Jueves 03 de julio 2025

Enseñar a pescar, enseñar a pensar

Redacción 01/09/2011 - 04.30.hs

Señor Director:
El pasado domingo leí declaraciones de un legislador acerca de hechos delictuosos que se registran en Santa Rosa y la provincia.
Propone convocar a un debate de "toda la sociedad". Hizo una relación entre trabajo y robos: que la ausencia de uno, aumenta la presencia de lo otro y que en las poblaciones menores hay trabajo y los robos significativos, cuando se producen, son realizados por gente venida desde otros sitios. En esto sería importante contar con información detallada y confiable y estadísticas para saber si los pocos delitos en pequeñas poblaciones son menos, proporcionalmente, que los que se producen en las grandes.
La idea a considerar, a mi juicio, es la que propone convocar a un gran debate. Cuando se dice que sea de "toda la sociedad", hay que pensar que se debería procurar medios para que todos participen aunque no sea necesario que todos vayan a reuniones y a mesas de discusión. No importa tanto que debatan los legisladores de todas las orientaciones, aunque su participación es importante; ni los representantes de todas las organizaciones sociales, profesiones, etcétera, aunque deba procurarse que esas opiniones se expresen. Lo que en verdad importa es que la sociedad debata, esto es, que cada persona y todo núcleo familiar se sientan motivados. Necesitamos un debate creador y capaz de influir en los comportamientos. Debatir no es sólo escuchar y eventualmente oponer puntos de vista entre representantes. Lo que interesa es que todos debatan en su mismidad y luego con los que comparten su ambiente (familiar, de trabajo). Digo esto, porque en los asuntos de importancia para el conjunto social, seguramente todos tienen algo que decir; o, para ser más preciso, todos tienen algo que preguntarse. Los individuos y los grupos o sectores de cualquier tipo deben asumirse como partes del conjunto mayor. Voy más a mi punto: cada uno de nosotros debe comenzar por interrogarse en qué medida ha cedido en sus patrones de conducta ideales. Cuando hay una atmósfera social, todos respiran ese aire y todos se impregnan de sus componentes, en mayor o menor medida. Si creemos estar hoy ante una mayor presencia del delito entonces tenemos una de tales atmósferas.
Otro punto que me interesa tratar (ingreso así, de hecho, en el debate) es si hay en nuestro tiempo una atmósfera que incite a prescindir del pensamiento propio y la toma de posición personal ante lo que la humanidad ha llegado a reconocer como valores necesarios para fundar una convivencia estimulante. La democracia obliga a delegar lo propio, algo de lo propio, en manos de representantes. El equilibrio entre este toma y daca es siempre problemático. Hay individuos celosos de su responsabilidad y otros más concesivos. Algunos llegan al extremo de decir que "eso es asunto del gobierno" (o de la policía o de los políticos): "para eso están". Y sucede que no están solos para eso y que es peligroso permitirles que crean que sustituyen, cuando solamente representan. Claro está que para no dejar que se pasen de la raya se hace preciso que cada ciudadano se asuma como la cuota parte de soberanía que recae sobre él. El mundo no se parará si él se queda quieto, pero su quietud distará mucho de ser un hecho indiferente. Un debate por lo comunitario, por lo de todos, debe tener el objetivo de que la voluntad de participación no decaiga.
En otro debate de estos días en el mundo se trata de ver si ha habido un apoderamiento de la mente colectiva para inducirla a consumir determinadas cosas y no otras. También si la información que circula (que no siempre es toda ni la necesaria) ha reemplazado el funcionamiento de la mente de las personas a extremos desconocidos hasta ahora. El proverbio chino dice que no hay que ofrecer pescado (menos que nada, pescado podrido) sino enseñar a pescar. Tal vez estemos en un punto en que hay que restituir valores y estimular el pensamiento propio.
Atentamente:
JOTAVE

 


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