Viernes 12 de abril 2024

Cuatro pampeanos en la base del Everest

Redacción 26/04/2023 - 09.30.hs

Cuatro pampeanos, dos mujeres y dos hombres, fueron protagonistas de una increíble aventura en Nepal. Formaron parte de un grupo de 17 personas que realizó un “trekking muy atractivo” hacia el Campo Base del Monte Everest, un lugar soñado donde los montañistas palpitaron grandes emociones irrepetibles. Luego, solo seis de ellos se desviaron para subir a Kala Patthar, la mayor altura de la expedición que les permitió observar la montaña más grande del mundo, ubicada en la cordillera del Himalaya.

 

“Fue una experiencia muy linda”, afirmó Daniel Fernández, el achense que compartió viaje con tres santarroseños: Daniel Sáez Zamora, Silvia Ricciardi y Marcela Habad. Los cuatro pampeanos contrataron su viaje en octubre del año pasado con otros argentinos y argentinas de La Plata, Ciudad de Buenos Aires y Rosario.

 

La experiencia comenzó el 2 de abril, cuando los montañistas comenzaron su viaje en avión desde Buenos Aires a Río de Janeiro (Brasil), de allí a Dubai (Emiratos Árabes Unidos), Nueva Dheli (India) para llegar, luego de dos días, a Katmandú (Nepal). Inmediatamente, en avioneta, se dirigieron al aeropuerto Lukla, el más peligroso del mundo porque la pista tiene tan solo 450 metros. “Si el piloto no frena cuando aterriza, te podés chocar la montaña; pero si al salir, no logra una buena velocidad te caés al precipicio”, relató Fernández en diálogo con LA ARENA.

 

Travesía.

 

Ese mismo día, desde Lukla, comenzó la actividad más famosa de Nepal, un recorrido por grandes valles repletos de vegetación y fauna, por tierras de la etnia Sherpa, quienes acompañaron a los turistas durante todo el trayecto. El trekking al campamento base del Everest, la cumbre más alta del planeta, fue además un viaje a la cultura Sherpa, conocieron monasterios budistas y pintorescos pueblos de la comunidad.

 

Todo el viaje implica “una actividad física moderada”, pero Daniel ya había escalado en 2018 al punto más alto de América, el Aconcagua, que presenta una complejidad “de moderada a alta”. Al Campo Base demoraron ocho días, caminaron unas ocho horas diarias, pero el regreso se hizo más corto porque solo necesitaron cuatro días. Para cada uno de ellos fue especial porque conocieron distintos pueblos ubicados en el trayecto: Phakding, Namche Bazar, Tengboche, Dingboche, Lobuche y desde allí al Campo Base del Everest que tiene una altura de 5.364 metros sobre el nivel del mar.

 

Daniel contó que las aldeas son “paradores rudimentarios” donde les ofrecieron almuerzo o cena. “En algunos tomamos días de descanso”, señaló y destacó que son “pueblos muy occidentalizados”. Si bien se encuentran “en medio de la montaña”, hay tiendas donde se puede comprar “ropa, bolsa de dormir, carpas, bastones de trekking, relojes y todo es de primera marca. Hay una oferta tremenda de elementos de escalada”. Siguiendo esta línea, aseguró que “es increíble el nivel de abastecimiento que hay, la carta para comer es muy amplia, entendiendo que estaban a más de 3.500 metros de altura”.

 

“Está muy bien explotado”, indicó al mencionar que en el lugar hay personas que tienen como objetivo escalar el Monte Everest y aquellos que realizan la expedición al Campo Base. Si bien donde dormían no tenía calefacción, “los hoteles ofrecían un lugar calefaccionado para comer y son salones que albergaban a 70 u 80 personas”. En cada piso había un baño que compartieron entre todos los turistas y, para ello, tuvieron que pagar “unos $ 1.500 pesos extra”.

 

“Eso nos sirvió para renovar el cuerpo”, sostuvo el achense.

 

Comunidad sherpa.

 

La delegación estuvo compuesta por el guía, 17 argentinos y argentinas que solo llevaron la mochila de ataque –con agua y campera-, más tres hombres de la comunidad sherpa que “están aclimatados con el lugar porque nacieron en la altura”.

 

“Una fuente de su ingreso es acompañar a la gente” y llevar el cargamento de los turistas junto al yack.

 

El trayecto implica 140 kilómetros, de ida y vuelta. Es por ello que los aventureros recorrieron diez kilómetros diarios con una temperatura aproximada de tres o cuatro grados bajo cero. “El clima estuvo excelente, no llovió ni tampoco nevó”, resaltó el hombre, quien destacó que “todos llegaron a la cumbre porque éramos un grupo que conoce la exigencia de la alta montaña”. Asimismo algunos se aclimataron a la altura más rápido que otros, quienes sufrieron dolores de cabeza y vómitos.

 

Aclaró que “es un trekking que no tiene escalada técnica, es muy atractivo. Las mañanas eran de un cielo azul que contrastaban con las montañas y daban la sensación que se te vienen encima”. Aseguró que no tuvo miedo, pero que le llamaron la atención unos puentes con cuerdas de acero ubicados a unos 70 metros del río que pasaba por debajo. “Es muy particular y raro”, manifestó Daniel,

 

quien contó que algunos sintieron vértigo, “pero son muy seguros”.

 

“Paisaje imponente”.

 

El hombre de 53 años explicó que el guía les dio la posibilidad de pasar un día en el Campo Base. “Se sienten las avalanchas. Es muy particular su paisaje porque se duerme arriba del glaciar, donde se siente el frío intenso. Es una sensación que te despierta los sentidos”, describió. En ese lugar la temperatura fue de unos ocho o diez grados bajo cero y agradeció que el clima acompañara porque “con una tormenta hubiese sido peor. Es bastante extremo y el tiempo es cambiante”.

 

Luego del Campo Base, toda la delegación se dirigió a Gorakshep y solo seis decidieron conocer la montaña del Himalaya Kala Patthar, a 5.580 metros sobre el nivel del mar, la mayor altura que lograron durante la expedición. “Los demás no hicieron esa excursión porque no tuvieron buena noche y prefirieron descender”, expresó.

 

Pero ese día, según el relato de Daniel, fue el más extraordinario porque esa montaña es la que posee “el mejor mirador del Monte Everest. El día nos regaló una imagen del Everest impresionante, es un paisaje imponente”.

 

Regreso.

 

Previo a la vuelta a Argentina, el grupo pagó un “pequeño adicional” y viajó a conocer la India. “Ahí nos recuperamos porque fue un trekking muy desgastante desde lo físico, ya que caminábamos ocho horas por día: subíamos y bajábamos desniveles de unos 500 metros. Es muy desgastante”, insistió.

 

Asimismo, la aventura de 24 días –llegaron a La Pampa el domingo pasado- fue “una experiencia muy linda y no hubo discusiones”.

 

“El cansancio no alteró los ánimos porque todos compartimos lo que nos gusta y ya nos quedaron los contactos para volver a juntarnos. En Argentina tenemos unos bellos paisajes para conocer”, finalizó.

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?