Pasteles de Carlos, lo mejor
Hoy su tarea habitual es vender los más ricos pasteles de la ciudad. Una manera de ayudar a la economía familiar, pero también de permanecer activo en la edad del jubileo. Esa que se supone es la del ocio y la calma. Pero Carlitos Mayer sabe muy bien que mantenerse ocupado es una muy buena manera de matizar las horas que tal vez, de otra manera, se tornarían pesadas, calmosamente aburridas.
Es que él sabe bien lo que es la cultura del trabajo, porque ha hecho de todo un poco en su vida, aunque y sobre todo se lo conoció mucho de cuando era uno de los atentos mozos que tenía el antiguo Hotel Comercio ubicado en la esquina de Pellegrini y 9 de Julio, donde hoy funciona una de las sedes del Banco de La Pampa.
En ese lugar Carlos conoció a verdaderos personajes que supieron llegar a Santa Rosa en otros tiempos, cuando había muy pocas plazas para albergar a las visitas. Políticos, artistas y deportista, y hasta alguna vez el Club All Boys utilizó el Hotel para la concentración de sus futbolistas, cuando aquellas recordadas participaciones en los torneos Regionales.
Después de tantos años de trabajar allí, un día el Hotel Comercio cerró sus puertas, y vino para Carlos Mayer el momento de la jubilación. Así fue que un día se decidió a dedicarse a vender los deliciosos pasteles que prepara su esposa Luisa desde hace muchos años.
Al hombre se lo puede ver caminando con su carga a cuestas primero era un bolso en el que cargaba los pasteles, y desde que comenzó a presentar algunas dificultades en sus piernas que le impiden desplazarse con normalidad, se adaptó a una suerte de andador que lo ayuda a transitar las veredas.
Buenos y en precio.
Caminando lento, sin apuro, sin alzar demasiado la voz, invita a los transeúntes a comprarle. "¿A cuánto la docena Carlitos?", lo interroga alguien senado a la mesa de una céntrica confitería. Cuando Mayer contesta que cuesta $800, el mismo parroquiano se asombra: "La verdad es que son muy baratos... y además recontra buenos, porque le he comprado varias veces", asegura.
Es que los pasteles, en cualquier comercio, se cobran entre $1.400 y 1.500 la docena.
"Yo vendo unas 7 u 8 docenas por día... es una ayuda, pero además me entretengo charlando con la gente. Y está bueno eso...", comenta en un tono apenas audible Carlitos.
Y sí, es así. Y si lo ve por allí no lo dude, compre porque "es verdad lo que dicen los clientes... son los mejores pasteles", se ufana el hombre.
Artículos relacionados