Domingo 20 de julio 2025

El cielo y su dimensión analógica

Redacción 16/05/2016 - 01.02.hs

Un equipo periodístico de LA ARENA surcó el cielo de Santa Rosa en una de las aeronaves del Aeroclub pampeano, la institución que el próximo mes cumple 80 años y que lo celebra con una cena.
"5.000 metros de visibilidad, nubosidad variable, 12º de temperatura". La voz dulce de una mujer se oye camuflada por una leve fritura. "¿Cuál es su intención Hotel-Gol-Delta?", dice la misma voz instalada en la torre de control del aeropuerto de Santa Rosa. El que contesta es el piloto del Cessna 180 que a las 18.07 de un domingo de otoño está por despegar en medio de un cielo enrarecido. Se llama Ignacio Arca, tiene 75 años, es aviador desde hace 50 y piloteó durante más de dos décadas el avión de la provincia. También es el actual presidente del Aeroclub Pampeano, una institución que el próximo 30 de julio celebrará su 80 aniversario. "La intención es sobrevolar la ciudad", dice Arca y enfila el Cessna hacia la pista. "Tiene habilitada la salida", cierra la mujer.
Media hora antes de remontar vuelo, Ignacio Arca y Angel Riesco (secretario del club que llamativamente no es piloto) mostraron a este diario las instalaciones del club. En una sala varios socios tomaban mate en silencio, como si esperaran que pase una tormenta. En otro cuarto exhibieron una reliquia: un simulador de vuelo del año 1956 que además de funcionar perfectamente es la envidia de los pilotos visitantes, una herramienta fundamental para comenzar a volar por instrumentos.
"Esto se mantiene con el aporte de los socios y con los cursos de piloto que se dictan", dijo Riesco, mientras en el hangar una pareja de catrilenses empujaba un experimental biplaza con el que saldrán a volar. Los dos son pilotos. Además del biplaza -dice ella, con sonrisa amplia y campera de aviadora- están armando un segundo avión que importaron del exterior y que llegó al país embalado en cajas. "Este avión -señala al biplaza- lo trajo un amigo de los Estados Unidos, volando", dijo la mujer.

 

Vista.
Ver la ciudad desde arriba (en tiempos de drones) no es ninguna hazaña. Sin embargo, subirse a un avión que tiene más de medio siglo con un piloto que tuvo en sus manos la vida de cuatro gobernadores pampeanos desde el regreso a la democracia, es una experiencia por demás interesante. El rugido del motor, las corrientes que hacen temblar el fuselaje, los relojitos del tablero que traquetean. Todo cobra en el aire una dimensión especial y analógica. El frío que aumenta con la altura, los oídos que se tapan, la presión en el pecho al despegar. Parece una tontería, pero volar -no en un Boeing, no en un avión a reacción- es una sensación que se mantiene inalterable pese al paso del tiempo y los avances tecnológicos. Descubrir que en barrio Lowo Che hay tantas casas como piletas y que Santa Rosa y Toay ya son la misma cosa, hace pensar otra vez, pero en sentido contrario, en el paso del tiempo.
"Cuando yo llegué a La Pampa, esto no era nada que ver. Había la mitad de gente", dice el piloto. Después aprieta los pedales, tuerce la nave y agrega: "Hoy seguro que hubo carrera de autos, hay movimiento en el Autódromo".
A las 18.27 la voz dulce de la torre de control vuelve a aparecer en los auriculares: "tiene permitido el aterrizaje". La noche abraza la ciudad y Arca pone sobre la pista más 7.500 horas de experiencia (de vuelo): el aterrizaje es casi imperceptible.

 

Un aterrizaje en la laguna.
Según cuentan los socios, el aeroclub se forjó un día de 1936 "sin aviones, sin instructores, sin pilotos solo con el corazón y esperanza". Cuentan también que el 30 de julio de ese año llegó a la ciudad el piloto J. Parvieux en su avión "Curtis". En el cielo santarroseño el hombre hizo acrobacias y vuelos de bautismo pero tuvo problemas a la hora de aterrizar: como el administrador de la sucesión de la familia Alonso le prohibió aterrizar en la zona donde se emplazaría el campo de aviación, Parvieux tuvo que bajar la aeronave en "la pista del salitral", lo que hoy es la Laguna Don Tomas, que por ese entonces estaba seca.
Tres años después, el 11 de noviembre de 1939 se realizó el primer festival aéreo en La Pampa (por entonces territorio nacional) con la exitosa presencia de cinco aeronaves. Por la noche en lo que fue "El primer baile de los aviadores" se eligió la reina y el rey de la fiesta.
En enero de 1941 se terminó de construir el hangar propio y en 1943 se creó la Primera Escuela Pampeana de Aviación. Hoy la institución cuenta con más de 100 socios (50 son activos), 30 pilotos en entrenamiento, 3 instructores de vuelo, y 8 alumnos en la Escuela de Vuelo. También cuentan con cuatro aeronaves propias.

 

Fiesta y vuelos.
Para celebrar los 80 años de Aeroclub Pampeano, los socios están organizando una cena que se llevará a cabo el 25 de junio en el Salón Patagonia (Río Negro 327). Los que deseen asistir pueden adquirir las entradas en el la sede de la institución, a un valor de $300. Los horarios de atención son de martes a domingo de 8.30 a 12 y de 15 a 20. Por cuestiones de capacidad del lugar, solo hay disponibles 200 tarjetas. Durante la semana se realizarán distintas actividades en el Aeroclub entre las que se encuentran los vuelos de bautismo.

 

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