Miércoles 24 de abril 2024

Dos posturas se dirimen en Chile

Redacción 13/12/2021 - 00.33.hs

En pocos días, el domingo 19 el pueblo chileno elegirá un nuevo presidente. Lo hará tras haber vivido (y sufrido) los años de gobierno neoliberal de Piñera, con todos los componentes de esa tendencia política: incremento de la pobreza, retroceso de los derechos humanos y represión.

 

Lo notable es que la elección pondrá en juego un continuismo integral en José Kast, ultraderechista y delfín del actual presidente, y Gabriel Boric, representante de una izquierda nunca extinguida en el país pese a los brutales excesos que ejerciera años atrás el gobierno pinochetista. Cualquiera de los candidatos, obviamente que con distintos fines e intenciones, buscará aplicar la nueva Constitución que se votará en los primeros meses del año venidero.

 

Las encuestas -siempre dudosas aunque sugerentes- indican una preferencia en los votantes por la izquierda representada por Boric, quien parece tener un nuevo enfoque sobre la economía, compartido con otros candidatos de menores posibilidades. También parece tener soluciones para el siempre vigente problema de las migraciones internas y externas. El otro gran tema a enfrentar por quien resulte elegido es la cuestión mapuche, que se arrastra desde hace siglos, a medio camino entre una integración autárquica y un embretamiento parecido al racismo, para más con el surgimiento -real o ficticio- de grupos violentos, idea que extendida por sobre la cordillera fuera tan bien recibida por las élites derechistas de Argentina durante el pasado gobierno macrista. Kast, como cabal candidato derechista, ofrece un "regreso al orden", mientras que Boric promete una gestión que, en general, apela a los derechos humanos, tan maltratados en los últimos tiempos de la gestión de Piñera.

 

Sin embargo, los chilenos deben tener muy presente una secuencia de hechos que en el pasado epilogaron en la sangrienta dictadura pinochetista, cuando en 1970 las urnas dieron como ganador a Salvador Allende y su concepción socialista del gobierno y la economía, el capitalismo, con los Estados Unidos como actor principal, comenzó un minado de esa acción de gobierno evidente y en un frente integral que apuntó desvergonzadamente a la caída de aquel gobierno democrático. Es cierto que Allende pecó de ingenuidad al creer y señalar "el constitucionalismo de los militares chilenos" (que incluía fotografías con el posteriormente traidor Pinochet), pero las presiones de la oligarquía del país y también la internacional golpearon a su gestión en etapas claras y visibles, hasta epilogar en un golpe sangriento, acorde con el de los países vecinos a través del nefasto Plan Cóndor.

 

Si las elecciones, como todo parece indicarlo, favorecen a Boric, cuyo izquierdismo acompañan el socialismo y la Democracia Cristiana, su tarea política más importante acaso sea la vigencia de la memoria, de una memoria que tenga siempre presente que la traición acecha bajo las más diversas formas.

 

La confesa geopolítica estadounidense ha dicho desde hace mucho tiempo que Chile es uno de los tres países considerados claves a sus intereses; los otros son Colombia y Brasil. La historia y los hechos corroboran esa postura. Ojalá los trasandinos, si Boric triunfa, sepan precaverse.

 

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