Jueves 25 de abril 2024

La magia del violín en las calles de Santa Rosa

Redacción 16/09/2023 - 13.30.hs

La melodía resultaba conocida… La Obertura de Guillermo Tell (banda sonora de El Llanero Solitario) surgía de pronto dulcemente en medio de la noche, mientras el arco en manos de la ejecutante se desplazaba por las cuerdas del viejo violín.

 

Primero la sorpresa del caminante, y enseguida la mirada de admiración mientras la violinista emprendía con la música de El Choclo. Si hasta parecía que el instrumento desgranaba frases que circulaban melodiosas por el aire… “Con este tango que es burlón y compadrito/Se ató dos alas las emoción de mi suburbio/Con este tango nació el tango y como un grito/Salió del sórdido barrial buscando el cielo/Conjuro extraño de un amor hecho cadencia/Que abrió caminos sin más ley que su esperanza/Mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia/Llorando en la inocencia de un ritmo juguetón…”.

 

Artistas callejeros.

 

Aparecen de tanto en tanto y se plantan en alguna vereda transitada por la gente para ofrecer su arte: pueden ser cantores y guitarreros, alguna vez un contrabajista y otras un clown, un payaso o un malabarista. Están los de excelencia, los que son verdaderos artistas, y se les nota… y están otros que más modestamente hacen lo suyo. Con entusiasmo, y casi se diría con afecto por el público.

 

Son artistas que trabajan a cielo abierto y que dejan en el piso ya una gorra, o tal vez una caja o el propio estuche de su instrumento para que el que disfruta pueda dejar su colaboración que será, al cabo, el pago de la “entrada” al espectáculo.

 

Violinista en la vereda.

 

Algunos transeúntes los miran y no disimulan su molestia ante esa presencia, pero son muchos más los que se regocijan y contemplan lo que se les ofrece con alegría.

 

En una vereda de avenida San Martín Este, a media cuadra de la plaza, la mujer se había sentado en un banquito e interpretaba… algo de música clásica, algún tango, un chamamé… Hemos visto a otros músicos –casi siempre hombres y no tantas damas-- en las calles de Santa Rosa, y la mayoría ha opinado que “la gente suele ser generosa. Se acerca y algo deja· y suele alcanzar para el sustento diario del artista.

 

Clases de música.

 

Carla Orlando, así se llama, accede a la foto y a la charla. “Ahora mismo estoy viniendo con una amiga desde Necochea, pero soy nacida en Santa Fe, de donde salimos hace algunos meses”, cuenta la artista itinerante.

 

Y sigue: “”Hace varios años que hago música, pero además arreglo instrumentos y también enseño violín. ¿Si soy luthier? No, considero que es luthier el que fabrica… yo lo que hago es arreglar, más que nada violines y algún otro instrumento de cuerdas”.

 

Señala que “la idea es quedarnos un poco en Santa Rosa, y luego tomaremos para el lado de San Luis; luego regresaremos a Necochea y más adelante vamos a ir para el sur. En los lugares donde voy enseño violín en centros culturales o donde me convoquen; y además si alguien quiere doy clases a la gorra… pero eso sí el que quiera tomar alguna tiene que tener su instrumento”, explica.

 

Agrega Carla que son actividades que le gusta hacer “por cada lugar donde nos toque andar… Estamos parando en el camping municipal, y voy a venir aquí al centro a trabajar, así que el que quiera escuchar o tomar clases me podrá ver por esta zona”, completa.

 

Se gana para vivir.

 

“Además si se puede decir –pide-- quisiera que pongas que también animo fiestas, eventos, cumpleaños, casamientos…”.

 

Sostiene que su afición por la música tiene que ver “con lo familiar, porque tengo algunos parientes en el grupo que tocan distintos instrumentos. A mí me tocó aprender violín y me encanta, pero también sé tocar el piano… aunque para hacer música a la gorra es un poco incómodo para llevarlo…”, se ríe con ganas por su ocurrencia.

 

Enseguida afirma que lo que hace le da para vivir “sin problemas… el público colabora, y en esta ciudad aunque llevo unas pocas horas ya ves que ahí –señala-- hay unos buenos pesitos. Es probable que nos quedemos con mi amiga algunas semanas y van a poder verme también en horas de la mañana”, informa.

 

El escenario, la calle.

 

Carla indica que “es la primera vez” que viene a La Pampa; y que su idea es seguir con esta vida itinerante violín al hombro. “Es la vida que elegí y que me llena el alma… Me gusta viajar, y tocar el violín, y como además puedo vivir con esto me doy el gusto”, argumenta con decisión.

 

Los que circulan habitualmente por el centro de la ciudad tendrán por estos días la oportunidad de disfrutar de su instrumento de tangos, chacareras, pop, rock, y tal vez algo de música clásica. Carla tiene el virtuosismo para conmover con su violín, y es una de esas artistas que eligen que su escenario sea la calle, el aire libre y el público circunstancial… Y está bueno que anden por allí, aunque nunca falta aquel que se pone en contra de ese tipo de manifestaciones. ¿Y por qué no les gustará? Si al final esos intérpretes no hacen más que ponerle color y un poquito de alegría a nuestras calles…

 

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