Fascismo: ¿puede suceder en EE.UU.?
"Cuando el fascismo llegue a Estados Unidos lo hará envuelto en la bandera y portando una cruz" dijo el Premio Nobel de Literatura Sinclair Lewis. En 1935, Lewis escribió la novela "No puede suceder aquí", en la que plantea el posible ascenso del fascismo en Estados Unidos. En la escuela enseñan que el fascismo fue derrotado en 1945, con la capitulación de Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las sombras de aquella época oscura se ciernen sobre la campaña presidencial de este año, con estallidos de violencia, promesas de lealtad a través del saludo nazi y la retórica violenta del candidato republicano Donald Trump.
El fascismo fue el movimiento político violento fundado por Benito Mussolini, que asumió el control de Italia en 1922. Mussolini ordenaba que se golpeara, encarcelara, torturara y matara a sus opositores políticos, y gobernó con mano dura hasta que fue derrocado cuando Italia se rindió a los Aliados. El "duce" ofreció su apoyo al movimiento nazi de Alemania desde sus comienzos.
Citas de Mussolini.
¿Por qué es esto pertinente en la actualidad? Donald Trump recientemente publicó en Twitter una cita de Mussolini: "Es mejor vivir un día como un león que cien años como una oveja". Cuando la NBC confrontó a Trump por esas palabras fascistas el candidato respondió: "Está bien saber que la cita es de Mussolini. Es una muy buena cita, es una cita muy interesante".
Sus actos políticos se han vuelto violentos, avivados por la acalorada retórica desde el estrado. Después de que un manifestante de Black Lives Matter fuera golpeado en uno de sus actos, Trump dijo en señal de aprobación: "Quizá deberían haberlo molido a palos". En un acto en Las Vegas, después de que un manifestante contrario fuera expulsado del lugar, Trump vociferó: "¿Saben lo que solía pasarles a tipos como ése cuando estaban en un lugar así? Salían en camilla". Y añadió: "Me gustaría darle un puñetazo".
En otro acto, en Carolina del Norte, un manifestante afroamericano fue duramente golpeado. Cuando los guardias de seguridad lo estaban sacando un seguidor blanco de Trump le dio un puñetazo en la cara y los policías no redujeron al golpeador sino a la víctima. La televisión entrevistó solo al golpeador quien dijo: "la próxima vez quizá tengamos que matarlo", por lo que fue arrestado. Trump se comprometió a pagar los gastos de defensa de sus seguidores que sean acusados de agredir a manifestantes. También respondió con evasivas cuando se le pidió que repudiara el apoyo de un reconocido líder del Ku Klux Klan.
El camino de Hitler.
Robert Paxton, considerado el padre de los estudios sobre el fascismo y profesor de la Universidad de Columbia, sostuvo: "Trump exhibe una predisposición muy alarmante a utilizar temas y estilos fascistas. La respuesta positiva que logra es preocupante". En una reciente entrevista, Paxton relató brevemente la historia del ascenso del fascismo en Alemania: "En las elecciones de 1924, a Hitler le fue muy mal, era el candidato de un partido marginal. Después ocurrió la crisis del '29 y la gran depresión. Había una terrible crisis económica, decenas de millones de personas estaban sin empleo y el gobierno estaba paralizado. No se podía aprobar ninguna ley. La República de Weimar dejó de funcionar como tal en 1930 porque no era posible aprobar nada. El presidente von Hindenburg actuaba dentro del marco de la Constitución que le otorgaba facultades para gobernar por decreto en caso de emergencia. Las élites políticas estaban desesperadas por salir de esa situación. Y en este contexto estaba Hitler que, para ese entonces había logrado cosechar más votos que ningún otro candidato. Nunca logró una mayoría pero tenía el 37% de los votos. La élite política quería lograr un apoyo multitudinario contundente y, entonces, lo llevaron a sus filas".
Donald Trump está avivando la llama de la intolerancia y el racismo. Está sacando provecho de los temores de los votantes blancos de clase trabajadora, cuya situación económica se ha deteriorado en los últimos años. Ese miedo social hoy se descarga a través de los peores estímulos. (Amy Goodman. Democracy Now).
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