Arduo es el menester asignado a la palabra
Señor Director:
Luego de la lectura de nuestro diario, el pasado viernes, quedé meditando en el oficio u ocupación de la palabra, esto es, en su menester.
La meditación aludida se debió a que en una de las noticias se decía que alguien había usado la palabra debilidad para caracterizar a la democracia, al tiempo que otros, en tren de conciliar, proponían decir que la democracia es frágil. Al buscar mi composición de lugar comencé por aclarar significados. Observé que lo débil es lo que tiene poco vigor o poca fuerza y resistencia. Frágil es lo quebradizo; lo débil, que puede deteriorarse con facilidad; se dice que una persona es frágil si es propensa en caer en pecado, especialmente contra la castidad; frágil es lo caduco y perecedero. Digamos que hay sinonimia entre debilidad y fragilidad, como lo revela el uso, pues decimos "débil es la carne", pero la Real advierte que sería más propio hablar de fragilidad en el caso de la carne.
Se sabe que no existe sinonimia perfecta; incluso, sería redundante. La Real Academia dice, al referirse a la voz acepción, que es la forma de precisar "cada uno de los significados de una palabra según los contextos en que aparece". Con esto, nos dice que si queremos leer bien el mensaje, debemos poner atención en el contexto. ¿Qué es el contexto de una palabra o de toda expresión de un pensamiento?: Es a) el entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados; b) el entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un hecho. En este punto pierde importancia el grado de sinonimia que haya entre dos palabras, pues se nos dice que una misma palabra puede significar ideas diferentes según su contexto; y que no es lo mismo un contexto político que uno histórico, etc. Si afinásemos más el análisis, veríamos que el significado depende también de quién lo dice y cuándo y cómo lo dice. Una cosa es lo que la palabra denota y otra es o puede ser lo que connota, porque en este caso (connotar), además de su acepción propia la palabra carga con un significado de tipo expresivo o apelativo. Hay apelación cuando el discurso se hace para provocar emociones o determinadas reacciones en el oyente. En suma, que yo me quedo sin saber a qué atenerme. Para entender debí estar ahí, en el momento en el que una persona (tal persona) mentó la debilidad de la democracia
Pero, veamos: ¿es débil (o frágil) la democracia? Quiero preguntar si objetivamente, más allá de lo que yo crea o quiera (creer y querer andan en yunta), la democracia puede ser desvirtuada o destruida. En cuanto a lo que puede haber sucedido estimo que en el caso analizado no se discutía la fortaleza de la democracia. Lo que parece haberse discutido es lo que el orador piensa realmente o si es conveniente que esto se diga justamente cuando se está evocando un momento oscuro de nuestra democracia. Por otra parte, la debilidad o fragilidad del sistema no es tema a discutir, dado que todas las cosas humanas lo son. No hay manera de asegurar que una democracia sea invulnerable, porque su fuerza y estabilidad dependen en primer lugar de la confianza que transmita a una parte sustancial de la ciudadanía y de la voluntad social que se disponga a sostenerla. Y dependerá de otros factores, incluyendo una educación y una idea de la persona que privilegie la libertad de determinación y la dignidad de cada individuo. Luego, se trata también de que los derechos del hombre (humanos) sean asumidos como sustanciales para sostener y enriquecer un sistema de organización política. Si la educación genera una pauta dominante de formación personal asentada en la dignidad propia y la igualdad de derechos (traducible como oportunidades reales) de todo prójimo, entonces estaremos viviendo en democracia con mayor tranquilidad, aunque tal vez nunca con total seguridad.
Atentamente:
JOTAVE
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