Algunas objeciones
Causó desconcierto parte del informe de un plenario municipal de Obras Públicas
y Planificación al señalar que “la planta urbana hoy admite hasta 750 mil
habitantes tranquilamente”. Para mayor sorpresa el informe señala que la
cantidad de habitantes posibles para Santa Rosa depende “del grado de
compacidad que tenga la planta urbana”.
Más allá de la especificación señalada, que el mismo informe considera discutible, el número resultante refiere como posible una ciudad con casi seis veces más habitantes que los actuales. Al parecer el estudio se basa en elementos cualificados y cuantificados pero al habitante común –personificado en esta en esta columna— se le ocurren algunas posibles objeciones que merecerían ser consideradas y, eventualmente, refutadas.
En principio, y como siempre, el agua. La posible quintuplicación del consumo
consiguiente al número de habitantes ¿estará considerada dentro de la actual
conducción del Acueducto del río Colorado? Porque si así no fuera y hubiera que
incrementarla aparecerían problemas de índole política y técnica, esto sin
considerar que el tiempo llevaría también al aumento del consumo por parte de
las localidades a las que también servirá el acueducto. Para el caso que se
decidiera apelar al acuífero de Valle Argentino -una posibilidad contra la que se han manifestado abiertamente opositores los pobladores de la zona- debería
considerarse, y acaso primar la vía política, ya que, si bien la ley considera
los acuíferos como de manejo estatal, habría un conflicto en ciernes si la idea
apuntara a su concreción.
Una consideración que no suele ser tenida en cuenta de acuerdo a la importancia
que merece es la situación topográfica de Santa Rosa. Ubicada en uno de los valles o pequeñas depresiones pampeanas, el manejo de las aguas servidas ofrece un problema casi tan de cuidado como el abastecimiento de la potable. Considérese que tres cuartos de millón de habitantes aportarían un volumen de aguas negras muy importante en su aspecto cuantitativo y de localización: ¿tiene el entorno santarroseño espacios capaces de recibir esas posibles cantidades? Y si lo tiene ¿ofrece la debida seguridad sanitaria? Para un caso de parecidas características recuérdense los enormes problemas de subida de las capas freáticas en un año de lluvias excepcionales…
El aspecto que el informe municipal califica como “grado de compacidad” también
es digno de tenerse muy en cuenta; allí entraría a sumarse al aspecto habitacional que aparece como más inmediato –las torres que ya caracterizan la ciudad— un factor netamente sociológico con los problemas propios de las ciudades muy pobladas y cuyas consecuencias suelen ser negativas. También, y no es poca cosa, la tendencia del pampeano a la vivienda horizontal y con espacios libres. Precisamente, el informe no da a conocer nada nuevo en un aspecto que se ha vuelto esencial en la capital pampeana: la circulación. De una ciudad que originalmente fue pensada con avenidas reguladoras cada algunos centenares de metros, las circunstancias han llevado a calles saturadas tanto en circulación como en estacionamiento. Además, parte del centro comercial y urbano se ha trasladado al antaño postergado “otro lado de las vías”. Y dos aspectos más que hacen a la periferia: la rápida integración entre Santa Rosa y Toay y la ya riesgosa avenida de circunvalación (con un alto número de accidentes mensuales), abierta a un tránsito pesado y de transportes potencialmente peligrosos para el hipotético caso que la ciudad se acercara a la población considerada.
Las consideraciones anteriores no apuntan a una crítica infundada (especialmente
si se considera que el informe fue aprobado por unanimidad por parte de los
munícipes), sino a objeciones lógicas para con un elemento burocrático que
puede regir el futuro desenvolvimiento ciudadano. El código vigente en la
actualidad –lo reconoce el informe— no ha sido preciso ni previsor en cuanto a
ciertas posibles actividades. De allí que es pertinente que esta nueva herramienta administrativa reciba o rechace las observaciones que se le hagan.
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