La paradoja del abandono
En esta semana terminó de quedar en claro que los argentinos hemos sido definitivamente abandonados por el gobierno nacional.
Los carteles que comenzaron a aparecer en las obras públicas visibilizando esta cuestión -tanto en nuestra provincia como en Santa Fe- no hacen más que formalizar un hecho concreto y a la vez inédito. No hay recuerdo de un gobierno nacional que haya dejado de lado tan abiertamente a sus compatriotas.
Y a esta altura de la gestión libertaria ya no queda área ni sector que no sufra por esta actitud tan cruel como egoísta. El gobierno de Milei abandonó obras públicas, pero también dejó de financiar la salud y la educación, planchó salarios y jubilaciones, cortó subsidios a los más necesitados y alentó tarifazos descontrolados.
El cambio más notable de las últimas semanas es que antes hubo una larga “luna de miel” en la que unos disimulaban sus intenciones y otros maquillaban sus esperanzas. Ahora quedó todo más claro: los conflictos se debaten a cielo abierto. Hay peleas con la vicepresidenta, con los ministros, con los senadores, con los diputados y con los gobernadores. Y hay marchas de jubilados, de universitarios y de personal de salud. Todos han sido abandonados a su suerte, con el único objetivo de “hacer caja” y mostrar ficticiamente que no hay déficit.
El caso pampeano.
En nuestra provincia, se suman los testimonios vinculados a ese abandono. El ministro de Obras y Servicios Públicos, Alfredo Intronati graficó la situación con un ejemplo: dijo que habría que poner un cartel que informara que “Nación nos robó 636 viviendas”, en alusión a la inconclusa segunda etapa del Desarrollo Urbanístico del Plan Procrear.
El subsecretario de Salud, Gustavo Vera, mostró otra cara de la crisis y el abandono. Reveló que cada vez son más los pacientes que se atienden en los hospitales públicos, establecimientos que cuentan con el prestigio aportado por el rol de un “Estado presente”. Agregó que "muchos pacientes que votaron a Milei, que dijo en su momento que hay que romper el Estado, van y se atienden en el hospital público para realizarse los análisis”. Y cerró tajante: “Es feo lo que digo, pero es la realidad, nosotros atendemos a todos, al cien por ciento de la población".
Es así como los que votaron a un gobierno que recorta los fondos coparticipables a las provincias aprovechan los servicios del Estado. Deberían tener cierta coherencia o algo de dignidad. No tendrían que aceptar nada proveniente del “Estado presente” o tendrían que aceptar públicamente que están arrepentidos de su voto. Y no deberían volver a votar al “topo” que terminó confesando que llegó a la presidencia de la Nación nada más ni nada menos que para “destruir todo desde adentro”.
Contradicción y dignidad.
Ahora vienen las elecciones y se va a registrar una enorme paradoja. ¿Cómo va a hacer el presidente para pedir un voto a sus candidatos cuando su principal eje de gestión fue el abandono? Si la consigna suena un tanto insólita, más raro aún sería que lo siguieran apoyando. Porque en vez de la vieja consigna menemista de “Síganme que no los voy a defraudar”, que terminó defraudando, ésta sería tan sincera como contradictoria: “Acompánenme, que después los voy a abandonar”.
También parece un tanto contradictorio que quien suena como principal candidato a diputado nacional por la fórmula libertaria en la provincia se desempeñe como docente en la Universidad Nacional de La Pampa. Será muy llamativo ver la forma de encarar esa campaña, porque debería salir a pedir que lo voten para apoyar y profundizar en el Congreso las políticas de vaciamiento que ya están en marcha y que atentan hasta contra su propio lugar de trabajo. Y deberá ensayar unas cuantas piruetas para explicar que trabaja en una universidad pública a la que seguramente no podrá defender, dado que el lineamiento político del gobierno al que apoya no hace más que atacar sistemáticamente y mes a mes el financiamiento educativo.
La lógica indicaría que empleados estatales, jubilados, universitarios, docentes, investigadores, trabajadores de la construcción y agentes de salud, entre los más afectados, no votarían a los candidatos libertarios.
Una victoria de quienes representan a Milei confirmaría que a más de la mitad de los argentinos les gusta sufrir, o que directamente vivimos en un “país de locos”.
Por el contrario, un freno en las urnas nos permitiría demostrarnos a nosotros mismos que aún nos queda una reserva de dignidad como pueblo. En apenas tres meses lo sabremos. Si no acompañamos las luchas populares en las movilizaciones primero y en las urnas después, terminaremos en total abandono.
DANIEL ESPOSITO
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