Martes 26 de marzo 2024

Cuando no hay sueños imposibles

Redacción 12/03/2023 - 00.13.hs

La Arquitectura es fascinante y permite a los profesionales lograr magníficas creaciones. Entre los buenos y talentosos se cuenta Lucas Swinnen, que triunfó en Europa y llevó adelante obras admirables.

 

MARIO VEGA

 

Dicen los que dicen saber que fueron los antiguos griegos y romanos los que la perfeccionaron, y quienes terminaron sentando las bases de la arquitectura clásica.

 

Lejos de una profesión que me quedaría muy grande --¡pero muy grande de verdad!--, por eso de que hay que lidiar con números y cálculos que están fuera de mi estructura mental, debo confesar mi sincera admiración por quienes son capaces de pensar, y concretar, construcciones que trascienden al momento y se convierten en verdaderos monumentos de una ciudad, o de un sitio determinado.

 

Me pasa andando mi ciudad, mirando para arriba y pensando cómo puede ser que a alguien se le haya ocurrido -con un grado de inteligencia que me asombra-- una determinada estructura. Porque hay por aquí edificios que merecen ser conservados, aunque los amantes de la piqueta aparezcan siempre listos para tirar abajo lo que no creen modernoso pensando en montar en el mismo lugar algo que les parezca innovador.

 

Maravillas arquitectónicas.

 

Me sucedió muchas veces en Buenos Aires -tomándome ese tiempo que a los porteños siempre les falta- mirando las cúpulas fantásticas de Avenida de Mayo; y otros paseos tradicionales y diversos edificios de la gran ciudad.

 

Porque son construcciones que se remontan a siglos atrás y allí están. Para mostrarnos, a su manera, un pedazo de la historia. ¿Cómo hicieron para montar esas bóvedas allá en lo alto; cuál es el material que utilizaron para que permanezcan incólumes mostrando su belleza?

 

Pienso que algunas cosas las disfrutamos más los que las vemos eventualmente y no tanto los que viven por allí. Y de verdad no dejan de maravillarme el Palacio Barolo, el Teatro Colón, el Kavanagh -todo un símbolo arquitectónico, Monumento Histórico y Patrimonio Mundial de la Unesco--; el Café Tortoni con sus líneas tan singulares; y también el Centro Cultural Kirchner (el Correo remodelado). Y tantos.

 

Por aquí cerquita tenemos algunos ejemplos -más modestos, claro, pero que también tienen su valor. Aunque otros fueron demolidos y se hicieron a nuevo en el mismo sitio flamantes construcciones (el Banco Nación es un ejemplo).

 

Fantásticos artistas.

 

Y sí, los arquitectos tuvieron mucho que ver... son artífices, fantásticos artistas que dejan su impronta para el paso de los tiempos.

 

Los profesionales que se encargan desde el principio de la creación de edificios que pueden ser pisos, oficinas, centros comerciales y hoteles, estadios, y obviamente viviendas particulares, tienen el rasgo especial que les permite visualizar un espacio e imaginar lo que vendrá.

 

Es un trabajo que requiere estudios y conocimientos, obviamente, pero también paciencia, constancia y una buena dosis de liderazgo porque hay que llevar adelante una tarea de supervisión y control de los contratistas y trabajadores que pudieran tener a sus órdenes.

 

Lucas, el hijo de Jaak.

 

Lucas Andrés Swinnen (62) es uno de los más prestigiosos de la ciudad. No sólo por la magnitud de sus trabajos -aquí y en Europa (ya veremos por qué)--, y además porque su familia es ampliamente conocida.

 

Porque quién no escuchó hablar de La Quinta de los Swinnen, o de la Rotonda de los Swinnen. Porque era esa parte del camino a Toay donde se levantaba, pasados los años '70, la única y enorme casa entre los médanos donde vivía la familia.

 

Santiago Swinnen (Jaak, le decían) y Nelly Gladys Rolandelli (Cuqui), formaron una gran familia con seis hijos que han tenido mucha cercanía con toda la sociedad santarroseña -sobre todo- y también con la toayense.

 

Lucas es nacido en Luján, provincia de Buenos Aires, "pero fue sólo algo circunstancial porque toda mi infancia y adolescencia transcurrió en Santa Rosa", cuenta.

 

Y agrega que son seis hermanos del matrimonio de "Jaak" y Nelly: "En orden cronológico Mónica (fue docente y hoy dedicada al rubro inmobiliario), vengo yo, luego Pablo (médico), Marcelo (también arquitecto), Pedro (abogado), Clara (diseñadora gráfica) y Annemie (artista, pinta, hace esculturas, etcétera). Estudié primaria y secundaria en el Instituto Domingo Savio y luego hice la carrera de Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA)".

 

¿Un aire a Sergio Denis?

 

Había conversado antes sólo un par de veces con Lucas, una de ellas cuando hace algunos años con el fotógrafo de La Arena fuimos a ver el avance de las obras del Hotel Mercure, aquí en Santa Rosa, cuya construcción él dirigía. Siempre lo había visto un poco parco, de pocas palabras, lo que atribuía a sus ancestros belgas... Aunque ahora que lo pienso: ¡qué tendría que ver eso si nunca estuve en Bruselas ni por allí cerca, y por supuesto no conozco la idiosincracia de su gente!

 

Confiesa ser más vale tímido y adjudica a eso su poquedad, y aunque a veces se sienta a tomar un café a una mesa del mismo sitio que frecuento casi no habíamos vuelto a cruzar palabra.

 

Sí lo hicimos cuando me enteré que la familia Mac Allister (y entre ellos Alexis, el campeón del mundo) había comprado la quinta que era de los Swinnen.

 

Hubo entonces algunas charlas y advertí que Lucas -como también su hermano Pablo, médico él, con quien también tengo comprometida una nota que ahora deberá esperar un poco- tiene muchas cosas para contar. Que a su manera el arquitecto es también un personaje.

 

Se inquieta un poco y no se la cree cuando se lo digo, mientras posa para la foto y Rodrigo -desde su cámara- expresa que "tiene un cierto aire a Sergio Denis". Y ahí sí Lucas Swinnen suelta la carcajada.

 

Enamorado de la Arquitectura.

 

Después, en la conversación expresa que "desde muy chico me gustó lo que hago, porque siempre estaba en contacto con materiales de dibujo y rodeado de planos. Entonces tuve por supuesto la influencia de mi padre arquitecto; y de chiquito aprendí a leer planos, y le ayudaba a papá a pintar de rojo los municipales... estaba prohibido equivocarse porque se venía el reto. Se dibujaba a mano y en caso de algún error había que borrar con una gillete".

 

También rememora los viajes con Jaak a los pueblos... "Era como toda una aventura, por caminos de tierra, polvorientos... Pero para mí era hermoso. Y me atrajo eso de ver el espacio que es tan importante en lo nuestro, y allí darle forma a las necesidades de la gente. Tan sencillo y a la vez tan complicado. Pero sí, me enamoré de la Arquitectura", confiesa.

 

Casa en el médano.

 

Antes de la Universidad hubo un tiempo "de muchos amigos de siempre, con los que aún nos juntamos en asados con un grupo que venimos juntos desde la escuela primaria... otros se fueron agregando. La última vez que nos reunimos aquí, hace poco, éramos 35", se ríe mientras muestra el amplio quincho de esa casa tan especial en la que vive.

 

Al final de la calle Tijereta hacia el Oeste un añejo caldén, que tiene adosada una rueda de carro, llama la atención y se convierte en referencia para el ingreso a ese predio de una hectárea y media donde, señorial, sobre el médano, se alza la casa de Lucas.

 

Esa vivienda habría de ganar el Concurso Provincial de Casas Construidas (Asociación Pampeana de Arquitectos). Tiene características especiales y como una escultura contrasta con el paisaje de médanos y caldenes que se pueden ver desde cualquier ventana. Tiene dos niveles en forma de L superpuestas y giradas de tal manera que desde el piso inferior se puede ver "el cielo cuadrado del patio".

 

Rumbo a Europa.

 

"Cuando me recibí en la UBA a los pocos meses me fui a Europa a realizar alguna experiencia profesional allí. En principio el proyecto era hacerlo por un poco tiempo y volver, pero la aventura duró casi doce años", indica.

 

Recorrió varios países, aunque se iba a terminar instalando junto a quien era su esposa en Bruselas, Bélgica, la tierra desde la cual siendo muy pequeño había llegado Jaak, su padre. Lucas dice que aprovechó la doble nacionalidad, porque es belga-argentino. "No obstante, y como no sabía ninguno de los idiomas oficiales de ese país, que son tres, durante dos años iba todos los días a la Grande Place de Bruselas... la más linda del mundo", elogia sin miramientos y sin dudar.

 

Lucas y la bohemia.

 

¿Qué hacía allí? Cuenta que era una vida de bohemia, de disfrutar del maravilloso paseo y de entremezclarse con la gente. "Me dedicaba a pintar acuarelas en el mismo lugar y venderlas a los turistas. Sí, claro que era la bohemia total, y creo que una de las épocas más felices de mi vida... Y fue allí, en la calle entonces donde aprendí francés... la única materia que me había llevado a rendir en el secundario... Y después de eso al fin pude encontrar trabajo en un estudio de arquitectura importante en Lovaina la Nueva", completa.

 

Construyó un barrio en París.

 

Al tiempo se decidió a participar en un concurso a nivel europeo para jóvenes arquitectos (menos de 40 años). "Ahí logré un premio representando a Bélgica, y eso hizo que una gran inmobiliaria de París me convocara a desarrollar un conjunto de viviendas y espacios comunitarios. Debía adaptar mi proyecto a un terreno real en la ciudad de Plaisir, que está muy cerca de Versailles, a pocos kilómetros al Este de París. Este barrio se realizó y fue mi primera obra... Con apenas un poco de francés y nada de experiencia te imaginás el susto que tuve al principio...", se queda mirando a lo lejos recordando.

 

Estudio en Bruselas.

 

Y vendrían más desafíos: "Llegó el momento de abrir mi estudio propio en el centro de Bruselas... Ya me sentía arquitecto de verdad, y pude ejecutar diferentes proyectos, y algunos importantes".

 

Comenzó a tener notoriedad por algunos novedosos emprendimientos, y uno tuvo que ver con su primer estudio, que instaló en un edificio que en el siglo XVII había sido una prisión. Allí, cuando se hacían excavaciones, quedó al descubierto un túnel que iba de la cárcel a la plaza central de Bruselas. Lucas lo rediseñó de tal manera que lo transformó en atracción turística, con sala de exposiciones y de debates vecinales.

 

Obra para Porsche.

 

Le tocó pergeñar cientos de obras que fueron desde viviendas individuales y colectivas (algunas sumamente originales y grandes), como edificios de oficinas comerciales y de servicios públicos; obras industriales; lugares para recreación y deportes; hoteles, complejos turísticos, etcétera.

 

Y tan trascendente fue lo suyo que llegó a tener como cliente a Porsche. "Me di el gusto de levantar una gran concesionaria que vino a sentar algunas directivas en cuanto a pautas de diseño de las futuras agencias de esa marca", dice con auténtico orgullo. Esa agencia se puede ver a un costado de la autopista Lieja-París en Bélgica, y en sus líneas arquitectónicas se compendia la idea de velocidad y tecnología. "Viajo seguido a Bélgica, y suelo pasar por el lugar para ver cómo está todo", agrega.

 

Conociendo al Diego.

 

Confiesa su pasión por los deportes, es hincha de Racing e hizo mucho fútbol de chico: "Es lo que más gusta, pero también el tenis y luego vino el padel... Allá con un amigo fundamos la Federación Belga de Padel y construimos las primeras canchas de material y de vidrio. Desde lo económico no fue bueno porque no se conocía el deporte, pero sí resultó muy lindo porque formamos el primer equipo nacional belga que compitió en el Mundial en Madrid en 1996".

 

Y lo inolvidable fue haber conocido "al Diego. Sí, conocí a Maradona cuando estábamos jugando en una de las canchas donde se hizo el mundial. Andaba por allí y lo invité a sacarse una foto con el equipo belga y aceptó... Y claro, cómo no me iba a sacar algunas yo", dice sonriente.

 

Y agrega: "Me divertí mucho y viajamos bastante a competir en España, Francia e Italia. Conservo contactos con aquella Federación y me tienen siempre al tanto, y ahora sí es un boom el padel allí".

 

El momento de volver.

 

No duda en calificar de "muy enriquecedora aquella experiencia europea. Allá nacieron mis dos hijos mayores, Jérémie y Andrés; en tanto Julieta, la menor, llegó algunos años más tarde ya en Santa Rosa", precisa.

 

Admite como un acierto de Sandra -que entonces era su esposa- lo haya convencido que era momento de volver. "Sí... los chicos tenían unos 10 años, y si nos agarraba allá su adolescencia creo que no regresábamos más... es así".

 

Al principio no le fue fácil la vuelta a Santa Rosa. "Fue difícil readaptarme a la realidad local, a la idiosincrasia y a la manera de desarrollar la profesión en Argentina. Pero de a poco surgieron nuevos proyectos sobre todo de viviendas... Hicimos obras de distinta importancia en La Pampa, en provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Por suerte muchas, y entre ellas el Hotel Mercure en Santa Rosa", señala.

 

Ya no se irá.

 

Le gusta viajar y lo hace con frecuencia... África, Europa en gran parte, Venezuela, Colombia, Cuba, fueron algunos de los destinos elegidos. "También leo mucho, y disfruto este espacio que fue pensado para eso", dice y muestra el paisaje del atardecer con el sol cayendo majestuoso en el horizonte que se observa desde la terraza de su casa.

 

Es un hombre activo, con un talento especial para una profesión que tiene mucho que ver con la creación.

 

Los hijos y lo que viene.

 

En un momento de la charla se pone serio... "Disfruto mucho de mis hijos: Andrés tiene un taller de chapa y pintura en la calle Pecho Colorado (restaura autos antiguos) y le va muy bien... y es verdad que tiene mucho de artista lo suyo; Jeremie es abogado y entró por concurso a la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires; y Julieta estudia producción musical en Ibiza", expresa satisfecho.

 

Le digo en el final de la charla que en semejante casa quizás se sienta un poco solo de a ratos... hombre al fin lo admite a medias: "Disfruto la soledad... pero sí, a veces uno piensa cómo será la vida cuando sea más grande...". Sonríe y no dice nada más sobre el tema.

 

Los sueños son para cumplirse.

 

Lucas Swinnen, el que volvió para trabajar en lo suyo y aportar sus conocimientos en la tierra que ama. El integrante de esa familia tan querida que seguirá andando por el mundo, pero que ya no piensa en irse definitivamente a ninguna parte.

 

En Buenos Aires hay un edificio en Rivadavia y Ayacucho construido en 1907 (obra de Eduardo Rodríguez Ortega), y arriba en su cúpula puede leerse en catalán: "No hi ha somnis impossibles" (frase homenaje al gran Antoni Gaudí).

 

Y sí, arquitecto Swinnen, seguro que también usted todavía tiene muchos sueños para hacerlos posibles... y estaría muy bueno que fuera aquí, en su tierra.

 

Cada barrio con su propio centro.

 

Lucas Swinnen tiene autoridad para hablar sobre qué se podría hacer en Santa Rosa, en cuanto a urbanización. Ha estado en diferentes países de Europa y sabe bien de qué se trata.

 

Explica que, en lo que refiere a la capital provincial, le gustaría "seguir con una tendencia mundial que es la de peatonalizar los centros urbanos; o al menos restringir la circulación automotor, que ya es desbordante en ciertos horarios".

 

El laureado arquitecto agrega que "habría que tratar de no vaciar el centro de viviendas para tener a toda hora actividad allí". Por otra parte advirtió que el Aeropuerto donde hoy está es una limitante: "Si no estuviera allí se podría lograr una mayor concentración de población, permitiendo la ejecución de edificios de mayor altura". Sostiene que eso produciría "economía de infraestructura pública y mejor estética general, dado que la altura máxima permitida hasta hoy da como resultante edificios chatos, de malas proporciones en la relación altura/ancho/superficies".

 

En los barrios.

 

Por otra parte evaluó que se podría considerar "lograr que cada barrio pueda tener su propio 'centro' y sus atractivos con espacios comunes de calidad. Debiera aumentarse sensiblemente la forestación, ¡y que el riego no falte después!", reclamó.

 

Lucas en un análisis elemental señaló que habría que "reconsiderar áreas urbanas no suficientemente explotadas, como por ejemplo el espacio de la Laguna Don Tomás que tiene mucho potencial para el desarrollo de múltiples actividades comerciales, deportivas, gastronómicas, etcétera. Y podría ser el oeste de esa laguna el asentamiento de nuevos barrios de viviendas y otras actividades que le darían un marco diferente al lugar", sostuvo.

 

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