Martínez de Hoz, un apellido recurrente de la oligarquía argentina
EMILIO MARIN
El sábado 16 de marzo falleció José Alfredo Martínez de Hoz, ex ministro de Economía de la dictadura militar-cívica. Sus amigos de la oligarquía, como el diario "La Nación", lo defendieron tanto como pudieron.
El ex ministro de Economía de la dictadura militar-cívica, José A. Martínez de Hoz, falleció en Buenos Aires el 16 de marzo. Fue muy odiado a raíz de ese paso por la función dictatorial como superministro. Y por eso a la hora de su ocaso y fallecimiento muchas entidades que estuvieron ligadas a él, optaron por el bajo perfil y silbaron bajito, tratando de pasar desapercibidas.
Resulta inhallable algún homenaje de la Sociedad Rural Argentina, a pesar de que el muerto fue directivo y su familia contó con uno de sus ex presidentes del mismo nombre, apellido que aún hoy lleva uno de los pabellones del predio de Palermo.
La tendencia general es hoy no llamar la atención sobre el vínculo que se tuvo con tan poco popular personaje. Sin embargo hay algunos oligarcas que, por convicciones o por el deseo de que a ellos no los castigue tanto abandono, reafirmaron su amistad. Por caso, el dueño del ingenio Ledesma y viejo amigo de "Joe", publicó un aviso fúnebre.
¿Dónde? ¿Y dónde iba a ser sino en "La Nación", el que mejor ha reflejado los puntos de vista de esa clase terrateniente? Decía así: "Martínez de Hoz, José A., q.e.p.d., falleció el 15-3-2013. Carlos Pedro Blaquier, su amigo de toda la vida, participa con gran pena su fallecimiento y acompaña a su familia en estos tristes momentos y muy
especialmente a su hijo José".
Parecido.
El azucarero atraviesa una situación parecida a la del fallecido. Está mal visto por pertenecer a esa clase minoritaria dueña de 155.000 hectáreas de tierras, el ingenio y otras fábricas de biodiésel, papel, etc. Pero las coincidencias no se agotan allí: uno y otro están procesados por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la
dictadura.
Blaquier no puede salir del país por las desapariciones de obreros de su ingenio y del médico Luis Arédez, y deberá perderse la coronación de Máxima Zorreguieta en Holanda, pese a haber sido invitado. El padre de la princesa, Jorge Zorreguieta, tampoco será de la partida por ser ex secretario de Agricultura y Ganadería del general Videla y estar también vinculado con la Sociedad Rural y el Ledesma en la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal). Y a "Joe" no pudieron invitarlo porque ya fue inhumado en un cementerio privado de Pilar.
Impune pero condenado.
Martínez de Hoz murió técnicamente "inocente" pues estuvo procesado en tres causas pero ninguna llegó a juicio. Una fue por ser parte de la asociación ilícita que dio el golpe de Estado. Además de esas responsabilidades, tuvo mucho que ver con la represión contra el personal de Acindar, del que fue presidente. En 1974 la conducción combativa de la UOM Villa Constitución le ganó una importante huelga, pero "Orejas" se cobró revancha en 1975, bajo gobierno de Isabel Perón, con un operativo policial y de Gendarmería, más las patotas de la Triple A, con muchos trabajadores detenidos, torturados en el interior de la planta, despedidos y algunos desaparecidos con posterioridad.
Otro proceso en su contra, más conocido, fue por instigación del secuestro de dos empresarios del rubro textil, los Gutheim, dueños de Sadeco, que estuvieron presos seis meses por orden del Ejército, hasta que se avinieron a cumplir una exportación de algodón a Hong Kong. Ese había sido el reclamo del superministro, para que con esa operación se
pudieran tramitar créditos internacionales.
El tercer expediente que estaba abierto por la desaparición de un economista de nacionalidad española, Juan Carlos Casariego de Bel, opuesto a la nacionalización de la Italo. Esta compañía de electricidad fue nacionalizada por el gobierno militar, cuando no correspondía, pagando al vicio 350 millones de dólares. No está de más recordar que Martínez de Hoz había sido titular de esa eléctrica y miembro del directorio del controlante multinacional Braun Boveri.
En el hospital.
De las tres causas la más avanzada era la del secuestro extorsivo reiterado de los dos empresarios. En 1988 fue procesado y estuvo dos meses preso en la Unidad Penal 22, pero más tarde lo liberaron y después Carlos Menem lo benefició con el indulto. En abril de 2010, luego de recursos y chicanas, la Corte Suprema declaró inconstitucionales tales indultos y Jorge Oyarbide volvió a ordenar la detención, en mayo.
El detenido y sus letrados argumentaron cuestiones de edad y salud para no ir a la cárcel, pero un corto tiempo debió recalar en el penal de Ezeiza. Luego a la Clínica Arcos y de allí otra vez a su piso del edificio Kavanagh, en Retiro, aunque con prisión preventiva. Domiciliaria, pero prisión.
Y en esas circunstancias murió el sábado 16, a los 87 años, sin una condena de las tres que pendieron sobre su cabeza y sus extendidas orejas. Sus deudos deberían agradecerle mucho a Menem, porque con el indulto le sacó las papas del fuego durante varios años, lo que atrasó todo el proceso penal y le permitió ganar el tiempo para irse de este mundo como el tirano Pinochet, sin condena. O como Albano Harguindeguy, gran amigo del ministro, compañero de causa en el
secuestro de los Gutheim y de cacerías en Sudáfrica.
Crímenes mayores y menores.
Ante el deceso de un personaje tan poco patriótico y tan poco democrático, sus defensores han debido admitir algunos de sus deméritos, pero se han esforzado por dejar de lado lo principal del prontuario.
Han puesto la mira en la tristemente célebre "tablita cambiaria", que era una devaluación programada y pautada. Los tenedores de dólares del exterior podían venir, cambiar las divisas por pesos, colocarlos a altos intereses y con lo producido volver a comprar dólares para retornar a sus países con una ganancia segura.
"La Nación", por ejemplo, publicó notas al respecto, que en el mejor de los casos provocarían una crítica a Martínez de Hoz en tanto economista, pero dejando de lado su aspecto central: fue un ideólogo y responsable del genocidio.
Ya cuando había ubicado a uno de sus hombres de confianza -Ricardo Zinn- en el gabinete económico de Celestino Rodrigo, en 1975, comenzó a dinamitar la tambaleante economía. Pero a partir del 2 de abril de 1976, al asumir en el ministerio de Economía, su responsabilidad fue central en lo que ocurrió: cierre de fábricas, desnacionalización de
la economía, desempleo en auge, primarización de la economía, apertura ilimitada al capital trasnacional, valorización financiera y endeudamiento externo galopante. Esa deuda se multiplicó casi por cinco, al pasar de 7.000 millones de dólares en 1975 a 35.000 millones seis años más tarde. Eso lo hizo "Joe", gran amigo de David Rockefeller, en su condición de empresario monopolista y directivo de Acindar, Grupo Bracht, Roberts y los citados Braun Boveri e Italo.
Los defectos o errores en la aplicación del plan económico son como los flecos del poncho. El "poncho" fue la responsabilidad del fallecido el sábado 16 en la entrega del país al gran capital extranjero y nacional, la amputación de los asalariados y el trabajo nacional, etc, y la consiguiente demanda de un genocidio para poder llevar adelante semejante misión.
Martínez de Hoz no debió ser procesado sólo por el caso de los empresarios Gutheim. Tendría que haber sido sentado junto a Videla, Emilio Massera y Orlando R. Agosti, la primera Junta Militar, por ser autor mediato de 30.000 desapariciones y responsable de genocidio. Lo dijo mucho mejor Rodolfo Walsh en su "Carta Abierta": "en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada".
Su diario favorito.
El diario "La Nación", la familia Martínez de Hoz y la Sociedad Rural formaron una gran hermandad; por eso el cronista denominó a aquella sábana "Gaceta Ganadera" desde hace años y mantiene la calificación. Sus caminos se entrecruzan. Anduvieron a la par durante más de 130 años, teniendo en cuenta que la SRA fue fundada en 1866 por un Martínez de Hoz y que el diario lo fue en 1870.
Una de las defensas más enérgicas que el matutino hizo del genocida civil fue cuando lo detuvieron en 2010. El editorial se tituló "La detención de Martínez de Hoz", el jueves 6 de mayo de ese año, y allí se sostuvo: "más allá de las controversias que suscite la figura del ex ministro del Proceso, el hecho pone en crisis la seguridad jurídica". Añadió: "La detención de José A, Martínez de Hoz ordenada por el juez Oyarbide siembra el germen de un debilitamiento de garantías constitucionales elementales que abre la puerta a una persecución generalizada no sólo de ex funcionarios civiles del último régimen militar, sino también de quienes incomoden al Gobierno, sean adversarios políticos, periodistas o empresarios. De ser convalidado el precedente Martínez de Hoz, se pondrá en crisis la seguridad jurídica".
Queda una gran pena: se murió "inocente". Y otra pena idéntica: la entreguista ley de entidades financieras, Ley 21526, que pergeñó con Adolfo Diz en 1977, aún sigue vigente. ¿Hasta cuándo?
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