Jueves 01 de mayo 2025

Grupos parapoliciales sueltos en La Pampa: ¿foráneos o locales?

Redacción 12/08/2013 - 06.16.hs

Los comandos de la Triple A no solo actuaron en grandes centros urbanos. En La Pampa, también se vio su presencia, difusa pero concreta, con armas, varias bombas colocadas en Santa Rosa y amenazas de muerte escritas.
Norberto G. Asquini
Una de las facetas ocultas de la represión ilegal durante los años 70 en La Pampa ha sido la actuación de los grupos parapoliciales en la provincia entre 1975 y 1976, antes de la dictadura militar.
Si en el país la disputa al interior del peronismo tuvo como brazo armado del ala derecha de ese movimiento a la Alianza Anticomunista Argentina, la famosa Triple A, esta sigla encerró diversos grupos de extrema destinados a combatir a la militancia revolucionaria y a los "infiltrados" de izquierda dentro del partido.

 

Radiografía de las patotas.
Según distintos análisis, en 1975, las víctimas a manos de los grupos parapoliciales llegaron a sumar 923 entre secuestrados, desaparecidos y muertos identificados. Entre enero y marzo de 1976 se registraron alrededor de 197 víctimas más atribuidas a estos grupos. Algunos estudios arriesgan que en sus dos años y medio de existencia, las víctimas habrían sido dos millares. Con la caída del ministro José López Rega en agosto de 1975, la Triple A comenzó a declinar, si bien siguieron sus ataques. Los asesinatos protegidos por el Estado fueron bajo otros nombres y agrupaciones sucedáneas de derecha, como los Escuadrones de la Muerte o el Comando Libertadores de América que actuaba en Córdoba con protección del Ejército. Esas operaciones parapoliciales de la Triple A demostraron que el Ejército no quería desactivarla hasta que no consiguiera el control de la lucha contra la guerrilla. Además, muchos de estos grupos estuvieron integrados por oficiales policiales y militares retirados o en actividad.
Finalmente, con el golpe de Estado del 76 se desactivaron, si bien muchos de sus integrantes se reciclaron en los grupos de tareas que llevaron adelante el Terrorismo de Estado.

 

En el interior del país.
Si la actuación de estos grupos se dio en los grandes centros urbanos, hubo también presencia de estos comandos en provincias "chicas" del interior como la Catamarca del gobernador Vicente Saadi o La Rioja de Carlos Menem. De esta manera, el peronismo impuso la "depuración ideológica" en su interior para combatir al "desviacionismo" del marxismo y la guerrilla.
¿Cuáles fueron las vinculaciones de las patotas de la Triple A con La Pampa? Si bien en la provincia no hubo asesinatos políticos vinculados a grupos parapoliciales, se pudieron observar estrechas relaciones entre sindicalistas y políticos de la derecha peronista pampeana con patotas de afuera. Pero también hechos de violencia extrema para una provincia en la que la disputa política se daba en clave moderada, con la explosión de varias bombas.

 

Grupos foráneos.
En 1975 algunos matones que respondían a Esteban Rolando sindicalista ferroviario y diputado nacional de la JP y miembro del Comando de Organización (CdeO), uno de los grupos que integró la Triple A, fueron señalados como colaboradores de estos sectores. De hecho, los integrantes del CdeO dirigido por Brito Lima estuvieron de "custodios" en Ezeiza para la vuelta de Perón, disparando contra las columnas de la Tendencia. Entre ellos hubo algunos pampeanos. Testigos de General Pico recordaron la ostentación de armas de fuego de los custodios bajo sus pilotos, y los tres automóviles Torino en los que se movían el diputado y su séquito.
Además, grupos armados que actuaron a las órdenes del diputado Rodolfo Ponce, secretario regional de la CGT en Bahía Blanca, fueron hasta General Pico cuando la CGT pampeana, liderada por el diputado nacional Carlos Aragonés, pidió la intervención de la Facultad local, dependiente de la Universidad Tecnológica Nacional, usando los mismos métodos que en la ciudad bonaerense. Esa comisión, que ya había actuado en la ocupación de la UTN bahiense donde hubo enfrentamientos, llegó armada a la localidad del norte. En este caso, los alumnos y docentes que habían tomado las instalaciones de la unidad académica fueron desalojados por la policía provincial por orden de la Justicia Federal el 22 de enero de 1975.
El grupo interventor que se hizo cargo de la Universidad Nacional de La Pampa en octubre de 1975, encabezado por Armando Seco Villalba, también fue una avanzada derechista con hombres armados, tal como se denunció en su momento. De hecho, estuvieron vinculados con la represión desatada al interior de la casa de estudios y mantuvieron sus puestos durante el golpe de Estado.

 

Explosiones.
Pero el brazo del terror quedó plasmado durante los 70 con dos bombas colocadas en Santa Rosa, una en el diario LA ARENA, en agosto del 75, y otra a la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), en marzo del 76. Y en intimidaciones escritas y telefónicas a periodistas y habitantes de la capital pampeana por un autotitulado "Comando Dios, Patria o Muerte".
A pocos meses del golpe militar, la violencia política que se vivía a nivel nacional llegó a La Pampa con dos atentados con bombas. El primero fue contra el diario LA ARENA el 3 de agosto del 75, el segundo contra la sede de los empleados estatales en marzo del 76. Nunca se supo quiénes fueron sus autores. En el diario, el explosivo destruyó la fachada y las oficinas de LA ARENA en la calle 25 de Mayo al 336, y provocó daños en las viviendas cercanas. El atentado fue contemporáneo a la feroz interna desatada en el justicialismo pampeano entre el gobernador José Regazzoli y el ala sindicalista, con el telón de fondo de una Argentina en profunda crisis política.
Pero ya en febrero del 75, Raúl D'Atri había recibido un panfleto firmado por la Triple A, en el que anunciaba que comenzaba a operar en la provincia, y con letras recortadas de diarios le avisaba al director que él era el primer objetivo.
Las sospechas apuntaron a grupos parapoliciales ajenos a la provincia por la metodología empleada y la potencia de la bomba. También hubo varios sectores sospechados por su posible participación en el atentado: el gobierno provincial afectado por las columnas periodísticas, la dirigencia sindical peronista.
Tal vez, luego de conocidos los métodos empleados con la planificación de atentados tendientes a preparar un clima propicio para dar el golpe de Estado en el 76, se estimó que el ataque pudo provenir de sectores vinculados al Ejército. Era evidente que a esa altura se quería imponer a la población un estado de terror que facilitara el quiebre de las instituciones.

 

Más atentados.
No sería el único atentado por esos meses. Durante noviembre del 75, cuando comenzaron las razzias de la Subzona 14, dos violentos hechos se sumarían ese estado de cosas. Grupos desconocidos, aprovechando la ola de detenciones, quemaron el auto del médico Roque Maffrand y colocaron una bomba en la casa que alquilaban varias profesoras de la Universidad Nacional de La Pampa, entre ellas Ana Gispert Sauch. Se señalaría después como autores a integrantes de los grupos de tareas que ya comenzaban a operar en La Pampa, aunque no hay datos que puedan identificar a los responsables de este acto.
El otro con bomba que sacudió la capital pampeana ocurrió cinco meses después del perpetrado contra LA ARENA, y fue a pocos días del golpe militar. A comienzos de ese año, la conducción del gremio de empleados públicos, ATE, estaba en pleno desarrollo de medidas de fuerza en reclamo de actualizaciones en sus salarios. Para entonces, ATE estaba enfrentada decididamente con la CGT pampeana.
El lunes 15 de marzo hubo una huelga de ATE que tuvo un éxito absoluto. El miércoles 17, a las 2.45, una bomba explotó en el frente de la sede de los estatales, en Quintana 248. El atentado fue muy similar al perpetrado contra LA ARENA: un explosivo de alto poder rompió cristales y la cortina de hierro en la puerta de ingreso. La conducción del sindicato apuntó contra funcionarios del gobierno provincial.

 

Amenazas de muerte.
Otra muestra de la presencia de los grupos que ayudaron en la represión ilegal fueron las amenazas anónimas. Este tipo de intimidaciones también se dieron en La Pampa. A fines del 75 y comienzos del 76, además de las detenciones y los atentados explosivos en Santa Rosa, hubo una profusa campaña intimidatoria con amenazas escritas y telefónicas contra periodistas.
A finales de enero del 76, un denominado "Comando Dios, Patria o Muerte", presentado en sus tres escritos con el símbolo de una calavera -mal dibujada-, envió varias cartas con amenazas a periodistas a los que acusaba de "zurdos". Varios redactores de LA ARENA y de La Capital fueron los destinatarios. Con los antecedentes de la bomba y los periodistas detenidos en Santa Rosa, como Raúl C. D'Atri y Juan Carlos Pumilla, los anónimos con amenazas dejaron de ser tomados como simples advertencias.
Los escritos le llegaron al director de la cooperativa de trabajo que dirigía La Capital, Nelson Nicoletti al que señalaban por "por hacer propaganda zurda" y a la redacción de LA ARENA y a los domicilios particulares de varios periodistas.

 


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