amigo de toda la vida, Agustín López Scala, que era un crack pero nunca quiso jugar. Pero también natación desde los 5 años entrenando con Patucho Alvarez, y básquet desde los 7 u 8... En natación con Marcos Paz, Pablo Blanco, aunque son algo mayores que yo, Mauri Paloma, Andrea Paz; y en básquet con el Gordo (Marcelo) Pedehontaá, también Mauricio Paloma que le hacía a todo, Mauri Ferretti, Mauro Rovito y nos entrenaba Sergio Signorelli. Pero además el tenis, y la pelota a paleta porque mi papá jugaba, y con mi hermano Camilo llegamos a hacer una buena dupla. Y tengo una anécdota con eso: resulta que a los 12 años más o menos me fui a probar a Belgrano para fútbol, pero una vez me agarró 'Patilla' Kruber y me dijo: 'usted es ese que juega a eso de la paleta... bueno, yo quiero jugadores de fútbol, así que tiene que elegir'. Y no fui más, hasta que aparecí en la escuelita de fútbol de Santa Rosa junto con muchos de los chicos que ya conocía, y otros que conocí allí, como el Lichi Ranocchia, que era lejos el que mejor se vestía y la envidia de todos: los mejores buzos de arquero, los mejores guantes, los mejores botines... una pinturita. De toda esa época me quedaron muchísimos amigos... Llegué a los 16 a jugar en primera, y aunque en las inferiores era wing izquierdo me mandaron a la defensa, y jugué en un equipo que dirigía El Toro Sánchez en el que estaban Gustavo Díaz, Ricardo Pisacco, el Tano Savarese, Lucio Gamaleri, Mario Montigni, Tito Mansilla, Alberto Munguía, Mario Castillo y Víctor Nicollier".

 

Mandato familiar.
"Pero bueno, cuando llegó el momento tuve que ir a Buenos Aires a seguir el mandato familiar, y pensé que ya no iba a jugar. Empecé Medicina en la UBA, pero el fútbol siempre tira. Un día Alberto Jorge me propuso probarme en Ferro donde Carlos Griguol ya me conocía. Quedé, pero entrenaban en Pontevedra, muy lejos, me quitaba mucho tiempo para el estudio y no fui más. Pero apareció Rodolfo Talamonti, que había entrenado a Atlético Santa Rosa y me propuso hablar con Pekerman y probarme en Argentinos, y allí fui. Estuve tres años y llegué hasta la reserva, pero había muchísimos jugadores y me di cuenta que iba a estar difícil... de todos modos compartí equipos con muchachos que después fueron figuras, como Leonel Gancedo, Dolberg, Traverso que jugó en Boca...".
Se dedicó allí sí de lleno al estudio y obviamente se recibió. "Sí, era buen alumno, 7, 8, bien en general, aunque reconozco que el fútbol atentó para que tuviera un mejor promedio final. Tenía claro que quería ser médico cirujano, porque cuando más chico me interesaba seguirlo a mi padre, verlo en alguna operación, entrar al quirófano... Después vino la residencia en el Hospital Anchorena y en el Británico y en el 2002 estaba listo para volver. Empecé a trabajar en el Lucio Molas primero, y también en el Sanatorio Santa Rosa, hasta que me cansé del Hospital... Un compañero me hizo dar cuenta: 'Te faltan 25 años para jubilarte, ¿qué vas a hacer?'. Y me fui", cuenta.

 

El futuro.
Y sigue: "La verdad es que me gusta mucho la medicina ginecológica, ayudar a que un buen número de mujeres que llegaron a consultar porque no podían quedar embarazadas hayan cambiado su situación me ha dado grandes satisfacciones. Por suerte trabajo en un área de la medicina que tiene más alegrías que tristezas, y me gratifica mucho. Tengo sueños, claro que sí, en mi profesión y acerca de mis hijos. Que sean lo que quieran ser, y si eligen esta profesión está bien... Olivia se parece más a la mamá, y Amparito siempre me sigue, y le gusta ir al sanatorio y husmear, así que no sé. ¿Si Alfonso quiere ser futbolista? Sí, bárbaro, que hagan lo que les gusta, más allá si la profesión es redituable o no... Lo importante es que sean felices con lo que elijan".

 

Cuando jugaba en la quinta de Macri.
Se dio algunos gustos Nicolás. "Jugué cuatro mundiales de fútbol de médicos, y estuvimos en Cannes, Saint Tropetz, Suiza y Hungría, y también en torneos que se hacían en la quinta de Mauricio Macri", recuerda.
"¿Quiénes jugaban? Los mejores... A mi me tocó con Pipo Gorosito y Luis Islas. Mauricio era muy malo y sus compañeros muy buenos, pero él era capitán, le dejaban servida la pelota para que hiciera goles y pateaba los penales.. Y además los árbitros le cobraban a favor ¿Qué le iban a decir?".
Y sigue: "Mi novia, hoy mi señora, tuvo un aguante bárbaro, me acompañaba y aprovechaba a hacer sociales y tomar sol. Estuvimos 8 años de novios y en el 2000 nos casamos. Me sigue soportando, y lo único que se preocupa es porque no pase vergüenza, que si veo que no estoy para jugar me retire".
"Lo pensé muchas veces, pero se dan las cosas y sigo. Iba a jugar un par de años y pasaron varios. Cuando llegué ganamos el Provincial con Mac Allister; el año pasado hice para Belgrano el gol del campeonato frente a All Boys y parecía la despedida ideal, estaba toda mi familia en la cancha, pero es más fuerte que yo. Digo que no voy a llegar a los 40, pero voy a seguir jugando picados, el torneo de profesionales, lo que sea".
Cuenta una anécdota: "Me han gritado de todo. Una vez una hincha muy hincha me insultó tanto que me sacó: 'Muñoz, con vos jamás me atendería, trolo...', cualquier cosa me decía. Me hartó y cuando fui a hacer un lateral le dije algo: 'Estás equivocada... soy médico, no veterinario'. Se sorprendió, porque nunca actuó así, pero después me siguió matando. Ahora me gritan menos, pero el fútbol es así".

 

Un pasado patricio.
Hace algunas semanas Romina Maraschio publicó en Caldenia una nota sobre un legado familiar de Nicolás Muñoz y sus hermanos, también médicos igual que su padre. Son descendientes de Cosme Mariano Argerich, quien siete generaciones atrás se graduó de médico y participó de la gesta de Mayo de 1810. Por parte de mamá, María José González Moreno, los hermanos Muñoz tienen un pasado patricio. Con la humildad que es parte de su personalidad Nicolás admite el vínculo y quizás alguna influencia de aquel pasado, aunque seguramente fue más fuerte el ejemplo de su papá, Carlos, reconocido médico cirujano.

 


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