“Tapón”, ahora por el campeonato de la vida
Ha sido uno de los grandes jugadores de nuestro fútbol. Retirado de la práctica ahora tiene por delante el desafío más importante de su vida: tratar de ser feliz con la hermosa familia que pudo armar.
MARIO VEGA
En cancha de Unión de Miguel Riglos estaba yo micrófono en mano para hacer una entrevista para el programa “Tribuna” que iba en Canal 3 (hoy Televisión Pública Pampeana). Recuerdo exactamente la escena: el muchacho --gran protagonista de esa finalísima que había consagrado, una vez más, a All Boys campeón del torneo de la Liga Cultural-- aguardaba en silencio el comienzo de la nota… Pero en un momento, mirandome fijo dijo lo que pensaba: “Todo bien… pero vos siempre me pegás. Parece que no te gusta como juego”. El rostro adusto del jugador no daba lugar a dudas… estaba amoscado por algún comentario anterior que yo debía haber hecho. Pero igual se prestó a la entrevista.
Mauro Antonio Barreiro (39), “Tapón” en el ambiente del fútbol, no es de los que se callan lo que piensan. Y allí lo dejaba bien explicitado.
Luego hubo algunos otros encuentros en las mismas circunstancias, sin que pasara demasiado.
El después.
Siempre, más allá del fútbol, me ha interesado saber qué hay detrás del jugador, cual es su historia de vida, de dónde viene… y sobre todo conocer si tiene claro hacia dónde va.
Porque ser deportista es un período hermoso, que se puede disfrutar mucho si a alguien le ha tocado --como a Mauro--, ser uno de esos elegidos que consiguieron lucir su talento en una cancha.
Pero inexorablemente un día eso termina… ¿Y entonces qué?, ¿cuál es el camino, aún largo, que le tocará recorrer fuera de ese ámbito en que lo hizo tan bien?
Están los que se preparan, los que apuestan a un estudio, o a conseguir un trabajo con una estabilidad tal que los contenga el día después (en el deporte que sea). Pero lamentablemente no todos lo consiguen.
El campeonato de la vida.
Conocemos muchas historias de pibes que no tuvieron en cuenta esa situación, no repararon que el fútbol un día termina y hay que procurarse una forma de continuar de la mejor manera en el campeonato de la vida.
Por suerte, en nuestro medio, en nuestro pequeño mundo, la mayoría consigue acomodarse a una nueva forma de transcurrir. Pero no pasa siempre, porque también quedan los desamparados que, pasado el momento de gloria, no saben o no pueden resolver lo que viene.
El de “Tapón” es un caso que viene bien para ejemplificar. Es el jugador que se consagró campeón muchas tardes, mayormente con la remera alboyense sobre el pecho.
Pero llegó ese día. Esa tarde del 7 de noviembre de 2021 se retiraba el último ídolo en una despedida a pura emoción…
“¿Y ahora?”, se preguntó el muchacho que sentía que ya el fútbol le exigía un esfuerzo que le costaba sostener. Vino el después y ya veremos qué pasó. Cuando le propuse contar de su vida Mauro aceptó gustoso. Casi como si estuviera esperando tener la oportunidad.
Su familia.
Sus padres se llamaban Emelina del Carmen Baldevenito (la llamaban Carmen), y su papá Mauro Cirilo. “Nací en Villa Regina, pero cuando yo tenía meses nos vinimos a un campo en Cuchillo Co. Ahí estábamos mis padres, mi hermana mayor Angi y yo… Después en General Acha estuvimos tres o cuatro años viviendo en la estación de trenes… ¡Eramos re pobres!…”, dice con naturalidad. “Pero la verdad es que eso lo digo ahora, porque en aquel momento ni cuenta nos dábamos…”.
Un momento difícil fue la separación de los padres. “Mamá consiguió un trabajo cama adentro y se vino a Santa Rosa. Después nos acoplamos Angi y yo, que me acuerdo vinimos en un camión de frutas… más tarde mamá se volvió a casar (con Héctor Domenech), y vinieron Antonela. Anabela y Gregorio, “mis hermanos más chicos. ¿Cómo nos llevamos? Somos recontra hermanos, y siempre nos estamos juntando”, comenta con alegría.
Colegio y sóftbol (¡¡!).
Una vez en Santa Rosa se afincaron en Villa del Busto, y por supuesto allí los chicos van a la Escuela 4. Pero al cambiarse la familia a Colonia Escalante terminó la primaria en la Escuela 37; y después llegó la etapa del secundario en el “Fernando Araoz”. Mauro dice que “era muy buen alumno… la verdad es que no me costaba”.
Lo que pocos saben es que uno de los deportes que lo atrapó fue el sóftbol. “Sí, me gustaba mucho y jugaba de short stop… Nos entrenaba Héctor Eiffes, y hasta en algún momento pensé en dejar el fútbol. Héctor me dijo que no me convenía, y en casa pensaban igual, así que seguí con el fútbol”.
Y vaya si hizo bien. En Colonia Escalante había un gran baldío con arcos donde jugaba todo el barrio, y venían del Río Atuel y el Matadero… un día me habló ‘Parrala’ Diaz y me llevó a All Boys donde dirigía pibes con Cefe Lezcano y el ‘Mula’ Aymú”.
El debut en primera.
Pronto se iba a destacar entre sus pares, y enseguida “con 14 ó 15 años” se produjo el debut en primera. “Era 2002 en un equipo en el que estaban Spalanzzani, Lalo Kistner, Menduco Pérez, Marcelo Constantino, Nani y Beto Muñoz y Alexis Sánchez, entre otros”. Enseguida supo lo que era salir campeón, casi un ritual que se repetiría con la auriazul sobre el pecho y él como gran protagonista.
Hasta que un ingrato suceso lo haría trastabillar. “En 2003 falleció mi papá y dejé de jugar… recién al año siguiente cuando vino Pablo Comelles me van a buscar de All Boys, y fuimos otra vez campeones”.
No todos saben que estuvo un año en Boca, y luego en Ríver desde donde regresó a All Boys. Fue luego de superar aquella sensación de angustia que le había ganado el cuerpo y el alma.
Integró un plantel que conducía Edilio Zabala. “En ese 2007 ganamos todo, incluso el Provincial”, evoca.
En Intendente Alvear.
Más tarde iba a ser tentado por Ferro de Intendente Alvear y fue un año a jugar allí. El regreso a All Boys un tiempo, hasta que el ‘Tuco’ Leguizamón lo convenció para convertirse en player de Alvear FBC. Cuatro años estuvo allí,y le tocó ganar el pentacampeonato con los azules. Y la pasó tan bien que incluso pensó en quedarse a vivir… “Hasta me compré un terreno, que luego vendí cuando en 2016 regresé a All Boys. Y sí, es como que siempre estaba volviendo”.
Múltiple campeón.
Se convirtió en ídolo de la hinchada que ocupa la Baldomero González. Y no era para menos porque con la auriazul hilvanó otros cinco campeonatos de la Liga Cultural, hasta que en 2021 determinó que ya estaba. Alguna lesión en el camino –una rodilla y los dos tobillos estropeados--, y la necesidad de ir mirando hacia el futuro llevaron a esa decisión que en ese final coincidió con un nuevo campeonato... y él gritando uno de los tantos goles que convirtió en su carrera.
Para resumir hay que decir que convirtió 86 tantos con diferentes camisetas: 36 para All Boys en la Liga Cultural; 14 en la Liga Pampeana (Ferro y Alvear FBC); otros 7 en el Torneo del Interior; 5 en el Argentino B; y otros 5 en Regional Amateur.
El después y un dolor enorme.
“La verdad es que al principio es muy lindo lo del fútbol, es un camino que se emprende con mucha ilusión soñando conque vas a llegar a la primera de Ríver… pero después está la realidad. Si bien por distintas causas no se me dio en el fútbol profesional, por suerte pude juntar algunos pesos mientras jugaba… pero sí, me preocupaba lo que venía”.
Y lo que venía era el después del fútbol, y además una circunstancia muy dolorosa. Su madre enferma de diabetes falleció durante la pandemia y fue un golpe durísimo, “porque fue la persona que nos inculcó los valores con los que uno tiene que ir encarando la vida… me pegó muchísimo”, dice y se le nubla la mirada.
Era ella...
En un momento conoció a Romina Rojas (es administrativa en la Distribuidora Rincón) y supo que era ella. “Sí, no sé como sucedió… Nos conocimos en alguna reunión de amigos y estamos juntos desde hace ocho años… ¡Qué puedo decir! Es la mujer que todos los días me hace amanecer con una sonrisa… es la complicidad de una mirada y entendernos”, intenta explicar.
Ahí me pareció que el muchacho del rostro adusto titubeaba, que abandonaba por un instante esa seriedad con la que a veces parece poner distancias y dejaba al descubierto ese sentimiento que le ha ganado el alma.
Este Mauro que veo ahora, que no tiene pudor en exhibir su sensibilidad, se me ocurre que poco tiene que ver con aquel jugador de fútbol que en la cancha de Riglos me encaró con un reproche… Se lo digo –un poco en broma-- y la respuesta es una amplia sonrisa. “Qué se yo… son momentos. Uno va creciendo y se va dandp cuenta de tantas cosas…”, acota.
Precisaba una secretaria…
Todavía jugaba al fútbol pero quería conseguir un trabajo estable… “Porque uno ganó unos pesos, pero eso no es para siempre. Resulta que Faerac puso un aviso pidiendo una secretaria para Laboratorio, y así fue que mandé el currículum para ver qué pasaba... y me llamaron para una entrevista. Cuando llegué había cuatro chicas esperando y me dije: ‘aquí no voy a quedar’. Pero bueno, hablé con Diego Ortiz, le dije que era la primera vez que había salido a conseguir trabajo, y que tenía muchas ganas y facilidad para aprender. Me escuchó pero me fui a casa poco convencido. Por suerte me llamaron, primero para hacer media jornada, hasta que al mes me tomaron con jornada completa… Y la verdad es que estoy muy contento con mi laburo”.
Feliz en su trabajo.
Faerac tenía tercerizado el Laboratorio, y hace un tiempo puso el propio en el que Mauro siguió trabajando. “Después pasé a otros sectores, laboratorios externos, atención al público, y hasta el año pasado hacía guardias de urgencia”. Y tan bueno fue su desempeño que llegó a capacitar a otras personas que ingresaban. “No tiene nada que ver con el fútbol, pero estoy feliz de trabajar allí, y también de haberlo conseguido por mi cuenta”, se enorgullece.
El valor de los afectos.
Hoy con Romina forman una hermosa pareja, y se muestran totalmente compatibles. “Los dos venimos de abajo, tenemos el mismo concepto de familia… nos encontramos justo”, afirma feliz. Hubo, como suele suceder, alguna tormenta pasajera… pero es verdad que el amor es más fuerte.. y por eso se valora y se disfruta.
Mauro en un momento de la charla se confiesa y puedo advertir que un poco se turba… y cuando me cuenta alguna situación vivida no puedo menos que comprender su emoción, y compartirla. Porque puso en primer plano esos valores que Carmen le inculcó desde siempre. “Fue difícil, lloré mucho –revela--,pero con Romina nos dijimos ‘tenemos que seguir’, y por suerte ahora todo está muy bien”, afirma. Y aparece otra vez la sonrisa iluminando su rostro.
Prioridad la familia.
El fútbol por ahora está un poco postergado –en algún momento quizás se le de por dirigir algún equipo--, porque hoy la prioridad es su familia, Romina y los chicos: Olivia (12), Bautista (8), Valentín (6) y Catalina (3). Llevarlos al colegio es una rutina que llevan adelante con alegría; y también acercar los niños al fútbol que también les gusta, y mucho. “Somos re familieros, y mucho de juntarnos con mis hermanos porque estamos muy unidos. Esas son las salidas que disfrutamos... Hacer actividades en familia, estar mucho en mi casa… trabajo 9 ó 10 horas y está bueno poder sentarnos a cenar en familia con mi señora. Los dos varones juegan al fútbol, Bautista en Penales; Valentín en All Boys, es admirador del Cuti Romero y fana de Ríver como yo. Olivia es preadolescente y le va muy bien en el colegio, y a Catalina la llevamos a Jardín de 4”, indica.
Un tiempo vivieron en la calle Alvear, pero ahora están en la calle Silva. Pero tienen planes. “Por suerte pudimos comprarnos un lindo terreno en la Avenida Palacios y estamos construyendo; viendo de sacar un crédito… Ese es nuestro gran sueño ahora”, completa.
Honrar la vida.
Se lo nota feliz a “El Tapa” como le dicen los hinchas alboyenses, Junto a la compañera con la que les basta una mirada para comprender qué está pasando, con la que armaron una hermosa familia, para acompañar a los niños en su crecimiento y ayudarlos a formarse y caminar por la vida.
Sin querer ponerme en un erudito que puede aconsejar sobre qué es la vida –si apenas puedo manejar la mía--, digo que bueno Mauro que hayas podido elegir ese camino en el que que primero está la familia, después la familia, y siempre la familia.
Es verdad que no es fácil, que hay cantidad de colores que pintan la existencia, y que en ese contexto existen alegrías y también frustraciones. Pero está claro que todo es mejor si se cuenta con afectos verdaderos que lo sostengan a uno en momentos complicados.
Que suerte que pudiste Mauro… Que bueno hayas podido seguir el camino que Carmen te marcó. Ese que vas a mostrar a tus hijos “para que donde vayan sean buenas personas y queridas”. Sí, porque no es lo mismo transcurrir que honrar la vida… No es lo mismo.
Dos pruebas en Europa.
Quedó lejos y no muchos recuerdan que Barreiro tuvo una posibilidad de jugar en Europa. “Vasco” Zalabardo, que vive en Barcelona, le pidió a “Parrala” Díaz algún jugador con condiciones para hacer una prueba… “Un amigo del ‘Vasco’, que era ruso, tenía una empresa constructora y quería hacer algo en el fútbol… Era para la segunda división de España, en Moldavia, y me dijeron a mí de ir a probar… Anduve bien y quedé en un equipo, pero había problemas con el cupo de extranjeros… si hasta me ofrecieron que me casara para tener la ciudadanía y quedarme, pero no quise”, se ríe ahora “Tapón”.
Algo parecido sucedió más tarde, con una posibilidad en Lisboa… “La verdad es que Portugal es hermoso. Ahí jugué amistosos, anduve muy bien pero el empresario ruso no sé por qué no arregló y entonces resolví volverme a La Pampa”, rememora.
“No me arrepiento… después lo único que me interesó fue quedar en la historia de All Boys y me parece que lo logré”, agrega satisfecho.
Si bien no incursionó en política Mauro Barreiro dice que “por supuesto” le interesa. “No milito, pero sé lo que pasa con la economía, pero es una lástima que desde Nación no nos tienen muy en cuenta…”, reflexiona.
“Tapón” es un amante de Santa Rosa y de la provincia, y se encarga de destacar: “Me gusta como conduce su gobierno Sergio Ziliotto, porque muestra amplitud con todos los sectores. Me parece que La Pampa está en buenas manos”, elogia en el final.
En River y en Boca
El hombre y sus circunstancias dice Ortega y Gasset. De alguna manera resume que hay una relación entre un individuo y su entorno, y es determinante estar en el lugar justo en el momento indicado.
Llegar a una primera división en el fútbol argentino tiene que ver –además de contar con un imprescindible talento-- también con las circunstancias.
Mauro Barreiro estuvo en las inferiores de los dos grandes. Primero en Boca con 14 años. Un día en el colegio leyendo el diario vimos con un par de amigos que Boca hacía una prueba en el Deportivo Mac Allister y venía Jorge Griffa. Le pedimos a ‘Parrala’ Díaz –los dirigía en inferiores de All Boys-- que nos retirara y llegamos sobre la hora… jugué 10 minutos y tuve la suerte de hacer dos o tres goles. Así fui a vivir a Casa Amarilla. Ahí estaban Fernando Gago, Nicolás Bertolo, Miguel Quiruleff (que después vino a All Boys y era el capitán, ‘El Zorro’ Morette (Alvear)… Era la época de Bianchi en Boca y los veíamos entrenar a Riquelme, Palermo… todos”, rememora. Un día como había algún problema para conseguir lugar en la pensión se volvió a Santa Rosa.
En el más grande.
Después de jugar un tiempito en All Boys, surgió una nueva posibilidad. “Nos dirigía Pablo Comelles que dijo que me veía condiciones y me conseguía una prueba en Ríver… Fui, jugué un amistoso con Rácing, hice dos goles y quedé. Fue muy lindo, y me tocó la época de muchos que llegaron a ser figuras como Radamel Falcao, los dos Higuaín, Augusto Fernández, Domingo, Carrizo el arquero… Vivía en una casa en Figueroa Alcorta y Quinteros, bien frente al Monumental, y ahí estaba con la Pantera Bou que después se lució en Rácing, y el Keko Villalba”, recordó.
Levantarse cada mañana con el Monumental ahí enfrente debe ser como soñar despierto… “Claro, soy fana de Ríver”, afirma.
Problema de salud.
Pero pasó algo: “Un día venía viajando para ver a mi familia y en Pehuajó me empecé a sentir mal, me faltaba el aire y terminé internado. Me hicieron estudios y parecía que no tenía nada, así que decidí volver a Buenos Aires… pero en Anguil otra vez me sentí mal… me bajé, tomé un taxi y me volví. Al final descubrieron que eran ataques de pánico… que se yo, es algo que tenés adentro y de pronto te explota. La cuestión es que empecé un tratamiento que debía hacer con un psicólogo y la familia cerca… y claro, no podía llevarlos a todos a Buenos Aires. Así fue que decidí regresar y de a poco volver a jugar en All Boys”, resume.
Con los auriazules haría grandes campañas, ganando 8 campeonatos de la liga, un Provincial y marcando goles decisivos. Se fue como un ídolo, precisamente festejando un campeonato en el Turnes frente a General Belgrano.
Una vida en imágenes.
Idolo.
“Tapón” Barreiro el día de su despedida. Es ídolo de la afición auriazul. Al lado, de espaldas, Giuliano Guinchinau, que precisamente es el heredero de la 10 que dejó Mauro en All Boys.
Homenaje.
Por elección de los simpatizantes –se hizo una suerte de encuesta-- una de las canchas del predio alboyense lleva su nombre. Una distinción que marca la importancia del paso de “Tapón” por el fútbol.
Un grande.
La foto con la camiseta de River en el predio de Ezeiza. Llegó a jugar en Reserva y se codeó con quienes después fueron grandes figuras del club.
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