Jueves 02 de mayo 2024

“Quien la termina es un ejemplo”

Redacción 05/09/2023 - 00.33.hs

La Escuela para Adultos Nº1 “Profesor Honorio Romero” cumplió ayer 75 años y lo festejó con un sencillo pero alegre acto en su sede ubicada en Unanue 1990. El salón estuvo repleto de estudiantes, graduados, ex directivos y autoridades actuales.

 

La ceremonia comenzó pasadas las 19:30 y, tras el ingreso de la bandera de ceremonia, Carlos Villanueva -cantante de “Los Caldenes”- entonó las estrofas del Himno Nacional Argentino. Luego de ello, Alicia Piombo, quien fuera directora de la institución por más de 20 años, tomó la palabra. En primer lugar contó la historia de por qué la escuela se llama “Profesor Honorio Romero” e hizo hincapié en la importancia que el establecimiento tenga una identidad propia, a pesar que tuvo varias sedes durante sus 75 años.

 

“La educación para adultos es re necesaria y el papel de la escuela se hizo justicia”, afirmó al mencionar el cartel luminoso que colocaron las autoridades en su exterior y que indica que allí funciona la escuela para adultos, además del Colegio República Argentina. “Alguien que termina la escuela es un ejemplo”, afirmó la ex directora.

 

Luego de un video alusivo a la fecha, el baile folkórico abrió el escenario de la mano de dos parejas de bailarines y la voz de Villanueva.

 

¿Por qué ese nombre?

 

Ayer durante el acto se descubrió una placa con el nombre “Profesor Honorio Romero” para conmemorar el aniversario. “75 años sembrando educación”, es la frase impresa y lleva la firma del gobernador Sergio Ziliotto y el ministro de Educación, Pablo Maccione.

 

Pero, ¿por qué la escuela lleva ese nombre? Cabe destacar que fue instituido por los propios estudiantes a través del voto y no son pocas las personas que no conocen bien de quién se trató la persona cuyo nombre identifica a la institución.

 

Esa denominación fue dada a partir de 1997, porque quienes eligieron consideraron que el profesor Honorio Romero -deportista santarroseño- fue “un ejemplo a seguir”. Cuando se desempeñaba como secretario municipal en Santa Rosa, y regresando de Toay en una visita que había realizado al intendente de la vecina localidad por cuestiones oficiales, Honorio sufrió un accidente que lo iba a postrar para siempre en una silla de ruedas.

 

No obstante esa situación iba a tener una vida cargada de éxitos deportivos. Hijo de un comerciante y de una familia de raigambre en Santa Rosa, se había recibido de profesor de Educación Física en el Instituto Nacional de Manuel Belgrano de San Fernando, Buenos Aires, reservado para alumnos con los mejores promedios en las escuelas normales del país. La institución tenía gran prestigio y su paradigma era la preparación de “Mente Cuerpo y Alma”.

 

Terrible accidente.

 

Ya regresado a la capital provincial, y mientras ejercía también como profesor, durante la intendencia de Benigno Palasciano, se transformó en hombre de confianza del lord municipal. En esa situación todo hacía aventurar una notable carrera también en el ámbito político, pero el destino le depararía una desgracia que cambiaría su vida.

 

En 1949 -más o menos en esta época del año-, cuando con su auto regresaba a la ciudad sucedió lo inesperado. En un lugar conocido como “la loma del camino a Toay” (hoy avenida Perón) -alrededor de las 5 de la tarde y mientras una lluvia caía incesante-, al acometer la bajada su auto volcó y en su descontrolado avance pasó por encima del alambrado quedando con serios destrozos y Honorio seriamente accidentado.

 

La tragedia dejó las piernas del deportista, de sólo 24 años, sin movimiento por el resto de su vida.

 

Recuperación y triunfos.

 

No obstante el infortunio, Honorio se sobrepuso con una enorme fuerza de voluntad, de modo tal que iba a tener una nueva etapa repleta de triunfos y contenidos, enriquecidos a despecho de la adversidad.

 

Después de una larga recuperación, cuando corría 1966, viajó a Japón para intervenir en los Juegos Paraolímpicos Mundiales donde fue finalista en tenis de mesa y jabalina saliendo segundo en ambas. Obviamente trajo dos preseas de plata y estuvo en el podio de esas disciplinas pormenorizado de aquella conmovedora experiencia. Más tarde Toronto (Canadá), y también Londres (Inglaterra) serían escenarios de sus rutilantes participaciones que hicieron flamear la bandera argentina en el mástil de los vencedores.

 

También supo formar parte de organizaciones del deporte dentro y fuera del país, fue recibido por gran cantidad de autoridades en distintos países, entre ellos el Papa Paulo VI.

 

Compañera de la vida.

 

En uno de sus primeros viajes al exterior se embarcó hacia Inglaterra, donde ganó una de sus tantas medallas de oro y además el amor de una de las azafatas de la embarcación. Se trataba de María Marja Astrolog, bellísima mujer de nacionalidad polaca con quien luego se casaría y quien consagró su vida a acompañarlo y atenderlo hasta el día de su muerte el 25 de marzo de 2001.

 

En síntesis cabe decir que Honorio Romero fue un formidable ejemplo de resiliencia, y con su actitud pudo continuar una vida con desafíos y logros en los escenarios más trascendentes del mundo.

 

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