Miércoles 24 de abril 2024

El precio de las mentiras

Redacción 27/04/2023 - 07.58.hs

La prueba reunida le permitió al juez llegar a la conclusión de que era "claro como el cristal" que las noticias propaladas por Fox habían sido falsas.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un total de 787.5 millones de dólares. Esa es la suma de dinero que la cadena noticiosa Fox News pagará a la compañía Dominion Voting Systems, conforme un acuerdo extrajudicial anunciado la semana pasada, que concluyó el juicio por difamación iniciado dos años atrás. Dominion -encargada del procesamiento de votos en las elecciones nacionales de 2020- cuestionó las noticias de Fox denunciando un supuesto fraude electoral en perjuicio de Donald Trump. Aunque la cadena -propiedad del magnate Rupert Murdoch- eludió la obligación de pedir disculpas por sus mentiras, y también el bochorno que hubiera sufrido su dueño y sus periodistas "estrella" al declarar en el juicio, lo cierto es que se trata de la suma más alta pagada por este tipo de juicios hasta ahora.

 

Malicia.

 

La demanda reclamaba más del doble de esa suma (1.6 mil millones) pero Dominion logró de este modo acortar un costoso proceso judicial que podría haber durado años.

 

Durante el "período de descubrimiento" previsto en el procedimiento civil del estado de Nueva York, la prueba reunida le había permitido al juez actuante llegar a la conclusión de que era "claro como el cristal" que las noticias propaladas por Fox -haciéndose eco de la campaña de Trump- habían sido falsas. Y no es menor señalar que esa campaña fue la que luego derivó en los sangrientos hechos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.

 

Entrados en la etapa del juicio propiamente dicho, con los jurados ya seleccionados, era responsabilidad del demandante probar que la cadena noticiosa había procedido con "real malicia" al propalar esas falsedades. Esto es, que conocía su falsedad, o que obró con total displicencia a la hora de chequearlas. Y la verdad es que los correos electrónicos intercambiados internamente en Fox, algunos de ellos firmados por sus periodistas más emblemáticos, daban cuenta de que tenían serias dudas sobre la veracidad del supuesto fraude.

 

Este standard de la "real malicia" -que, por cierto, ha sido adoptado por la jurisprudencia argentina desde hace más de tres décadas- persigue proteger la libertad de expresión y la libre circulación de la información, en particular, aquella vinculada a cuestiones de interés público. En esos casos el error es tolerado, pero no cuando es producto de la intención de dañar.

 

Aún con la exposición evitada, el daño para la credibilidad de Fox ha sido importante. Y su dueño Rupert Murdoch -que, a los 92 años, acababa de anunciar la ruptura del compromiso que hubiera derivado en su quinto matrimonio- tendrá tiempo para concentrarse en los muchos otros problemas legales de su empresa, como el juicio iniciado por Smartmatic, otra empresa contratada por el sistema electoral norteamericano, que le reclama 2.7 mil millones de dólares por motivos similares.

 

Tucker.

 

Los consumidores habituales de este canal conservador ni se enteraron del juicio, ya que Fox se cuidó bien de no informarlos al respecto. Sin embargo, el lunes pasado se encontraron con la sorpresa mayúscula de que su periodista estrella, Tucker Carlson, había sido eyectado de su programa en hora pico.

 

Carlson es uno de los principales propaladores de las teorías conspirativas de la derecha norteamericana, y no sólo sobre las elecciones presidenciales. También adhiere, por ejemplo, a la teoría del "gran reemplazo", según la cual la política inmigratoria norteamericana sería una creación de las elites liberales para reemplazar a los blancos locales por inmigrantes de otras razas, supuestamente "más dóciles".

 

Si alguien tuviera dudas sobre el origen racista de estas ideas, basta con revisar los comentarios de Carlson sobre los inmigrantes, a los que acusaba de haber vuelto "más sucio y feo" al país, y hasta de defecar y orinar en las calles de las ciudades de EEUU. Su salida de Fox tiene relación con esta alta exposición, pero también con el hecho de que fueron sus correos electrónicos -en los que incluso confesaba "odiar" a Donald Trump- los que facilitaron la tarea de los abogados de Dominion. Como se ve, el suyo también fue un "gran reemplazo".

 

Rating.

 

Difícil encontrar un parangón para Tucker Carlson entre los periodistas argentinos. Sus émulos más cercanos -los Feinmann, los Viale, los Majul- carecen del carisma y el "sex appeal" de su colega norteamericano, pero sobre todo de su capacidad para generar un rating que tenía un piso de tres millones de televidentes en su programa de las 8 de la tarde.

 

Esto, desde luego, no implica desconocer la capacidad de la prensa de derecha local para generar noticias falsas y teorías conspirativas, tales como la de acusar a un candidato a gobernador de estar involucrado en un triple crimen del narcotráfico, o, más recientemente, armar un escándalo mayúsculo con el arribo de un avión de procedencia venezolana (escándalo que, por supuesto, abandonaron convenientemente cuando la investigación judicial no llevó a nada).

 

Pero no es ésa la única diferencia. Es notorio que al juez neoyorkino no le tembló el pulso a la hora de poner en el banquillo de los reos a estos poderosos traficantes de mentiras, algo que entre nosotros se ve como muy lejano. Muchos jueces, lejos de preocuparse por las noticias falsas, cultivan apasionadas amistades con los Tucker vernáculos y con los ejecutivos de sus medios. Muchos jueces comparten su ideología rancia. Muchos jueces aceptan dádivas de estos personajes, al punto de poner en duda si trabajan para el pueblo que paga sus salarios, o para los poderosos que los llenan de halagos y lisonjas.

 

Para preservar entre nosotros la libre expresión, y evitar la propalación de las noticias falsas que la corrompen, serían necesarios otros jueces, que castiguen económicamente estas desviaciones maliciosas. Ya que el dinero es el único idioma que algunos parecen comprender.

 

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