Una familia que es todo el día fútbol
Agustina va por sus sueños y toda una familia la acompaña. Empezó en infantiles de All Boys con los varones cuando el femenino aún no estaba organizado. Con 16 años ya juega en la Selección Argentina.
MARIO VEGA
“El fútbol es en la vida de las cosas menos importantes, lo más importante”. La frase se la atribuyen a Jorge Valdano, aunque hay quienes sostienen que corresponde a algún otro conocido entrenador. Y se puede decir que somos muchos los que adherimos a esa expresión.
Si bien el nuestro es un pueblo futbolero como pocos –casi único--, es verdad que también están aquellos a los que no les interesa y lo juzgan para nada esencial en la existencia de la gente. Y cabe darles un poco de crédito, por qué no.
Lo cierto es que –salvo excepciones, que las hay-- una enorme mayoría lo tiene como una pasión inexplicable, y cuántas locuras son capaces de llevar adelante las y los simpatizantes para seguir a sus equipos, a los que aman con un sentimiento visceral.
Derribando murallas.
Hasta hace no mucho era una actividad reservada sólo para el género masculino… pero eso cambió de manera radical diría hace un par de décadas, o algo así.
La mayor participación de la mujer en distintos ámbitos de la vida cotidiana, su revalorización en la sociedad, la eliminación de tabúes que conducían a la discriminación, fue mutando de gran manera. Y está muy bien que así sea.
Se venía gestando una mayor participación femenina, y en esa lucha por la igualdad de derechos la mujer fue ganando espacios en el deporte, más allá de la absurda tozudez de un machismo que no se resigna a perder sus privilegios.
En lo laboral, en lo social, y también en lo deportivo, un aire fresco empezó a correr, y se fueron derribando algunas murallas que dificultaban la participación femenina. Y el fútbol no podía escapar a esa lógica de los nuevos tiempos.
Aquella chiquilla rubia.
En ese contexto las chicas se organizaron, y ahora tienen sus propios torneos. Y crecieron de tal modo que el fútbol femenino es una realidad tangible. La felicidad completa para mujeres que gustaban de practicarlo y no tenían forma de hacerlo libremente.
Muchos de quienes concurrimos habitualmente a las canchas --y particularmente a la de All Boys en la Avenida Spinetto--, veíamos con simpatía cuando a la vera de la platea un grupo de chicos jugaba alegremente a la pelota. Totalmente desentendidos de que a pocos metros, en la cancha principal, se disputaba un partido de la primera división masculina.
Y lo que no dejaba de llamar la atención era una chiquilina –cabello rubio al viento-- de unos 9 ó 10 años que jugaba de igual a igual con sus compañeritos varones. Era un clásico de todos los domingos, y era lindo ver a la pibita haciendo maravillas, gambeteando a sus amigos con una facilidad que asombraba.
Sí, era Agustina, la misma que hoy se destaca claramente en nuestro fútbol femenino, y la que sabe del orgullo de ponerse la casaca nacional. Nada menos.
Esos sueños.
Agustina Maldonado es en este tiempo una referente del fútbol femenino, aún cuando sólo tiene 16 años.
Pero para llegar a eso hay toda una pequeña historia en la que su familia tiene mucho que ver. Sus padres le prestan un fuerte apoyo y la acompañan en este camino que Agus empezó a recorrer soñando alto… muy alto. “Llegar a la Selección Mayor, ser campeona del mundo…”. Cuántos chicos y chicas que patean una pelota tendrán ilusiones parecidas… Sí, como aquel pibe ruliento de Fiorito que quedó inmortalizado en una frase parecida dicha para la televisión, y que cada tanto repiten.
Esas palabras iban a resultar casi una profecía cumplida, porque Diego llegaría a la cúspide del fútbol mundial, y lo manifestaba siendo un chiquilín con la inocencia propia de esa edad… Pero lo cierto es que su talento, su capacidad, su determinación. cambiaría de manera absoluta la vida de una familia que de su mano –o mejor dicho de su fútbol-- iba a torcer aquel destino de pobreza.
Agustina y los suyos viven otra realidad. Integran una familia acomodada que –no obstante hay que decirlo-- está basada en el trabajo y el sacrificio. El de sus padres, y aún de sus abuelos. Y ya se verá por qué.
Lo cierto es que la adolescente hincha de All Boys desde siempre, tiene esa ilusión, pero también –agrega: “Jugar en Europa, en el Barcelona o el PSG…”. Y tiene virtudes futboleras dónde apoyarse.
“Hori”, el papá.
Vanina Camandona y Horacio Maldonado se conocieron en la pileta de Juan Mecca en el verano del 2000, y desde entonces están juntos. El matrimonio tiene además a Nacho (Ignacio), el pequeño de 11 años que también se destaca en las divisiones menores del auriazul donde Agustina es la estrellita entre sus pares.
“Hori” (sus amigos lo conocen con ese sobrenombre), nacido en Intendente Alvear es hijo de Abel y Mirta y tiene otros dos hermanos. “Trabajé bastante tiempo con mi padre en ‘Maldonado Impermeabilizaciones’, haciendo colocación de membranas para techos”, cuenta.
A los 7 años ya vivía en Santa Rosa, y en el Colegio Domingo Savio hizo la primaria y el secundario. Más tarde iba a obtener el título de martillero público. Hoy se desempeña como administrador del Centro Médico Camandona, que funciona en el edificio ubicado en la esquina de Garibaldi y Lisandro de la Torre.
“Hori” jugó al fútbol en Atlético Santa Rosa --antes había hecho inferiores en All Boys--, “bastante en reserva, y algunos partidos en primera”, en un equipo en el que estaban entre otros Carlos Argañaraz, Lisandro Ranocchia, Mauricio Marusich, Tomy Ponzone, El Tano Alecha, Yoyi Ferreti, Miguel Giuliani, Ramón Cabrera, Moncho Salas… “Por ahí hacía algún gol, y el que más recuerdo es uno que le hice a Costa cuando Toro Sánchez era el técnico”, tiene presente. De todos modos casi que admite que Agustina tiene más condiciones que las que lo caracterizaron a él.
Los Camandona.
La mamá de Agus, Vanina, hoy la médica del plantel femenino de All Boys --desde donde sigue muy de cerca la carrera de su hija--, es santarroseña, doctora y cirujana especializada en Flebología. Antes de cursar sus estudios en Buenos Aires, había hecho la primaria y el secundario en el María Auxiliadora; mientras se destacaba en el hockey federado en el Club Estudiantes.
Pertenece a una familia muy conocida de la ciudad: su padre era Rodolfo Camandona –médico, urólogo-- quien construyó uno de los primeros edificios en torre de la ciudad, ubicado en la calle 25 de Mayo al 300.
Marta García –madre de Vanina y abuela de Agus y Nacho-- todavía vive en ese edificio, y es dueña y administradora de Vitabull ( empresa agroindustrial pampeana que elabora alimentos balanceados para animales).
Se puede decir que Agus tiene en All Boys un antecedente futbolero, porque su tío Mariano (“El Chino”) jugó en el club hasta que se fue a estudiar Odontología, profesión que hoy ejerce. La otra hermana de Vanina es Natalia, quien también es odontóloga. Los hermanos/as Camandona hicieron sus estudios superiores en la Universidad Maimonides, en Capital Federal; y ahora mismo atienden sus consultorios en el Centro Médico de Lisandro de la Torre y Garibaldi.
Toda la familia.
La idea en este espacio no era referirnos sólo a las condiciones futboleras de la protagonista, que ya todos conocen suficientemente. Sino mostrar que detrás de su pasión, de sus ganas de trascender como lo ha dicho, hay toda una movida familiar.
Sí, porque los Maldonado Camandona respiran fútbol. “Mis padres son fundamentales, y mi hermano Nacho (Ignacio, 11 años) también. Porque me acompañan en todo, en los viajes y me re cuidan…”, dice Agustina.
“Siempre me tocó jugar con varones, era la única mujer…”, cuenta. “Los chicos (con los que comparte entrenamientos) son mis hermanos. Desde mi primo Maxi Cazenave (los que lo vieron jugar lo destacan como gran promesa), pasando por Martín Platner, Tommy Fuertes, Sabino Di Pietro… ellos siempre fueron los más cercanos a mí. Pero en general todos se han llevado bien conmigo y nunca tuvimos un problema”, afirma.
Por distintos deportes.
Si bien hoy es futbolista y nada va a cambiar su determinación de llegar muy alto, antes incursionó “por los deportes habidos y por haber: hockey, karate, natación, handbol, tenis. Cuando iba a practicar nos teníamos que quedar todo el rato allí… pero cuando dijo ‘fútbol’, y empezó a hacerlo de manera organizada todo mejoró y eso no fue necesario”, expresa el papá.
Primero la llevaron al Estadio Municipal, pero las chicas eran mucho más grandes; pero por suerte la admitieron en Médanos Verdes donde preguntaron antes si se animaba a jugar con los varones. Después le preguntamos a Luchi Roo –dirigía inferiores en All Boys-- y nos dijo que no tenía problemas en que fuera. “Y ahí empezó todo”, recuerda “Hori”.
La Selección Argentina.
Pero se veía que Agustina daba para más, y un día que la mamá participaba de un Congreso de Medicina en Córdoba surgió la posibilidad de probarse en Belgrano, y aunque daba ventaja con la edad le fue muy bien. Más tarde hubo una visoría en Río Cuarto, con chicas que tenían 15, 16 y 17 años, y ella solamente 10, y asombró a todos.Ya no había dudas, Agustina no tenía techo y había que ir por más. Y fue creciendo de tal manera que empezó a sonar el teléfono en casa de los Maldonado. Debutó en Primera División con 12 años en el primer torneo de la Liga Cultural, en el que fue campeona con All Boys. A la misma edad jugó el primer Provincial de fútbol, convirtiéndose además en la primera en marcar un gol.
Paralelamente llegó la citación del poderoso River Plate para diferentes torneos, y también las convocatorias a las selecciones juveniles nacionales, además de destacarse en los equipos pampeanos en diferentes competencias. Y la frutilla del postre: desde sus 15 años la figura de All Boys ya forma parte de la Selección Argentina Mayor.
Exigente rutina.
Mirando desde afuera, solamente viéndo cómo es todo a través de los medios, no se puede llegar a dimensionar el sacrificio que hacen Agustina y todo su entorno para empezar a darle forma a un gran sueño.
Porque la rutina indica que el grupo se levanta todos los días a las 6 de la mañana. Agustina va al colegio hasta las 13.30, después a las 4 de la tarde ya está entrenando hasta las 5 y media; y dos veces por semana, o tres, se queda para hacer gimnasio en All Boys y seguir con la rutina que le mandaron de la Selección Argentina.
También entrena con los varones –lo que naturalmente le ofrece un roce futbolístico que la ayuda en su desarrollo--, y obviamente con sus compañeras de la primera división femenina. En toda esa rutina es seguida por su hermanito Nacho: “Él tiene sus propios entrenamientos con los chicos de su edad; pero los jueves le agrega quedarse con las chicas hasta las 9 de la noche cuando Agustina termina su práctica”, precisa Vanina.
Por otra parte –aparte de cumplir con el Colegio-- los dos chicos estudian Inglés, y es una carga más que asumen sin reticencias porque tienen claro que les resultará vital en su crecimiento.
El padre es quien se ocupa de llevarlos y traerlos a practicar, y la mamá la encargada de cocinar… ¡Vaya si es una familia que tiene actividades todo el tiempo!
Como una profesional.
Pero además están los viajes, ya para entrenar con Ríver, o para asumir los compromisos con los seleccionados nacionales –el juvenil y el mayor--, y son 1.200 kilómetros que se hacen en auto: 600 los viernes y lo mismo para regresar los domingos. Y cuando hay que hacerlos constantemente resulta verdaderamente agotador.
Y completa “Hori”: “Es todo sacrificio… Agustina cumplió los 15 en Paraguay: los 16 en un hotel. Y así todo… El último verano el 2 de enero estábamos en Solana (Punta del Este), todo muy lindo, espectacular, pero a las 7 de la mañana estábamos levantados para hacer la rutina. Y encima está la dieta, porque en el nivel que está ya entrar con un kilo de más te influye. Agustina lleva una vida de profesional en un ambiente amateur como este. Pero bueno, es así… ella quiere estar en lo más alto y para eso tiene que seguir así”.
No faltará el que reproche tanta exigencia –porque además hablar y criticar es gratis--, pero lo cierto es que es Agustina la que elige vivir de esa manera para llegar a lo más alto. Para cumplir su sueño… ese que –es cierto-- acompaña toda su familia: “Jugar en la Selección, ser campeona del mundo… ir a Europa, al Barcelona, o jugar en el PSG”.
Ilusiones y futuro.
Cuando se le pregunta a Agustina Maldonado a quienes admira nombra a dos futbolistas: Lionel Messi, por supuesto; y Alexia Putellas Segura.
Esta es la centrocampista española considerada la mejor jugadora del mundo en los años 2021 y 2022. Y, según dicen los que dicen saber, es líder de su selección, una suerte de superheroína, pura ambición y fuente de inspiración.
La pampeana la tiene como referencia, pero mientras se ilusiona con jugar alguna vez en Europa, no pierde de vista lo nuestro, lo que está muy al alcance de la mano. “Me gusta mucho defender a nuestra provincia en los Juegos Epade y la Araucanía. Es algo que me encanta poder hacer”, sostiene.
Por lo demás, y más allá del fútbol, los padres le insisten que es imprescindible estudiar, porque si bien está comenzando en la actividad competitiva existen los imprevistos, los imponderables, y por otra parte “la carrera de una deportista no es tan larga”, coinciden “Hori” y Vanina.
Y agregan: “Es muy lindo lo que está viviendo, esta alegría de entrenar en el predio de AFA, de dormir en la habitación que por ejemplo ocupan cuando concentran con la Selección campeona del mundo Rodrigo de Paul, o el mismísimo Messi… pero hay que tener los pies sobre la tierra”.
La piba los mira y comenta que no tiene bien en claro qué seguir estudiando, aunque sus padres dicen que podría ser para cheff, porque “es muy buena cocinando… pero a veces cambia y habla de periodismo deportivo, o kinesiología. Ya decidirá ella qué va a seguir en el futuro”, completan.
Una vida en tres imágenes.
En All Boys.
La pibita rubia que jugaba al lado de la platea del Ramón Turnes y que “bailaba” a los chiquitos varones que querían quitarle la pelota. Tenía 8 años.
En la Selección.
Orgullo de todos. Agustina Maldonado y los colores nacionales. Jugando en Colombia un torneo Juvenil. ya ha sido citada para la Mayor.
En familia.
Una hermosa imagen de los hermanitos Maldonado. De este lado del alambrado Nacho (que tiene muchas condiciones), y del otro lado Agustina antes de jugar con un equipo norteamericano en Buenos Aires.
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