Jueves 25 de abril 2024

El sonido del silencio

Redacción 06/08/2023 - 08.36.hs

"En la luz desnuda vi diez mil personas, quizás más. Gente que hablaba sin decir, gente que oía sin escuchar. Gente que escribía canciones que ninguna voz compartía, y nadie se atrevía a interrumpir el sonido del silencio". Esas palabras filosóficas, que parecen provenir de un sueño, formaban parte de la letra de una canción del dúo Simon & Garfunkel, en los años '60 del siglo pasado. "El sonido del silencio" siempre fue una paradoja, una especie de enigma como los que planteaba, tramposa, la esfinge de Tebas. Ahora parece que los científicos, los grandes "refutadores de leyendas" (Dolina dixit) le han dado una vuelta de tuerca al asunto, y luego de conducir una serie de experimentos más o menos arcanos, acaban de publicar un paper en el que sostienen que, efectivamente, los humanos percibimos al silencio como si fuera un sonido más.

 

Existe.

 

Desde luego, se puede postular la hipótesis de que el silencio no existe. Hace pocos meses se conoció la noticia de un registro fonográfico obtenido de lo más profundo del cosmos, dando cuenta de una vibración constante y uniforme, que sería algo así como el eco del "big bang" con el que comenzó todo. Como si el universo fuera una gran cuerda que, una vez pulsada, nunca dejó de vibrar.

 

Nuestras ciudades no sólo son fuente de contaminación por la basura que generan. También contaminan con sus vibraciones lumínicas (que tienen efectos desastrosos sobre otras especies vivas, como las tortugas marinas y varios tipos de pájaros) y con sus vibraciones sonoras. Ni siquiera en la intimidad de nuestros hogares nos libramos del sonido: cuando no es la pava que silba, es nuestro perro queriendo alertarnos sobre la gravedad del chisme que están diseminando por el barrio sus colegas cuadrúpedos.

 

Algunos científicos han intentado generar, en tanques cerrados y oscuros, las condiciones de oscuridad y silencio necesarias para estudiar el estrés que genera en nuestros cuerpos, y -sobre todo- en nuestra psiquis, la total privación sensorial. Pero la cosa pierde un poco de seriedad cuando nos enteramos que esos experimentos también incluyeron el consumo de drogas psicodélicas. Tal parece que ponerse un guardapolvo y entrar a un laboratorio habilita cualquier exceso.

 

Experiencia.

 

Sin embargo, todos tenemos la experiencia del silencio. Ese momento en que apagamos el motor del auto, y de pronto es como si nuestros oídos se vieran liberados de un peso. Ese instante sutil en el que acaba de una gran performance musical, y se produce un hueco entre la última nota y el comienzo de los extasiados aplausos del público. Ahí, sin dudas, habita el silencio. Pero ¿qué es el silencio? ¿Es la ausencia de sonido, o es otro sonido más?

 

Lo que acaba de publicarse en Proceedings of the National Academy of Sciences (Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU), son las conclusiones de un estudio en el cual los investigadores, tras emplear una serie de ilusiones auditivas, lograron determinar que la gente percibe el silencio del mismo modo que escucha los sonidos. No se sabe cómo es que nuestros cerebros procesan la información del silencio, pero los resultados publicados sugieren que se percibe al silencio como otro tipo de sonido, y no meramente como una pausa entre dos ruidos.

 

Uno de los participantes en el estudio, Rui Zhe Goh (graduado en ciencia cognitiva y filosofía de la Johns Hopkins University) acude a la tradición zen, y cita un koan de su preferencia, diciendo: "El silencio es la experiencia del tiempo que pasa", frase que él interpreta como queriendo decir, que el silencio es "una experiencia auditiva del tiempo puro". No se puede ser más poético, metafórico y oriental que eso.

 

Poesía.

 

El problema entonces es determinar si el silencio es realmente una experiencia, o, por el contrario, la ausencia de toda experiencia. Y allí es donde el estudio parece sugerir lo primero. Según Chaz Firestone, otro de los científicos cognitivos involucrados en el estudio, el silencio "no es realmente un sonido, pero resulta que podemos oírlo, de modo que la audición, evidentemente, involucra mucho más que sólo los sonidos".

 

Eso nos llevaría a una pregunta de difícil respuesta: ¿puede percibirse el silencio? Los investigadores -que incluyeron también al filósofo Ian Phillips, optaron por formular una pregunta distinta: ¿La mente lidia con el silencio del mismo modo en que procesa los sonidos?

 

Una de las pruebas a las que se sometió a los sujetos participantes fue la comparación de un sonido largo con otros dos más cortos, que, unidos, tenían la misma duración que el primero. Pero la gente seguía percibiendo al primero como durando más tiempo, lo cual obviamente era una ilusión. Luego invirtieron el proceso, empleando un silencio largo y dos más cortos, insertos en un bullicio de restaurante: el resultado fue el mismo.

 

Parece adecuado que estos estudios hayan sido realizados no sólo por neurólogos, sino también por filósofos. A lo que cabe sumar la poesía y el componente zen del participante oriental. Después de todo, una de las prácticas más elementales del budismo zen es la pausa, el cese de toda actividad antes de acometer una nueva tarea.

 

Quien sabe, si no es en ese resquicio existencial, en ese momento donde la experiencia es, precisamente, no experimentar nada, donde realmente se produce la iluminación. O, como decía Béla Bartok, si la música no se encuentra, en realidad, en el espacio que media entre las notas.

 

PETRONIO

 

 

Fotografía: Freepik.

 

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