Domingo 28 de abril 2024

Un hombre de barrio y sus sueños...

Redacción 20/08/2023 - 12.19.hs

Conoce todos los pueblos de La Pampa, aún los más pequeños. Los visita como comerciante, y además actúa de rematador en carreras de caballos. Es un apasionado de su barrio y del club que hoy preside.

 

MARIO VEGA

 

El barrio, tu club, tu gente… ¡Qué satisfacción tiene que ser para una persona llegar a la madurez de la vida rodeado de todo eso! Andar por los lugares que la vieron crecer, tener frente mismo a su casa la escuela que lo cobijó en sus primeros años… Y cerca los mismos viejos y queridos vecinos de antes, aunque algunos ya se hayan marchado.

 

Oscar Arturo Lezano (72), hijo único de Arturo Ángel y María Yudith Rodríguez, transita las calles de Villa Tomás Mason con esa satisfacción de una vida hecha y con el compromiso de haber asumido un objetivo hermoso y motivador.

 

Tiempos felices.

 

Sé que por allí a alguien puedo fastidiar con mis referencias al barrio en el que transcurrí tantos años de mi vida –aunque quien lee con habitualidad estas notas sepa de qué van--, y al que visito frecuentemente para llenarme de reminiscencias sintiendo esa nostalgia que no pocas veces me empaña la mirada.

 

Volver a los recuerdos de esos tiempos en que éramos tan felices, con total despreocupación por los tiempos que vendrían. Épocas de purretes cuya mayor obligación, o quizás la única, pasaba simplemente por ir a la escuela o al colegio y por lo menos zafar --aunque había otros que sí eran buenos al momento del estudio--; y luego dedicar todas nuestras horas a corretear por las calles detrás de una pelota, o engancharnos en esas reuniones de amigos en cualquier vereda… infancia de barrio donde la felicidad está en las pequeñas cosas “a un paso de las luciérnagas, duendes y juegos encantados” (Mary Ramos dixit).

 

Los amigos.

 

Oscar es un querido amigo de toda la vida. De esas amistades que perduran aunque pase tiempo que dos personas no se encuentran. Si al cabo los recuerdos son los mismos –o parecidos--... de la muchachada de entonces, compañeros en la Escuela 314 (hoy 201), Tartacha Andino, Graciela Prandi, La Rusa Heim, Mabel Picotto, Luis Berón, Carlitos José… Y los demás Andino: Floro, Tunino, Pancho, Bochín, Mickito; los Mansilla –José el mayor era el líder al que respetaban mucho--, Luzuriaga, Orozco, Holzman, Miguel Garciarena, el Hugo Godoy… y tantos.

 

Me pasa una lista aún con “el riesgo de olvidar alguno, seguro”, dice. Y menciona a Cachito Martínez, Nelson Benvenutto, Coco Cabral, Carlitos Luases, Guille Pérez, Cabezón Gaccio, Rulo Morán, y muchos más

 

Arreos por las calles.

 

“Y sí, la pelota, estar en la calle... entretenernos con los arreos que iban bajando por la Antártida Argentina hasta el embarcadero (ubicado sobre la 1º de Mayo y el inicio de González)…”. A nadie se le ocurriría imaginar hoy ver en las calles centenares de vacas arreadas por vaqueanos de a caballo, que a golpes de látigo y el clásico “¡opa, opa, opa…!” eran guiadas a los corrales desde los cuales iban a ser subidas al tren que las conduciría hasta Liniers.

 

Era una escena habitual de aquellos tiempos, y de ese barrio.

 

Don Ismael Amit.

 

El padre de Oscar, don Arturo Lezano --casualmente tenía el mismo oficio qle el mío (era imprentero, tipógrafo)--, alguna vez llegó a ser concejal de Santa Rosa cuando Ramón Turnes ganó la intendencia. Fue hombre de Ismael Amit (entonces gobernador), a quien era común verlo en su imponente Impala, manejando despacito… Saludaba levantando su mano a los chicos que interrumpíamos el picadito de fútbol en plena calle esperando que pasara. Pocos sabíamos de quien se trataba ese señor que iba, precisamente, a la casa de los Lezano, donde se tomaría unos mates o se quedaría a almorzar si cuadraba la ocasión. “Sí, Amit era familiar de mi madre y venía mucho a casa. Además acordate que las primeras casitas sociales (ubicadas detrás del Club Argentino y que sirvieron para trasladar allí a vecinos de El Salitral de la laguna Don Tomás) las había inaugurado él, así que era muy querido en la barriada”, explica Oscar.

 

La casa de siempre.

 

Los Lezano vivieron siempre en esa casona grande de Antártida Argentina y Neuquén (justo en una loma, lo que le daba un aspecto más dominante entre el resto del caserío), y allí siguen viviendo Oscar y su esposa. “Debe tener más de 100 años, y lo que yo hice fue modernizarla bastante”, indica.

 

“Tenía la escuela frente a casa y allí hice la primaria; después dos años en la Escuela Industrial, pero no me gustaba; así que me fui a Victorica donde me recibí de Técnico Agrónomo, y después completé esos estudios en Guatraché. De ahí fui a dar clases a Realicó recomendado por Florencio Peirone, pero estuve nada más que un año porque nos tocó un director que no sabía nada y nos peleamos”, evoca.

 

A 25 de Mayo.

 

En tiempos en que Fernando Domínguez –reemplazó a Ramón Turnes que renunció-- era intendente, Oscar ingresó como empleado municipal encargado de Parques y Paseos. Fue hasta que llegó el Proceso Militar, la no dudó cuando le dijeron de ir a trabajar a 25 de Mayo. Allí el Instituto de Seguridad Social iba a poner en marcha el Plan de Forestación, a cargo de un ingeniero agrónomo que –precisamente-- era del barrio. “Sí el ‘Colorado” (Amílcar) Giunchi estaba al frente. Fueron cuatro años, pero ya me empecé a encariñar con 25 de Mayo así que compré un terreno y me quedé”.

 

La vida junto al río.

 

Y la localidad ribereña se convertiría en un lugar donde se iba a sentir sumamente cómodo. “Sí, me gusta mucho. Al tiempo Lalo Rebollo me dijo que andaba buscando una persona para vender carne, así que sin conocer nada del tema me convertí en abastecedor… me tocaba andar hombreando medias reses y era un laburo pesado. Más tarde en un garaje puse una verdulería a la que le puse de nombre ‘El Escondido’, porque estaba medio oculta… iba en mi Ford a comprar la mercadería a Catriel los martes jueves y sábados, y la verdad es que vendía cualquier cantidad. Al tiempo, frente a la terminal de micros de 25 (que se llama ‘Cutín Pérez’, otro vecino de Villa Tomás Mason, pionero con su colectivo para hacer la travesía desde Santa Rosa), construí unos salones, dejé la verdulería y puse un kiosco grande”, completa.

 

La familia.

 

En esa época conocería a Raquel Margarita García, una joven nacida en La Humada que estaba trabajando en Catriel. “Nos vimos la primera vez en una confitería y nos pusimos de novios. Al tiempo nos casamos y somos padres de tres hijos: Yessica, que trabaja en el Instituto de Diagnosis y que nos dio dos nietas Candela (19) y Micaela (11); Federico, es rugbier y está jugando en Nueva Zelanda y trabaja en algunas empresas; y Melina que es cheff y tiene una rotisería al lado de casa”.

 

Federico, el hijo rugbier.

 

Le pido que me de más precisiones sobre Federico, que hoy mismo vive del otro lado del mundo: “Por suerte en este tiempo es posible estar comunicados todo el tiempo, y eso es lo que hacemos… Empezó en Santa Rosa Rugby y juega de pilar, fue Caldén de Plata y en una oportunidad le dijeron si le interesaba jugar allá y se fue… pero anduvo por varios lados, por Portugal, estuvo un tiempo en Barcelona y ahora mismo volvió a Nueva Zelanda… sí, con mi señora fuimos a visitarlo y realmente nos quedamos asombrados de ese país”, reflexiona ahora.

 

Oscar, el vendedor.

 

Decidió regresar definitivamente a Santa Rosa cuando sus padres enfermaron. “Al principio había ampliado la despensa que mamá tenía en nuestra misma casa, en un salón, y después puse un kiosco grande… y andaba más o menos”, admite.

 

Es un buscavidas y no le tiene miedo al trabajo, y mucho menos si se trata de comerciar. Y se ríe: “Me considero buen comerciante… como todo turco. Un día vino un mayorista a vender fuegos artificiales y le dije que sí, que agarraba viaje… En ese momento se hacía la Fiesta del Piche en La Humada y les vendí. La cuestión es que Juancito Pagano, el intendente, me dijo ‘el lunes te llevo el cheque a Casa de Gobierno’… así que lo esperé en la explanada y cobré. Desde ese día me empecé a quedar por allí y me encontraba con otros intendentes… me hice amigo de muchos y les he vendido de todo un poco: monumentos, esculturas, Cristos, fuentes, leones de cemento…”.

 

Yendo a los pueblos.

 

Empezó a visitar a los jefes comunales y su presencia se hizo habitual: “A todos los pueblos conozco. Iba con ‘Pampeanita’ Moreno (fallecido no hace mucho), y llegaba a las 7. Me gusta madrugar y arranco tipo cuatro o cinco de la mañana y les caigo temprano, cuando todavía no tienen demasiada actividad y podemos tomar unos mates y charlar… y de paso les vendo algo”, explica.

 

Andar y andar los caminos.

 

“Y sí… los conozco a todos. Me encanta andar, y manejar. Voy hasta Chos Malal, a todo el Oeste, llego a Cutralcó, Zapala, Picún Leufú, Neuquén, Buta Ranquil, y parte de la provincia de Buenos Aires. En el Oeste remataba carreras de caballos (tomaba apuestas)… fijate si he transitado los caminos de La Pampa y otras provincias: a una Ford que tenía le hice 640.000 kilómetros, y en la que tengo ahora llevo más de 400.000, así que ahí nomás son más de un millón de kilómetros”, calcula. “Cuando viajo me levanto de madrugada y arranco… y manejo y manejo. Me gusta mucho andar”, expresa.

 

Pero además viaja constantemente a Buenos Aires desde el 2001. “Compro lo que vendo aquí en Don Torcuato, Quilmes, San Isidro… conozco bastante, y a veces con Rubén Corral (fotógrafo de turf) que me suele acompañar nos metemos en algunos lugares que mejor ni bajar la ventanilla”, advierte. “Tengo gente que hace los monumentos y todo lo que vendo, así que traigo y vendo”, completa.

 

“¡Cómo voy a dejar!”

 

Admite que a veces su familia le pide que deje el club, “pero me queda a una cuadra de mi casa, estamos haciendo cosas y se progresa y me dan ganas de seguir. Además tengo compañeros de comisión muy comprometidos y le meten mucho esfuerzo”. Los otros integrantes son Marta Díaz (vice); María Grisel Cogo (secretaria); Ana Ricciardo (prosecretaria); Hugo Sombra (tesorero); Enrique Vázquez (protesorero); Mónica García, Mario González, José Corral, Ana Valeria Sánchez (vocales); José Giménez, Juan Campo y Dalberto Torino (revisores de cuentas).

 

El club está construyendo su polideportivo (pegado a la Escuela 201), lo que le permitirá ampliar la cantidad de disciplinas –hoy son 15-- de las que podrán disfrutar los vecinos.

 

Un tipo simple.

 

Es un tipo de la calle, simple, que le gusta “compartir un café, charlar, ir al Jockey a ver algunas carreras de caballo”, pero que diferencia: “No me gusta el casino y para nada soy un loco timbero”, aclara.

 

Oscar sabe que hay suerte de mandatos en la vida, y él tiene el suyo: continuar con el sueño de aquellos pioneros que fundaron la entidad (Vasco Roldán, los Urquiza, Héctor Ualpas, Mario Vega, Carlos Argañaraz, Terencio Fernández, Porocho Díaz y otros). Y continuar el camino que ayudó a trazar La Negrita Bertone. “Es que en este barrio tengo recuerdos imborrables, y por eso también estoy totalmente identificado con Argentino”, reafirma.

 

Los sueños por cumplir.

 

Por supuesto tiene sueños personales, que pasan porque sus hijos “sean felices… que sean buenas personas y tengan un buen trabajo...Y sí, que el club se vaya para arriba… y que el fútbol vuelva al club Argentino, que podamos ver otra vez el color de su camiseta en una cancha de la Liga Cultural… Y cómo no me va a gustar este lugar si aquí están los recuerdos de mi infancia y mi adolescencia, los amigos, mi gente querida… aunque a veces se extrañe a algunos que se nos adelantaron en la partida”.

 

Sí Presidente… a no aflojar. Adelante que hay mucho que hacer en nuestro club. Y estará todo el barrio cuando los colores de Argentino se vuelvan a exhibir en una cancha del fútbol oficial. Allí estaremos todos.

 

Argentino, otra vez una referencia.

 

“De pronto el cielo del barrio/ha cambiado de color.../se viste de verde y blanco/hay un rumor de tribunas/y en las gargantas un gol/está jugando Argentino/en la cancha Centenario/ y otra vez el Negro “Diablo”/presente en el marcador” (Terete Domínguez)

 

Argentino Foot Ball Club y el querido recuerdo del poeta urbano, del escritor del barrio.

 

Oscar Lezano tiene hoy la responsabilidad de dirigir al club que pasó con su nombre al castellanizado Asociación Argentino Futbol Club.

 

“Un día estando en Buenos Aires me llamó Coco Santamarina y me dijo que tenía que estar a las 7 de la tarde porque se reunía la comisión reorganizadora… Llegué y estaban Aldo Bafundo, Chacho Maldonado, Quelo Cepeda, Negrita Gauna, Marta Díaz y otra gente. Fue Aldo el que me dijo el presidente tenés que ser vos… Y arrancamos a reconstruirlo porque era un desastre: el techo hecho pedazos, las cloacas no funcionaban... Hicimos un almuerzo de reencuentro, logramos la Personería Jurídica y todo empezó a cambiar, aunque era muy difícil”, rememora.

 

Llega Carmen Bertone.

 

Oscar tiene bien presente cuando Ana María Roldán le dijo que La Negrita Bertone –cuando joven había vivido pegada al club-- quería sumarse. “La invitamos y el primer día nos dejó un cheque por $5.000 con el que enseguida compramos tablones para hacer de mesas… A veces discutíamos, como por ejemlo cuando yo quería cerrar el predio porque la gente se metía y ella se negaba. Fui a verlo a Pedro Etchaluz (compañero de La Negra en el bloque del PJ) y le pedí que la convenciera… y bueno, cambió de idea y cerramos”.

 

Valoriza el aporte y “la pujanza de Carmen: hacíamos peñas, cenas, loterías y se transformó el club. Nos enseñó a trabajar… y nunca hizo política aquí. Una vez teníamos organizada una Lotería y la noche anterior nos entraron a robar… dijimos bueno, la suspendemos. Pero ella nos impulsó: ‘Aquí no se suspende nada’. Y después nos fue muy bien. Lo cierto es que su aporte fue vital, y por eso el Polideportivo que estamos haciendo aquí enfrente va a llevar su nombre”, dice Oscar y un poco se emociona.

 

Hoy Argentino tiene 15 disciplinas deportivas, actividades sociales, instalaciones que mejoran todo el tiempo y volvió a ser referencia importante de la barriada. “Mi sueño es volver a ver la camiseta de nuestro club en el fútbol de la primera división de la Liga Cultural”, se entusiasma. Y seguramente en algún tiempo habrá otra vez “rumores de tribuna”... gritando un gol de Argentino. Y así será Oscar. Así será.

 

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