Pucci dice que lo culpan por su pasado
Salvador Pucci (59 años), el único acusado por el crimen de Miriam Flores (25), cuyo cuerpo apareció el 1 de junio de 2010, cerca de Casa de Piedra, con un billete de un dólar en la boca, negó toda vinculación con el homicidio y atribuyó las sospechas en su contra "a mis antecedentes", en alusión a que en 1989 fue condenado a prisión perpetua por el asesinato de su esposa, Sebastiana Lara. De ese hecho -nunca apareció el cadáver ni el arma- también se declaró inocente.
El testimonio de Pucci fue lo más relevante de la primera audiencia del juicio oral y público que se desarrolla en la Cámara en lo Criminal 1 de Neuquén. El está procesado, con prisión preventiva, por el delito de homicidio agravado por alevosía en perjuicio de su presunta pareja.
Flores, de nacionalidad paraguaya, apareció sin vida a un costado de la ruta 152, entre Casa de Piedra y Puelches. Los fiscales Alfredo Velasco Copello y Sandra González Taboada dijeron que "presumiblemente" el imputado mató a la joven el 5 de mayo de 2010 en la ciudad de Neuquén.
Antes de que Pucci comenzara con su extensa declaración -informaron medios de esa provincia-, su abogado particular, José Quintero Marco, planteó una serie de nulidades por entender que se había vulnerado el derecho de defensa de su cliente. Los fiscales lo negaron y el tribunal integrado por los jueces Mario Rodríguez Gómez, Andrés Repetto y el subrogante Héctor Dedominichi rechazó esos pedidos.
"Tenía derecho a roce".
Las pruebas en contra del acusado son declaraciones testimoniales, huellas dactilares y llamadas telefónicas. Pucci se defendió de todas. "Si no declaro, es probable que me condenen", dijo. Sostuvo que es sospechoso por "mis antecedentes" y contó que en noviembre intentó suicidarse en la cárcel, aunque no explicó los motivos.
Al hablar de su relación con Flores, detalló que la conoció en 2007 cuando la empleó para que cuidara a su madre. Ella murió al año siguiente y Pucci le permitió a la víctima quedarse en la casa "porque no tenía adónde ir", aunque aclaró que "nunca la tuve como pareja". No obstante decir que mantiene una relación de pareja con otra mujer y que tiene un hijo de tres años, aceptó que "vivía en mi casa" y que "tenía derecho a roce".
Apenas entró a la sala, expresó: "Vengo contrariado a defenderme. No tendría que declarar. Vengo a demostrar que no se ha respetado el principio de inocencia". Cuestionó la evidencia recolectada por la fiscalía durante la instrucción de la causa y cuestionó la actuación de los peritos policiales porque "hicieron todo mal".
En su declaración recordó la desaparición de su mujer, en 1989, hecho por el cual fue condenado a 20 años de prisión, aunque cumplió 12. "No soy viudo, soy casado", afirmó, y "si ella aún está en el padrón electoral es porque está viva". Agregó que su cuerpo "nunca apareció" y que a pesar de ello fue condenado "sin cadáver y sin testigos".
Al momento del crimen, Flores trabajaba en el hogar de ancianos Los Alelíes, de Neuquén, luego de haber ejercido como prostituta en una casa de masajes.
Uno de los testigos clave es un trabajador rural que afirma haber visto a Pucci cerca de donde apareció el cuerpo de Flores. Había sido citado para declarar en el juicio, pero por un error en la dirección que figura en el expediente no han podido encontrarlo. El imputado dijo que el testigo miente, al indicar que unos días antes del hallazgo del cadáver, el hombre encontró la cartera de la mujer y no hizo la denuncia. También cuestionó la huella digital suya que encontraron en la camioneta del peón, y sugirió que la 'plantaron' para incriminarlo. "Está dibujada", fueron sus palabras.
En un primer momento, el expediente estuvo en manos de los jueces de instrucción de General Acha, Alvaro Reyes y Manuel Alvarez -de hecho el cuerpo de Flores fue trasladado a la morgue de esa ciudad-, pero finalmente éste último se declaró incompetente y trasladó el caso a la justicia neuquina.
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