Martes 26 de marzo 2024

Hasta siempre, Maestro

Redacción 24/01/2022 - 08.54.hs

POR MARIO VEGA

 

El tiempo transcurre y las cosas van sucediendo... la vida. Ese acontecer que va desde un principio hasta un final, que llega siempre. Inapelable, inexorablemente. Saúl Santesteban partió en silencio cuando comenzaba el Día de las Personas Músicas -justamente-, y además a una hora que no haría problemas en el habitual trajín de la Redacción de su diario.

 

En nuestra existencia es verdad que hay personas que nos marcan, que nos determinan, y que terminan siendo esenciales en nuestra formación y en el devenir de las cosas. Nuestros padres obviamente, algunos buenos amigos, y seguramente otras personas. Porque todos tenemos referentes, y en mi caso Saúl fue una persona fundamental que, seguramente sin proponérselo, me cambió radicalmente la vida.

 

Es un día triste, porque se produce una noticia que me duele en lo más profundo del alma y por eso aún conmovido, golpeado, escribo tan sólo estas pocas líneas a modo de pequeña despedida.

 

Saúl fue un Periodista sagaz, intuitivo e inteligente a la vez, y dueño de una notable formación. Un periodista de raza si los hubo, o si los hay.

 

Me cambió la vida.

 

Tengo muy presente aquel lejano agosto de 1978: ya conocía a Saúl porque a él le gustaba ver sóftbol -el deporte que yo practicaba-, y sabíamos conversar (porque él charlaba con un canillita, con el gobernador, un actor, un futbolista... con todo el mundo). Pero lo cierto es que por aquella fecha llegué al diario para probarme como corrector, y pasada una prueba quedé. Desde ese mismo momento, y no sé por qué, Saúl me adoptó. Porque fue así, me eligió y enseguida, un día cualquiera me dijo "vos vas a ser periodista". Y me cambió la vida para siempre.

 

Enseñaba sin proponérselo.

 

Fue un verdadero maestro del periodismo. Meticuloso del idioma, puntilloso en el uso de las palabras, escribía en aquellas viejas Olivetti con una velocidad extraordinaria, y ni qué decir de la claridad que aportaba desde cada uno de sus artículos.

 

Tendría muchísimas cosas para decir, cientos de anécdotas y recuerdos que se me vienen a la mente. Pero ciertamente no estoy en condiciones de decir nada más que esto poquito que me sale ahora.

 

Saúl enseñaba sin proponérselo. Simplemente tiraba frases y sólo había que estar atentos. Si uno las tomaba seguramente tendría más elementos para hacer periodismo.

 

Aprendiendo junto a Saúl.

 

Hubo muchos cronistas que pasaron por LA ARENA y se formaron periodísticamente para luego emprender otros caminos, después de haber tenido la fortuna de trabajar junto a Saúl. Aunque no todos llegaron a conocerlo para aprender a su lado.

 

Hoy suelo decirles a los más jóvenes de la Redacción que, ciertamente, por no ser contemporáneos, se lo perdieron. Porque fue un Maestro. Claro que tendría muchísimas cosas para contar, y más allá del dolor al pensar en tantas vivencias ahora mismo me surge una sonrisa al recordarlo.

 

Hasta siempre Maestro.

 

Me pidieron sólo unas líneas de adiós, y aquí están. Simplemente para testimoniar que se fue un periodista y un hombre comprometido, En otros escritos que aparecen en esta misma edición se muestra suficientemente a Saúl Hugo Santesteban tal cuál era en su calidad de escriba y narrador de la realidad.

 

Era el periodista que exhibía en cada uno de sus artículos y editoriales una fuerte composición argumental, y hacía un uso singular del sentido común. No le gustaba que pusiéramos en las notas que eran "exclusivas", porque entendía que la importancia estaba dada en una correcta redacción para contar una buena historia. Y renegaba también de la grandilocuencia para relatar cosas que en realidad eran sencillas. Lo suyo era la solidez y el buen gusto al momento de narrar una noticia.

 

Alguien me pidió por estas horas escribir aunque sea algunas líneas "porque Saúl, donde esté, seguro las va a leer". Tal vez quien me lo pidió tenga razón... y de lo que sí estoy convencido es que Saúl, seguro, algunos errores me va a encontrar.

 

Es el momento de la despedida. Y sólo me sale decir... Adiós Saúl. Hasta siempre Maestro.

 

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