Sensación de justicia por la condena de los asesinos de "Paco" Urondo
"Estoy un poco conmovido, después de tanto tiempo y esfuerzo, llegar a la sentencia es como que uno siente una sensación de mucho alivio, es un poco confusa la sensación pero me parece que las cosas empiezan a estar donde debían estar". La reflexión de Javier Urondo suena serena luego de las horas de tensión y angustia por el juicio que llegó a su final el pasado viernes, en Mendoza.
Ese día, la justicia de esa provincia condenó a prisión perpetua a cuatro acusados por crímenes de lesa humanidad, entre ellos el asesinado del poeta y militante montonero Francisco "Paco" Urondo. La pena máxima, que deberán cumplirla en una cárcel común, les fue impuesta por el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 mendocino al comisario general retirado Juan Agustín Oyarzábal, al ex comisario Eduardo Smaha y a los suboficiales policiales retirados Celustiano Lucero y Luis Alberto Rodríguez.
Las perpetuas fueron aplicadas al ser considerados cada uno de los imputados "coautor mediato penalmente responsable de los delitos de privación abusiva de la libertad agravada, por violencia y amenazas", "imposición de tormentos agravada por la condición de perseguido político de la víctima" y "homicidio calificado con alevosía por el concurso premeditado de dos o más personas", definidos como casos de lesa humanidad.
Si bien en principio eran diez los acusados, en el transcurso de los 11 meses del juicio falleció el general Juan Pablo Saá y fueron separados del debate por razones de salud el general Mario Lépori, el coronel Tamer Yapur y el suboficial de la Policía Agustín Fernández.
"El juicio se hizo en una sala muy chica, más que estar frente a frente casi nos sentíamos respirar, las miradas eran muy terribles, las audiencias tenían esa cosa intimidatoria..., porque la gente que declaró y sobrevivió tenía a quienes fueron sus torturadores y violadores a menos de tres metros. Se vuelve a representar la violencia después de muchos años. Es terrible, pero había que pasarlo, no hay otra opción para quedar más preservado. Es así", comentó Urondo a Radio Noticias sobre lo vivido en los tribunales.
Paco Urondo fue asesinado el 17 de junio de 1976. Unos meses antes, había sido enviado por Montoneros para comandar "la célula" en Cuyo. Fue sorprendido en una emboscada, en Guaymallén. En el Renault 6 que conducía el poeta, iban su mujer Alicia Raboy, su pequeña beba Angela (11 meses) y otra integrante de Montoneros, la docente Renée Ahualli, única sobreviviente que pudo relatar cómo fue la masacre. Cuando Urondo se vio rodeado por los autos y la balacera, les dijo a sus compañeras que había ingerido la pastilla de cianuro y les pidió que huyeran. Lo de la pastilla no era cierto, quedó solo frente a los policías y uno de ellos lo ultimó luego que lo molieran a golpes.
"Hay una diferencia entre la justicia y lo justo, que es lo que genera la sensación ambigua sobre si la justicia es justa. La justicia repara lo que puede reparar y en el tiempo que se repara, pasaron 35 años..., pero en términos comparativos e históricos España, por ejemplo, no tuvo sus juicios de la verdad y han pasado muchos más años. No está mal lo que pasa acá respecto al mundo, igual siguen siendo 35 años en los que esta gente siguió cobrando, trabajando como si nada hubiesen hecho. No perdieron su status pese a las atrocidades que cometieron y que se ventilaron en el juicio, lo cual es terrible que uno tenga un Estado que paga sueldos a gente que ha torturado y matado en nombre de ese Estado", reflexionó.
Urondo, sin embargo, se mostró muy satisfecho porque se haya desarrollado el juicio como corresponde. "Yo no quiero parecerme en nada a estos señores, quiero que tengan el juicio más justo que se pueda, el que nosotros no tuvimos. Algunos de los acusados se murieron, otros que se enfermaron, hubo mucha gente que zafó muchos años y vivió muy bien de sus jubilaciones, pero bueno, está bien, es el proceso que se pudo dar", analizó.
Tres comunicados
Javier tenía 19 años cuando su padre murió y la noticia la conoció a través de un diario, La Razón. Recordó que entonces hubo tres comunicados oficiales que relataban de manera diferente la forma en que había muerto "Paco".
"Yo me entero por el diario y después mi hermana, la que está desaparecida, me confirma que efectivamente era mi viejo. Hay un comunicado, que fue parte de la prueba, desde Mendoza, otro de Menéndez y otro oficial y todos relatan de distinta manera la forma cómo muere. No se ponían de acuerdo en cómo mentir, increíble", recordó.
Javier, que tiene un restaurante llamado "Urondo" en el barrio porteño de Caballito, afirmó que siempre tuvo una relación "muy estrecha" con su padre, y que éste entró en la militancia de la mano de su hermana, Claudia Josefina, desaparecida desde el 3 de diciembre del '76.
"Compartí muchas cosas y estuve con él en momentos, en lugares y con personas que en ese momento no tenía dimensión de quiénes eran, y ahora tomo conciencia y me parece increíble.
Durante muchos años sólo se rescató el poeta, pero yo tengo como un plus que es la devolución de la gente por lo público de mi viejo, y asumí la responsabilidad de usarlo como traccionador en las causas porque la resonancia de su nombre ayuda a otros que son más anónimos", señaló.
En la esquina de Guaymallén donde fue asesinado Urondo hay una placa con una de sus frases más recordadas: "Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos". Desde el pasado viernes esa afirmación adquirió un poco más de sentido.
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