Esperando moraleja del novelón pampa
I - Luego de las primarias abiertas, el justicialismo pampeano debería estar tranquilo. La presidenta Cristina Fernández y las diputadas nacionales por La Pampa obtuvieron un número de votos suficientes como para sentarse a esperar el veredicto de las urnas del próximo 23 de octubre. Todo indica que las cosas marchan como han marchado en el último cuarto de siglo largo en esta provincia de reiterada tendencia peronista y el electorado votará nuevamente en forma mayoritaria hacia ese lado acompañando con mayor o menor entusiasmo a los candidatos provinciales del oficialismo.
II - Pero el Partido Justicialista no está tranquilo. Parece recelar de ese voto que acompañó a la presidenta y a sus muchacha pampeanas. Recela que esa adhesión a la gestión nacional no sea idéntica hacia la gestión provincial. Por eso comenzó hace semanas a tratar de bajar a los candidatos del partido Nuevo Encuentro. Ese partido, formado principalmente por humanistas y sabatelistas, fue la tabla de salvación de la estrategia nacional cristinista que naufragaba en La Pampa por la negativa del justicialismo a conformar las boletas de diputados nacionales con los nombres sugeridos por la propia presidenta.
Cuando el entorno de Cristina advirtió la maniobra del peronismo pampeano tronó el escarmiento. El responsable de esa jugada, al verse descubierto, se inmoló públicamente renunciando a su candidatura a gobernador y dejando a su partido en una crisis que solo trabajosamente y violando alguna que otra norma legal, lograron sortear sacando de la galera la reelección del gobernador y echando mano a su alianza con Nuevo Encuentro para que las candidatas a diputadas nacionales de CFK fueran junto a ella en la boleta.
III - Pero ahora que el peligro pasó, que la tramoya del justicialismo pampeano fue desbaratada, que las diputadas de la presidenta obtuvieron los votos y dieron un final feliz a lo que parecía la antesala de un desastre, en vez de agradecer a quienes pusieron su partido como tabla de salvación para que esto fuera posible, hacen la del alacrán con el sapo e intentan bajarlos de la carrera para que no estorben las chances de quienes se consideran a sí mismos la clase política gobernante de La Pampa. Por eso no dudan en presionar para bajar la boleta del partido que los salvó del desastre como se tira un profiláctico luego de usado. El argumento que esgrimen los que así operan alude a una presunta racionalidad política que tendría como objetivo evitar la "dispersión" del voto. En realidad temen que el "arrastre" que ellos esperan usufructuar beneficie a otros. Este curioso intento de monopolizar el "efecto Cristina" no los tiene como legítimos actores pues los de Nuevo Encuentro han sido más consecuentes en su defensa de la presidenta y de sus políticas que la mayoría de los dirigentes encumbrados del justicialismo pampeano. (En cuanto a lo que llaman eufemísticamente "dispersión" del voto no es ni más ni menos que la manifestación democrática de la diversidad política y su eliminación para darle mas chances al candidato oficialista sería una forma ilegítima de empobrecerla pues ganó su derecho en las primarias. Si se analiza esta conducta a la luz de la historia política reciente de nuestra provincia se advertirá que hay, detrás de esta forma de pensar y actuar de la clase política gobernante del justicialismo el mismo pragmatismo maquiavélico que los ha mantenido en el poder. Han sido siempre sus necesidades inmediatas de supervivencia política las que los llevaron a adherir, justificar y aplicar en contra de los intereses de la provincia las políticas ruinosas que firmaron con la mano y hoy quisieran borrar con el codo. Del otro lado están quienes mantuvieron sus ideas políticas contraviento y marea y hoy apoyan a Cristina no buscando un cargo sino simplemente porque coincide con lo que han sostenido siempre).
IV - Así contado el caso parece un novelón de la política lugareña que tiene, como todo novelón de la tarde, una protagonista principal bella, inteligente, capaz, idealista acosada por un puñado de pretendientes que, a medida que avanzan los capítulos van desnudando sus triquiñuelas e intenciones. Estos pretendientes estuvieron a punto de engañarla pero, descubierta la maniobra, algunos hicieron mutis por el foro y otros se pasaron de bando. Están también los que, desde un papel secundario en la novela, le profesan su amor incondicional. Los que la defendieron y la defienden y son capaces de cualquier sacrificio con tal de verla triunfar. Los que se ofrecieron cuando la maniobra de los malos parecía hacerla naufragar. Hay, como en todo novelón, diferencia entre los pretendientes. Los poderosos la quieren por lo que ella tiene y por lo que ella puede darle. Los humildes la aman por su idealismo y su fuerza justiciera. Solo resta saber si al final, en el último capítulo, la moraleja del novelón nos deja, aunque más no sea, una moderada esperanza de cambio. (LVS)
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