Viernes 19 de abril 2024

Hi teacher Cristina, ¿how are you?

Redacción 12/02/2023 - 08.45.hs

Hay gente que resulta muy conocida. Y les pasa a muchos docentes -de distintos niveles- eso de encontrarse con el saludo afectuoso de sus ex alumnos. Una caricia al alma que, obviamente, se agradece.

 

MARIO VEGA

 

Debe ser hermoso caminar las calles de la ciudad y, a cada paso, hallarse con un cálido saludo, con una sonrisa cordial acompañando ese gesto que -inmediatamente- trasladará a los protagonistas del encuentro a otros tiempos. Tanto al que recibe el saludo como a quien lo retribuye.

 

Santa Rosa acusó en el último censo unos 120 mil habitantes, y si bien pueden parecer muchos no son tantos. No es la gran urbe donde los que pasan al lado suelen ser perfectos desconocidos.

 

No vamos a caer en esa frase común de que esta es una ciudad donde nos conocemos todos, pero sí señalar que con frecuencia nos topamos con alguien que de algún lado su rostro se nos hace familiar.

 

Suele suceder, y mucho, de reencontrarnos con personas que alguna vez tuvieron que ver con nuestras vidas de otros tiempos. Gente que conocemos de relacionarnos en un club, una confitería, el colegio o la universidad... o de cualquier otro lugar.

 

Lindos reencuentros.

 

Me parece que una de las etapas más lindas tiene que ver con la de cuando éramos estudiantes secundarios. Si bien y obviamente -si hacemos referencia a ámbitos educativos- también se dan amistades en la universidad por ejemplo, el vínculo que se produce en los colegios suele ser perpetuo. Tal vez porque se corresponde a un tiempo en que no nos alcanzaban determinadas obligaciones, cuando las exigencias diarias pasaban solamente por estudiar -y no era que resultaba un gran sacrificio-, y en lo posible no llevarnos algunas materias a rendir. Pero no mucho más... lo demás eran deportes, salidas con amigos y disfrutar plenamente la adolescencia.

 

Eran momentos en que nuestros compañeros y compañeras eran "lo más", y se tejían amistades que iban a quedar para siempre. Y también esas relaciones de afecto alcanzaban a los profes -algunos muy especialmente--, y al personal administrativo de los colegios.

 

Por eso, estar con aquellos profesores y darnos cuenta que nos reconocían era un motivo de alegría. Y, supongo, lo mismo les debía suceder a ellos.

 

Querida profesora.

 

La dama que tengo frente a mí es de las que en forma permanente recibe saludos cargados de afecto, que ella retribuye con una sonrisa que ha sido por otra parte siempre su marca registrada. ¿O no les pasa eso con María Cristina Pastorutti? Es la docente de Inglés que dio clases en tantos establecimientos educativos de la ciudad y que, encima, tiene el plus de haber sido la esposa de ese otro querible personaje que fue Horacio González, el profe de Educación Física.

 

Quien trate a Cristina enseguida se dará cuenta que ella también es una personaje especial, porque tiene un carácter jovial, alegre y tira siempre para adelante. Aunque, es verdad, la vida se encargó en su momento de golpearla -a ella y su familia- de una manera cruenta e irreparable...

 

Sólo su fortaleza anímica, su disposición para enfrentarlo todo con coraje, y el apoyo de tantas personas que la quieren le permitió seguir adelante, aún cuando el dolor siga doliendo. Siempre.

 

Decía que la trato con cierta habitualidad porque la conocimos en el Colegio Comercial, y ahora la encuentro como presidenta de la Asociación Cooperadora del Hospital Lucio Molas, una de las entidades benéficas más importantes de nuestro medio.

 

La hija del Juez de Paz.

 

Le pido que me cuente de su vida y, aunque duda en principio, después acepta. Y recuerda que su padre, don Audelino Alfonso Pastorutti (Tito), era nacido en Dorila, y que trabajó en el campo hasta que su familia en 1941 se mudó a Santa Rosa.

 

Ya instalados en la capital provincial Audelino se desempeñó en distintos lugares públicos, era martillero y -todo un honor para él y los suyos-- fue Juez de Paz en Santa Rosa. "Él acompañó en la lista del Justicialismo al doctor Néstor Ahuad y por eso llegó a ese cargo... pero era inquieto y participó en comisiones de distintos clubes. Papá fue un ciudadano muy activo hasta el último día", completa.

 

Su madre es Paula Concepción Del Pópolo (Chicha), "Hoy tiene 97 años. Es nacida en Santa Rosa y fue la primera maestra de manualidades de la actual escuela 95 cuando funcionaba en el Hospital Lucio Molas... allí trabajó hasta su jubilación", dice Cristina.

 

Hermosos recuerdos.

 

Le gusta contar sobre el barrio y sus vivencias: "Desde mis 5 años vivimos en Don Bosco 515 donde aún sigue mi mamá. Tengo un hermano, Carlos Alberto, que es contador y vive en Neuquén desde 1975",completa.

 

Y se entusiasma al hablar de su "querida Escuela Nº 38 , que era donde ahora funciona la Escuela Hogar. Tengo hermosos recuerdos de ese tiempo, una época lindísima cuando los chicos íbamos a la escuela del barrio, con lo que tus compañeros eran los amigos con los que se compartían juegos , salidas...". Y casi se emociona en la remembranza.

 

Y menciona además "los inolvidables juegos de agua en tiempo de carnavales donde participaba todo el barrio y alrededores... y las fogatas del día de San Juan y San Pedro en el terreno al lado de la familia Kiriachek... Ahí estábamos todos: 'los' Vitale, 'los' Naval, 'los' Gamba, 'los' Míguez, 'los Prieto'. 'los' Satragno y tantos otros".

 

Lo que no confirma Cristina si es cierto que -como cuenta mi amigo el Negro Cejas (ese inefable contador de anécdotas)-- se copiaba de su compañero al momento de las clases de Matemáticas. Cristina -te aclaro--, eso es lo que dice Néstor Vicente Cejas (aunque yo no le creo).

 

Tito Pastorutti, el chaperón.

 

La etapa de la adolescencia también fue inolvidable: "Eran las salidas a los bailes en los clubes... Por suerte papá siempre era el 'chaperón' y el que le conseguía permiso al resto de mis amigas", evoca.

 

¡Chaperón! ¡Qué antigüedad profesora! Hay que recurrir a un diccionario para informar a los lectores que se trataba del adulto que acompañaba y supervisaba el comportamiento de las adolescentes en esas primeras salidas a los bailes, o alguna otra actividad social.

 

"Bueno... pero era el modo que las 'niñas' que éramos consiguiéramos permisos para salir. Íbamos a los bailes y en la punta de la mesa papá, y alrededor 14 muchachitas", se ríe con ganas.

 

La "vuelta del perro".

 

"Es una época para guardar en el alma, y de la que quedaron amigos con los que seguimos en contacto a través de tantos años... Después vinieron los matiné en la confitería La Capital, de 19 a 22.15. ¡Y los domingos eran de asistencia obligatoria!".

 

Y agrega Cristina: "Al principio de los '60 fueron de la 'vuelta del perro' alrededor de la plaza San Martín. Se llenaba la plaza y dábamos vueltas y más vueltas... Y más tarde vinieron los 'asaltos' en la casa de alguien, que eran por lo menos uno al mes. ¡Cuántos romances y casamientos nacieron ahí!", y se vuelve a reír. Porque Cristina siempre encuentra un motivo para hacerlo.

 

Tiempos de secundario.

 

Como nos sucede a tantos, el capítulo del secundario es también para Cristina uno que la marcó. "Y cómo que no! Es algo muy importante lo de nuestra queridísima Escuela Normal. ¡El secundario! Ese tiempo en que los varones estrenaban pantalón largo y las chicas 'medias de nylon', Así llegábamos además al cumpleaños de 15 de nuestras compañeras, esa fiesta con la que soñábamos todas las adolescentes!", rememora. Y cabe aclarar, por si algún desprevenido no lo sabe que "antes" los chicos concurríamos a la primaria de pantalones cortos, y recién al ingresar al secundario accedíamos a los largos...

 

"Sí, y eran momentos de la entrada oficial a los zapatos de taco alto... Con mis compañeros de promoción seguimos reuniéndonos todos los meses desde que egresamos. Y no los voy a nombrar porque no termino más: éramos 64!", resume.

 

Viaje de egresados.

 

Se regocija volviendo a esas épocas estudiantiles. "¡El viaje de egresados fue lo más! Para recaudar fondos durante un año vendíamos sandwiches de mortadela en los recreos del colegio; y organizábamos bailes en los clubes haciendo propaganda con altoparlantes por toda la ciudad en un auto facilitado por unos de los padres".

 

Y sigue: "El viaje fue interminable pero imborrable porque lo hicimos en tren. En ese momento el ferrocarril hacia un 75% de descuento así que no quedaba otra: viajamos a Buenos Aires y luego cambiamos de tren y seguimos rumbo a Bariloche. ¡En total un día y medio viajando!... pero qué nos importaba!".

 

El alojamiento fue "modo campamento en el camping del Ministerio de Educación en Villa Lago Mascardi. ¡Y fue campamento como Dios manda! Todo dirigido por el irremplazable profesor Héctor Mario Vega.. Un verdadero campamento, con guardias nocturnas rotativas, fogatas. Y cómo no vamos a tener recuerdos maravillosos!", se le ilumina la mirada al volver atrás.

 

La profe de Inglés.

 

Cristina empezó a estudiar Inglés "el año antes de ingresar el secundario y descubrí lo que me gustaba. Estudié muchos años y como en el 70 se abrió el Profesorado en la Universidad fui parte de la primera promoción".

 

Su primera vez como docente fue una suplencia en el Comercial, donde había "varios que eran plaga" (menciona a algunos). "Después me tocó en el Normal, donde tuve alumnos casi de mi edad; y además di clases en el Domingo Savio, el Nocturno Ayax Guiñazú, el María Auxiliadora, el Provincia de La Pampa, la UNLPam y el Fernando Aráoz donde fui vicedirectora".

 

Pero su actividad docente, quizás la principal, la desarrolló en el ámbito privado como profesora y directora de Ipicana (Instituto Pampeano de Intercambio Cultural Argentino Norteamericano). "Eso fue desde 1964 a 2015 cuando decidí que era el final para esa tarea que me dio enormes satisfacciones y el cariño de tantos alumnos".

 

Nombres queridos.

 

Y no quiere dejar de mencionar a quienes la acompañaron en ese trayecto, como Vita Von der Lancken la fundadora, Nylda y Marisa Marinelli, Sonia Sánchez, Sonia Mosso, Beatriz Fabré, María Elisa Sánchez ,Mirta Ferro, Marisa de La Mata, María Eva García, Alicia Páez, Haydée Semper, Carolina Mazza, Oristela Iglesias, Analía Fitte y Jorgelina Howe".

 

Tiene también una mención para profes del secundario que "dejaron una marca imborrable: Alejandro Colombato, Héctor Mario Vega , Mary Lordi, Vicente Marquina, Eduardo Corro Molas, las docentes Dinghidar y Alchutegui, Mary Urquía, Elsa Faraldo, la señora de Pessi, Elsa Faraldo, Emilia Fernández, y tantos y tantas que fueron ejemplos". Eso aunque el trato "era relativamente distante en esa época, porque por ejemplo los profesores no tuteaban a los alumnos: era señor o señorita... pero eso no impedía una muy buena relación", completa.

 

El deporte.

 

Se remonta a un tiempo cuando "Santa Rosa era una ciudad muy tranquila. La mayoría de los varones jugaban fútbol o básquet en los clubes, y nosotras pelota al cesto que yo jugué, igual que al vóley".

 

"También tuve un tiempo de scoutismo: una etapa maravillosa que nos marcó. Formamos la agrupación Trutruca y fui Akela, o sea jefa de manada lobatera. Todo el mundo sabe que se trata de una filosofía de vida excepcional".

 

Matrimonio casi de novela.

 

Eran los dos muy jóvenes aún. Cristina "la linda profe de Inglés"; y Horacio el profesor de Educación Física que le iba a dar su impronta al deporte local.

 

Y evoca ella: "Él era pintón y super popular en todos los deportes que practicaba. Nos pusimos de novios en la despedida de soltero de otros profe, Yiye de La Sota y Cielo que daba Historia", relata.

 

Vuelve a reír cuando le digo que era una pareja que se distinguía en ese tiempo: los dos profes jóvenes, conocidos, con mucha vida social. "Sí, era un poquito como de novela", admite. Y vaya si es cierto: ella con todo lo que hemos contado, y Horacio un personaje singular... Y los dos absolutamente queribles. (Horacio falleció el 8 de septiembre de 2015).

 

Y sigue contando: "Nos casamos el 22 de enero de 1970 y tuvimos tres hijos: María Carla (Psicopedagoga, vive en Trenque Lauquen y tiene dos hijos: Felipe de 15 y Octavio 12); Ana Clara (Profesora en Educación de Menores en Riesgo Social, vive en Santa Rosa y tiene a Juan Cruz, de 16 años); y Lucio Martín (falleció trágicamente el 12 de enero de 2000).

 

La visa a EE.UU.

 

En 2022 cuando se establece que hay que tener visa para ingresar a Estados Unidos fueron convocados por la Embajada de Estados Unidos a Buenos Aires todos los directores de centros binacionales del país para que cada uno hiciera los trámites en su provincia.

 

Y allí fue Cristina Pastorutti: "Al principio era bastante complicado porque la gestión se hacía todo en mano... se mandaba a la Embajada y había que esperar. Ahora se hace on line y es más rápido y mejor... es una actividad que había pensado no hacer más después que dejé Ipicana, pero Horacio me aconsejó que siguiera, porque era una manera de conocer gente, de saber por qué querían viajar... fue una de las veces que le hice caso a Horacio", se ríe de nuevo.

 

Más de 50 años de trabajo.

 

Como quedó dicho comenzó a trabajar desde muy jovencita. Así completó 51 años de aportes... "Y tengo que decir que soy una eterna agradecida por todo lo hecho, porque disfruté cada minuto de este largo camino. Por otra parte el cariño cosechado de mis alumnos no tiene precio, aunque nombrar a alguno no está bueno porque son una lista infinita y no me perdonaría omitir alguno", reflexiona.

 

Y sigue: "La memoria me puede fallar para recordar algún nombre, pero afortunadamente los reconozco inmediatamente cuando nos cruzamos... Algo que ocurre con bastante frecuencia".

 

Momento de disfrutar.

 

Cristina sabe que está "en una etapa de disfrutar... ¡porque se postergan tantas cosas a lo largo del camino! Pero igual me mantengo activa, y con lo de la Cooperadora del Hospital tenemos muchísimo por hacer", cierra.

 

Y es verdad, debe ser muy reconfortante cada saludo, cada sonrisa que le dispensan a la querida profe de Inglés. Y obviamente la debe reconfortar grandemente cuando un alumno titula una nota periodística como esta -la que usted está leyendo ahora mismo, amigo lector- en la lengua de Shakespeare...

 

Ah! por si alguno no se dio cuenta tiene que observar que titulé en perfecto inglés (allá arriba): "Hola profesora Cristina, ¿cómo está usted?"

 

No, si al final el inglés era lo mío. ¿O no teacher Cristina?

 

En un rincón del alma, por siempre.

 

"Allí, en ese rincón están las cenizas de papá, de Horacio y de Lucio", señala Cristina hacia un rincón del terreno donde se ven algunas flores silvestres, y un par de bancos bajo el árbol que da sombra.

 

No había querido hasta ese momento hablar del momento más triste de su vida, pero sentada allí es como que puede recordar en paz... "Sí, están los tres allí, porque fue una decisión familiar. Y así está más que bien", dice convencida y tranquila.

 

Ella es una suerte de terremoto hecha persona. De esas personas que no se permiten estar quietas, y que habla y tiene esa risa siempre dispuesta que se disparará en cualquier momento. Es un rasgo de su personalidad.

 

Pero vaya si la pasó mal aquella noche trágica del 12 de enero de 2000. "Era la 1 de la mañana cuando vinieron a decirnos que Lucio (entonces 22 años) había tenido ese accidente... Horacio corrió a la casa vecina donde nuestro hijo compartía un asado con amigos y le hizo respiración boca a boca, RCP... pero no se pudo hacer nada". Lucio había salido de la pileta y pisado un cable con el que sufrió el shock fatal. El mundo se derrumbó para la familia.

 

Pero había que seguir: "A los 20 días, el 1 de febrero me presenté a trabajar, porque tenía que estar ocupada en algo. Horacio hacía lo que podía... se iba a la laguna y ahí se quedaba por horas, llorando". Lucio cuando pasó lo que pasó había venido a Santa Rosa de vacaciones, porque en Córdoba estaba a punto de recibirse de licenciado en Marketing. "Es verdad que Horacio era gran deportista, pero en el caso de Lucio lo que lo volvía loco era la equitación... y era bueno en eso", evoca Cristina.

 

El dolor, por supuesto, nunca cesó y hubo que convivir con él. "Teníamos muy hablado lo de la cremación y mis hijas se ocuparon de todo... así que un día decidimos que en ese rincón iban a descansar los tres. Y de verdad nos da paz saber que sus almas rondan por aquí", dice la profe. Ahora sí, aliviada.

 

Cuando tiene algunos ratos libres se sienta por allí y se queda pensativa, tal vez rememorando en silencio vivencias de otros tiempos. Ahí, en ese rincón del alma...

 

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