Miércoles 24 de abril 2024

Abogar feminista

Redacción 30/08/2022 - 08.06.hs

El día de los y las abogadas se celebra cada 29 de agosto desde 1958, en conmemoración del natalicio de Juan Bautista Alberdi, autor de nuestra Constitución Nacional.

 

* VICTORIA SANTESTEBAN

 

Revisar este día, el de los y las abogadas del país, con perspectiva de género nos remonta a la primera abogada argentina, María Angélica Barreda y a su historia de lucha para el ejercicio de la profesión y la defensa de los derechos de las mujeres.

 

María Angélica nació el 16 de mayo de 1887 en La Plata, donde vivía con su madre y sus hermanas. Su padre había sido profesor de gimnasia y esgrima y su madre, Rita Fernández hizo grandes esfuerzos como viuda para garantizar la educación de su hija, quien hubiera optado por la medicina, pero la carrera estaba en Buenos Aires.

 

Angélica estudió en la escuela normal, bajo la instrucción de las maestras norteamericanas convocadas por Sarmiento y finalizado su paso por allí se inscribió en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, donde padeció la poca estima de compañeros y profesores. A pesar de la hostilidad por su condición de mujer, el 21 de diciembre de 1909 concluyó sus estudios, con diploma certificado por las firmas de Joaquín V. González y Rodolfo Rivarola.

 

Abogacía.

 

Sin perjuicio de ese diploma que validaba su paso por la Universidad Nacional de La Plata, Angélica inauguró su carrera como abogada batallando por su derecho a ejercer la profesión: la Provincia de Buenos Aires había rechazado su solicitud de matriculación. Con un fallo dividido, su caso llegó a la Corte Suprema de la provincia que se pronunció a su favor. En tiempos de reivindicaciones feministas, vale hacer mención de las palabras del Procurador General que, al tomar conocimiento de la solicitud de Barreda, escribía: "Nuestra legislación no es feminista y está en pugna con las aspiraciones de la recurrente. Desde tiempos remotos se ha suscitado esta cuestión, relativa a resolver si la mujer puede abogar. En Roma no se tuvo prevención contra el sexo y se les permitió abogar, distinguiéndose en el ejercicio de tan noble profesión Hortensia y Amasia. Pero la experiencia demostró que la privilegiada facultad conferida a la mujer comportaba grave daño en juicios y a la sociedad, y se les prohibió abogar".

 

El Procurador citaba como ejemplos de prohibición del ejercicio de la abogacía a España y "la liberal Francia", y así reafirmaba su posición respecto de la imposibilidad de que una mujer se distrajera de su "naturaleza" doméstica. "La inscripción de este diploma importa echar por tierra todos los principios legales consagrados por el Estado Argentino y la organización actual de la familia, en la cual tiene asignada la mujer la función más noble y trascendental", de allí que indicaba que hasta que no se sancionara una ley que expresamente autorizara a las mujeres, no correspondía permitir el ejercicio de la abogacía a María Angélica.

 

Contestataria.

 

La abogada respondería la denegatoria con prosa feminista: "El dictamen denegatorio de mi solicitud ha demostrado que aún subsisten espíritus prevenidos al surgimiento de la mujer, la que reclama con su trabajo y sus necesidades un puesto de acción en la sociedad que le permita la subsistencia honrada, sin dependencias absurdas dignas de una época para siempre pasada." Y concluía: "Algunas personas (...) piensan que conferir el diploma de abogado a la mujer no significa crear la mujer abogado sino la mujer hombre, absurdo ante el cual se detienen como ante un sacrilegio demoledor. Ese criterio corriente o más bien vulgar es el que seguramente ha inspirado aquella frase cómoda del Sr. Procurador de que se echaría por tierra toda nuestra legislación con este permiso. (...) Entre nosotros, la mujer ha triunfado en las otras profesiones y continuará conquistando palmo a palmo la regla igualitaria que persigue en justicia".

 

En mayo de 1910 Barreda ya había obtenido la matrícula en jurisdicción nacional, en una ceremonia de jura en el Cabildo, por lo que aquella denegatoria la tomó por sorpresa. Comenzaba oficialmente, luego de su primer triunfo en jurisdicción bonaerense y así matriculada en provincia y capital, lo que sería una carrera pionera y exitosa, con más de 500 juicios, trabajos como traductora de inglés, francés, italiano y portugués, y ferviente activista por los derechos de las mujeres.

 

Discriminación.

 

En épocas de patriarcado evidente, Barreda abrió camino para un espacio hasta el momento de exclusividad masculina. Pero la discriminación de género y violencias estructurales desalentaban a las congéneres: entre 1900 y 1915 de 6.168 títulos otorgados, sólo 159 correspondieron a mujeres. Luego de más de 40 años de ejercicio de la profesión, María Angélica abandonó este plano a los 76 años, un 21 de julio de 1963, y por esos años el número de mujeres en la abogacía iba en aumento, hasta nuestros días, en los que la proporción numérica de abogados y abogadas no representa grandes baches -como sucede en otras áreas como las ingenierías y tecnologías -.

 

Los obstáculos burdos de aquellos años se transformaron en barreras más imperceptibles, pero que merman con igual eficacia nuestra capacidad para desarrollarnos profesionalmente: los techos de cristal rebotan las aspiraciones femeninas a cargos jerárquicos y así, el mapa de género de la Justicia Argentina publicado por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema, da cuenta que sólo el 30% de los cargos de mayor jerarquía son ocupados por mujeres.

 

Continuar el legado de María Angélica en días en los que parece que la igualdad entre los géneros estaría a la vuelta de la esquina, supone afilar la percepción de la realidad para desenmascarar las estructuras que nos continúan postergando, para desmantelarlas. De una vez, y para siempre.

 

* Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?