No toda andanza es un suceso turístico
Señor Director:
El informe de las vacaciones de invierno destaca que en el país se movieron más de cuatro millones de personas, las cuales gastaron más de 5 mil millones de pesos. Muy bien receptados por los servicios turísticos y todo lo que se ha estructurado para satisfacer esta demanda. Se destaca la ocupación satisfactoria de los sitios de hospedaje, el aumento de las ventas (2 por ciento más que en el mismo período de 2012, que también fue un buen año). Automóviles y demás automotores consumieron hasta el 30 de junio 3.800 millones de litros de las naftas, un 5,45 por ciento más que en el primer semestre de 2012.
Al gobierno le place difundir estas cifras y el ciudadano se entera que, como contraste con la crisis que se hace sentir desde hace años en Europa, seguimos remontando nuestro propio problema de comienzos de siglo. El dato más significativo es el que da cuenta del aumento constante del número de personas que pueden moverse. La masividad del turismo da cuenta de un crecimiento de la inclusión, o sea de un reparto de bienes que tiende a ser más equitativo.
Conviene considerar también que no todo movimiento de personas se debe a lo que tradicionalmente se llama turismo, esto es, el viaje a ciertos lugares que atraen con su propuesta de un modo distinto de pasar los días de descanso. Son muchas las personas que se mueven para cumplir otro tipo de obligaciones: retornos al viejo pago, vuelta a la casita de los viejos y toda la demanda propia del vivir. El momento del mundo que compartimos se caracteriza por el creciente movimiento de personas. Cada día somos más una comunidad viajera. Cada vez es más necesario para más personas trasladarse de un lado a otro, dentro del país y en el mundo.
Diré para cerrar que el título de esta nota es resultado de una propuesta de mi memoria. Cuando abordo un tema, me trae un recuerdo que ella, la memoria, estima que puede servirme. En este caso me trajo el título "No todo es vigilia la de los ojos abiertos", nombre que se ha dado a pensamientos de Macedonio Fernández. Quizá también porque recordé que Jorge Luis Borges dijo de Macedonio, que "no se cansaba de ocultar, antes que mostrar, su inteligencia proverbial". Y porque Macedonio no merece ser olvidado.
Tecnópolis.
Parecía un nombre presuntuoso, pero no ha defraudado las expectativas de quienes lo pensaron para identificar un proyecto que es parte esencial de una idea de país y de las políticas necesarias para superar la crisis de principios de siglo y generar mejores opciones. Presenta ciencias, artes y tecnología, para mostrar y para proponer y restablecer la confianza en la propia aptitud. Pronto se comprendió que había nacido un lugar que puede dar satisfacción a todas las edades y a la diversidad de los intereses que son motores del quehacer. El pasado sábado entraron al lugar doscientas mil personas. En los primeros catorce días de esta temporada llegaron un millón de visitantes. Ahora se han agregado expresiones teatrales, musicales, lugares de juegos para todas las edades, que se suman a los motivos centrales de este singular emprendimiento. La entrada y el estacionamiento son gratuitos.
Dormir.
Un informe de la empresa argentina que promueve Sueños Saludables (Drom-Cronobiología) en la que trabaja el investigador del Conicet Daniel Vigo, los argentinos duermen cada vez menos tiempo. Cuatro de cada diez duermen solamente seis horas diarias, dos horas menos que treinta años atrás. La mayoría de los adultos reduce las horas de sueño. El tiempo ideal es de ocho horas. Reducir el sueño produce trastornos varios, sobre todo en la mujer. Baja el nivel de alerta (aumenta el riesgo de accidentes) y, a largo plazo, puede sobrevenir hipertensión, obesidad o diabetes. La cama sigue siendo uno de "los grandes inventos".
Jotavé
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