Domingo 11 de mayo 2025

"Vos sí que tenés la vaca atada", se dice

Redacción 30/11/2013 - 03.27.hs

Señor Director:
El dicho "tener la vaca atada" tiene raigambre criolla.
Se lo interpreta como un signo de opulencia y de seguridad económica. Se sabe que los ganaderos ricos del país agroexportador cuando iban a Europa con toda la familia embarcaban con ellos al servicio doméstico y, en casos, también llevaban una vaca en la bodega para tener leche a lo largo del viaje. Hablamos del siglo XIX y principios del XX, época en la que también jóvenes argentinos de familias ricas se hicieron famosos en París por "tirar manteca al techo". He leído que esto sucedió en algunos restaurantes y que los bacanes jugaban en ocasiones a ver quién lograba que la manteca quedase prendida del cielorraso a partir de usar una "catapulta" que hacían con un tenedor que oscilaba sobre un soporte: la manteca iba en los dientes, el cabo quedaba en alto y se trataba de golpearlo con la mano y con la potencia exacta para alcanzar el objetivo. Después bastaba con sacar la billetera y arrojar unos pesos sobre la mesa. Hecho esto se retiraban saludados con genuflexiones por el maître.
Estos recuerdos me han venido al leer sobre un nuevo caso de mujeres que son retenidas durante largos años como esclavas sexuales por hombres de clases laboriosas (como el chofer Ariel Castro, de Cleveland, EEUU), o de clase alta y media alta, como dos casos recientes de Austria y éste de ahora, en Londres (los que menciono no son los únicos conocidos). Dudé en mentar el dicho citado para comentar estos hechos, porque puede ser leído como una chanza sobre el dolor y la pérdida de las víctimas. Estoy muy lejos de tal intención. Lo que quiero destacar es una idea acerca del hombre y de cómo, al proceder de esta manera, esos individuos se están dando gustos equivalentes al que se permiten quienes tienen "la vaca atada". Lo que hacen visible estos crímenes es que la sociedad desigual que hasta ahora hemos podido construir despierta con más frecuencia la envidia que el rechazo. Se rechaza menos el exceso criminal y la injusticia de un estado de cosas social que facilita tales abusos extremos sobre los derechos humanos. Si bien quienes los han cometido pueden padecer alguna forma de desequilibrio, siempre es posible preguntar si la locura no da cuenta de la liberación de una tendencia reprimida por la reprobación social y la ley. En verdad, no necesitaríamos una ley que prohíba y sancione tales excesos si la experiencia no demostrase que son posibles y hasta que se dan con cierta frecuencia. A nadie se le ocurre hacer una ley que prohíba salir volando con sólo aletear con los brazos, porque se trata de una imposibilidad física conocida, hecho que no impide que alguna vez soñemos que estamos volando sin aparato alguno.
El reciente suceso inglés estalló la semana pasada cuando tres mujeres pudieron liberarse luego de treinta años de sometimiento a un hombre de 67 años. Las mujeres son una malasia o malaya, ahora de 69 años, una irlandesa de 57 y una inglesa de 30. Esta última, al parecer, nació en cautiverio. Estaban en una casa del sur de Londres, que tenía toda la apariencia de hogar corriente. Una de las mujeres se pudo comunicar con una agencia gubernamental.
Cristian Martínez Poch fue detenido hace unos días por haber retenido a su ex pareja, Vanessa Rial, durante 45 días, con abuso y mal trato y, además, violación de hijas de la mujer. En septiembre, en La Plata, se conoció el caso de una abogada de 38 años, secuestrada. Otro secuestro, también en La Plata, el de Elva Leiva, durante 17 días. Hace unos meses se denunció un caso de esclavitud por años de una mujer por un pastor, en Coronel Suárez.
Si nos remontamos a la historia y las tradiciones, el relato de horrores aún peores llega hasta donde alcanza la memoria. Las Mil y una noches parten del hecho de que mujeres lindas eran confinadas en el palacio del dueño del poder real absoluto para que éste las "disfrutara" una noche, luego de lo cual se les mataba.
Atentamente:
JOTAVE

 


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