Proyecto agrícola: la experiencia del kibutz
El desarrollo de los kibutz en Israel muestra no solo la multiplicidad de formas organizativas para trabajar la tierra sino su potencial productivo y tecnológico.
SERGIO URRIBARRI
El 10 de noviembre, el presidente Alberto Fernández habló con técnicos del Partido Justicialista. «Quiero que las tierras improductivas del Estado vayan a manos que produzcan. Uno habla de estas cosas y aparece el idiota que dice: reforma agraria. Yo no quiero la reforma agraria. Yo quiero que las tierras fiscales improductivas vayan a manos de los que trabajan».
La iniciativa, plena de sentido práctico, de inclusión social y transformación productiva, ha sido demonizada desde sectores que promueven la grieta agitando el fantasma de una generalizada expropiación, olvidando que la utilización de tierras ociosas fue uno de los pilares de las exitosísimas transformaciones agrarias que, a la caída del fascismo, se implementaron en Italia y Japón.
A miles de kilómetros de nuestro país, desde la Embajada Argentina en Israel, sigo con atención este debate. La necesidad de acercar propuestas en materia de producción agrícola y de generación de trabajo de calidad, nos obliga a buscar herramientas para que sean analizadas por quienes toman decisiones. El siguiente es un aporte más a esa búsqueda con fundamento en la experiencia de Israel en proyectos sociales, cooperativos y productivos agroindustriales y en el desarrollo tecnológico de punta en materia agroindustrial.
Los kibutz.
He recorrido numerosos kibutz en Israel y pude conversar con dirigentes del movimiento que nuclea a los 273 kibutz y con sus trabajadores. Pude constatar que la experiencia israelí es inspiradora. Kibutz, en hebreo, significa «agrupación», y puede ser definido como un asentamiento rural de varias generaciones, caracterizado por su estilo de vida comunitario, colectivo y cooperativo, su gestión democrática, la responsabilidad grupal por el bienestar de cada miembro adulto y niño y la propiedad compartida de sus medios de producción y consumo.
Los kibutz fueron creados para cumplir una serie de objetivos propios del momento histórico en el que surgieron, algunos de los cuales eran similares y otros muy diferentes de los que motivan los proyectos hoy en la Argentina: realizar un proyecto de vida cooperativo; ocupar y poblar el territorio, en particular regiones adversas climática y geográficamente; brindar trabajo y contención a nuevos inmigrantes y evitar la formación de una sociedad rural desigual y jerárquica, a lo que hubiera tendido el libre juego de las fuerzas del mercado.
Persistencia.
Desde el principio, los kibutz se veían a sí mismos como comprometidos por un deber nacional y social. Esto permitió que se establecieran en todo el país, particularmente en regiones previamente inestables desde el punto de vista militar, y que sus miembros aceptaran vivir condiciones extremas. No obstante, el compromiso nacionalista y socialista explica parcialmente el surgimiento, pero no la persistencia de los kibutz: su conservación a lo largo del tiempo solo puede entenderse teniendo en cuenta su éxito como proyecto socioeconómico, al otorgar garantías de un buen nivel de vida y un sentido de comunidad y pertenencia. La actualización tecnológica, la adaptación a la innovación y la apertura a las nuevas prácticas del mercado son parte de la causa de ese éxito.
Hoy la realidad de los kibutz es muy diferente a la de los comienzos, tras cambios sociales que comenzaron en la década del ’80 y se profundizaron en la del ’90; esta transformación dio lugar a una variada gama de modelos cooperativos, en un espectro que va desde el socialismo pleno hasta simples cooperativas como las que son usuales en algunas provincias de nuestro país.
Y esto nos lleva al segundo elemento que deseamos remarcar: la importancia de la innovación productiva como parte de un proyecto socialmente inclusivo. El uso de las innovaciones tecnológicas que el mercado agroindustrial requiere permite un mayor control del cultivo durante sus diferentes etapas, el aumento en la eficiencia de uso de los insumos y el mejoramiento de la calidad del producto final.
La tecnología.
Israel se destaca por su importancia en el campo de la tecnología y la innovación, con rubros que van desde la informática avanzada hasta la «agritech», o agro-tecnología. En este sentido, es importante tener en cuenta que hoy los kibutz juegan un papel importante en la escena israelí (y global) de alta tecnología. Su participación se extiende sobre una variedad de campos, desde la medicina a la energía solar, desde los cosméticos a la agricultura, y así sucesivamente.
Un caso especialmente importante es el del kibutz Hatzerim, de mayoría argentina. Hatzerim fue uno de los primeros en abandonar la agricultura tradicional y comenzar un negocio, cuando crearon la empresa Netafim, en 1965. Esta compañía diseña, fabrica y distribuye sistemas de riego, famosa mundialmente por el sistema de riego por goteo. Actualmente la empresa es llevada adelante en asociación con otros dos kibutz y posee fábricas y representaciones en todo el mundo, incluyendo la Argentina, Estados Unidos, Sudáfrica, Australia y más.
Nueva ruralidad.
En nuestro país un inmenso porcentaje de la población sufre una situación de exclusión, con necesidades básicas insatisfechas, incluidas las de carácter alimentario y habitacional. El desempleo, la pobreza y el hacinamiento en áreas marginales del universo urbano son fenómenos que afectan a amplios sectores de nuestro pueblo. Esta problemática social no puede comprenderse sin enfocarse en su raíz material, vinculada con una estructura económica castigada por cuatro años de políticas adversas a la producción y -últimamente- por los efectos tan destructivos como imprevisibles de la pandemia global.
Frente a esta aguda combinación de problemas a enfrentar, la apuesta por el desarrollo de una nueva ruralidad centrada en la doble premisa de la modernización tecnológica, de cara al incremento de la productividad y el aseguramiento de la salida exportadora, y los formatos innovadores de producción y ocupación del suelo, dirigidos a asegurar la inclusión social de sus protagonistas, aparece como una potencial solución que opera en múltiples planos. (Extractado de El Destape).
*Embajador argentino en Israel.
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