Jueves 20 de noviembre 2025

El “Cartel de los Soles”

Redacción 20/11/2025 - 00.12.hs

Por José Albarracín

 

Pocos recuerdan hoy a Luis María Drago (1859/1921), pese a haber sido uno de los argentinos de mayor trascendencia mundial que registre la historia. Jurista, político y diplomático que llegó a ocupar el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país, su mayor contribución es la doctrina que lleva su nombre, y que básicamente establece -a partir de su formulación en la Convención de La Haya de 1907- que ninguna nación extranjera tiene derecho a emplear la fuerza armada para cobrar deudas públicas de otro Estado, y que las reclamaciones financieras deben resolverse por vías pacíficas, no por coerción militar.

 

Caracas.

 

El episodio que dio lugar a la enérgica intervención de Drago fue el bloqueo dispuesto contra Venezuela por parte de Inglaterra, Alemania e Italia, en 1902, con el objeto de forzar el pago de la deuda externa del país caribeño, y de las indemnizaciones que reclamaban ciudadanos privados de esos países agresores. El entonces presidente venezolano, Cipriano Castro, se había negado a ese cobro compulsivo, reclamando el arbitraje internacional, alegando la crisis económica que asolaba a su país y que pauperizaba a su población.

 

Estas prácticas no eran extrañas en épocas del apogeo del Imperio Británico, y la propia Argentina las había sufrido. La Batalla de Obligado -que se recuerda por estos días como Día de la Soberanía- se originó, precisamente, en una incursión bélica de esas características. Años más tarde, en 1876, cañoneras británicas establecerían un sitio contra la ciudad de Rosario, demandando que el gobierno local levantara la intervención de la sucursal local del Banco de Londres, episodio fogoneado por el abogado local de esa entidad financiera: un tal Manuel Quintana, que en 1904 terminaría siendo presidente de la Nación.

 

La Doctrina Drago hoy forma parte del Derecho Internacional, al menos por ahora, ya que con el desbarajuste diplomático generado en el último lustro, nada es seguro. Irónicamente o no, Argentina, que ostentaba sus más altos índices de producto bruto interno a comienzos del Siglo XX, cuando ocurrieron estos hechos, más tarde sería beneficiaria de este sistema diplomático cuando en varias ocasiones decretara el "default" de su deuda externa.

 

Quiere la ironía de la historia que en nuestros días estemos presenciando una nueva agresión militar imperialista contra Venezuela, pero en esta ocasión no ha aparecido ningún diplomático argentino para honrar la larga tradición de nuestro país en la materia. Los embajadores del actual gobierno están ocupados en otras cosas, tales como en discutir, ante Naciones Unidas, si los desaparecidos durante la última dictadura cívico militar argentina fueron o no treinta mil. Y hasta un ex presidente argentino -el inefable Mauricio Macri- acaba de firmar una declaración desconociendo la legitimidad del actual gobierno de Caracas, y avalando un posible golpe de Estado.

 

Lanza.

 

La semana pasada, el secretario de Guerra de EEUU, Pete Hegseth, anunció el lanzamiento de la operación Lanza del Sur (Southern Spear), una campaña militar y de espionaje que, empleando una flota híbrida de barcos y sistemas robóticos, y que incluye al portaaviones más grande del país, el "Gerald Ford", tiene como objetivo declarado la detección y combate de supuestas operaciones de tráfico de drogas provenientes de Venezuela en el Caribe.

 

En realidad, ya desde septiembre se vienen produciendo en la zona ejecuciones sumarias extrajudiciales: la Fuerza Naval estadounidense y la Guardia Costera han eliminado al menos 21 embarcaciones en aguas internacionales del Pacífico y el Caribe (20 lanchas y un semisumergible), con un número aproximado de 79 tripulantes muertos. En todos los casos, la única evidencia proporcionada fueron los escalofriantes videos de los ataques a esas pequeñas embarcaciones, cuyos ocupantes nunca podrán defenderse, ni las supuestas pruebas de su delito (los alegados cargamentos de droga) podrán ser recuperados ni analizados por un tribunal objetivo. Tanto Venezuela como Colombia han alegado que, al menos en algunos casos, los ejecutados serían en realidad pescadores.

 

Desde luego, no existe justificación legal para esta conducta, que ha generado objeciones dentro de los propios EEUU -y no sólo desde la oposición demócrata- y hasta ha motivado el apartamiento de Gran Bretaña de todo el asunto. Reiteradamente preguntada al respecto, la administración Trump terminó por ensayar un pretexto poco creíble: según ellos, las organizaciones de narcotráfico estarían en guerra con los Estados Unidos, por lo que sus integrantes deben ser considerados "combatientes enemigos".

 

Soles.

 

Dentro de lo trágico de la situación, se dan situaciones ridículas, tal como nos tiene acostumbrados la extravagante conducción actual de la Casa Blanca (o lo que queda de ella, tras la demolición de su ala oeste para construir un gigantesco "salón de baile"). El presidente Donald Trump acaba de anunciar con bombos y platillos que ha autorizado a la CIA para realizar operaciones de inteligencia encubierta contra el gobierno de Caracas, con el cual, sin embargo, mantiene abierto un canal de diálogo informal. Las operaciones tendrían como objetivo preparar el terreno para futuras incursiones militares, demostrando una vez más que las empresas petroleras norteamericanas cuentan con el arsenal militar de su gobierno para "abrir nuevos mercados".

 

Lo curioso es que, al menos hasta hace un tiempo atrás, se suponía que las operaciones de la Central de Inteligencia yanqui -como la que provocó la caída de Salvador Allende en Chile en 1973- eran secretas, no proclamadas. Al menos, eso fue lo que aprendimos en los años setenta mirando la serie "Superagente 86".

 

Y para sumar aún más al grotesco, el gobierno norteamericano ha acusado al presidente venezolano, Nicolás Maduro, de comandar un supuesto grupo de narcotraficantes llamado "Cartel de los Soles", al que adjudica operaciones tanto en EEUU como en Europa.

 

El problema es que ese nombre no designa a ninguna organización existente ni operativa, ni ha sido jamás incluido en los reportes de la DEA norteamericana, ni en los informes de la Oficina de Drogas y Crímenes de las Naciones Unidas. Muy lejos de ello, se trata de un chiste interno de los venezolanos, que designan como "cartel de los soles" a los militares de ese país a los que se acusa de corrupción. Los "soles" en cuestión son las condecoraciones que los militares de alto rango suelen llevar en sus chaquetas, así como en EEUU se usan estrellas.

 

Como dice la frase atribuida a Octavio Paz: "Nadie está exento de decir estupideces, lo grave es decirlas con énfasis".

 

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