Domingo 24 de agosto 2025

La gula expone a los “batalladores de la casta”

Redacción 24/08/2025 - 00.14.hs

Para desgracia de una inmensa mayoría ciudadana, el único logro del gobierno nacional libertario en la Argentina ha consistido en capitalizar una genuina necesidad de cambios en las formas y personas que expresan la voluntad popular; para hacerse de un poder destructor que justifica sus acciones sobre la base de críticas “morales” hacia los administradores públicos que le han precedido, tildándolos de “chorros”, “zurdos estúpidos” o “degenerados fiscales”.

 

Por acción u omisión, quienes vienen asumiendo el rol de “representar” aquella voluntad popular no han podido neutralizar hasta ahora -mediante las vías que otorga el Estado de derecho- las barbaridades políticas ejecutadas contra el pueblo argentino, desde las oscuras cuevas del poder.

 

El inframundo libertario -con ayudas inconfesables-, ha logrado en poco tiempo convertir a la ciudadanía argentina (incluida la dirigencia supuestamente opositora) en una masa de “zombies” aturdida y resignada, incapaz de imaginar un escenario alternativo a este desastre impuesto.

 

En la Argentina dónde todos los “modelos políticos importados” han fracaso estrepitosamente por mezquinos e inhumanos, el liberalismo vernáculo ha podido ofrecer también su original versión, cruel y perversa. La economía productiva ha sido sustituida por la financiera o virtual, esa misma que no necesita de trabajadores, sueldos, sindicatos, paritarias, democracia y mucho menos la defensa colectiva de alguna “dignidad” reclamada.

 

Frases inolvidables.

 

Bautizados como “héroes” por el Ejecutivo Nacional, son autores de frases inolvidables como: “Perdimos, pero ganamos”, “Juan José de San Martín”, “la Patagonia está llena de guanacos”, “los chinos son todos iguales”, “el mercado de órganos es algo fantástico”, “no creo que los niños argentinos tengan derecho a venir al Garrahan a ser curados” y “yo no hago negocios con comunistas” -entre otras-, el libertarismo local ofrece un pantallazo variopinto de su salvaje ignorancia y violencia verbal, en perjuicio directo de la Patria.

 

Los resultados están a la vista. En el caso de La Pampa, un legislador oficialista solicitó la adhesión de nuestra provincia a una ley nacional que no existe; mientras otra (del mismo sector político) confesaba muy liviana el uso particular de gastos reservados para el pago de alquileres y nafta, equivalentes al sueldo mensual de un empleado del Estado.

 

En la China “comunista” de los últimos treinta años -tan denostada por los estafadores de libra-, casi cuarenta millones de personas han sido convertidas en clase media, gracias a la implementación de medidas capitalistas que impulsan el consumo interno, a través del estímulo a la formación profesional y el emprendimiento empresarial privado; porque como dijera un filósofo español “el mercado no quiere demócratas, quiere consumidores”. Los hijos de Mao son hoy la primera potencia comercial del mundo.

 

Gula oportunista.

 

Pero acá están en la chiquita. La gula oportunista que experimentan los “batalladores de la casta”, los termina exponiendo sin mayores reservas, en sus fechorías delictivas. Con la misma frialdad con que se eliminan recursos asignados por ley para los sectores más vulnerables de la sociedad -discapacitados, abuelos, niñez, salud pública-; se “pierden” en las arcas privadas millones de dólares arrebatados mediante coimas o retornos, por parte de los mismos que desean poner clavos en cajones, activar motosierras o hablar con perros muertos.

 

En “Los Miserables” de Víctor Hugo, confrontan dos caras de esa sociedad francesa del siglo XIX, absolutamente presentes hoy en la Argentina. Por un lado, opresión material, pobreza, crueldad, corrupción e injusticia; por el otro bondad, solidaridad, humanidad y esperanza (que existen, aunque no las promocionen).Esta obra literaria nos invita a posicionarnos del lado correcto de la vida, aunque la solución redentora muchas veces venga de la mano colectiva y revolucionaria, como en aquel caso.

 

Pero en un sistema democrático como el nuestro, supuestamente defensor de la paz social, las urnas deberían ser la primera solución a ese cambio de rumbo a favor de las mayorías. El pueblo deberá reorganizarse nuevamente -a través de sus vías naturales-, en torno a valores que condenen el abuso del poder estatal, la corrupción, el individualismo exacerbado, la mentira o la injusticia; en salvaguarda de la dignidad inherente de todas las personas, esa que jamás debería negociarse.

 

Si en este año electoral perdemos la oportunidad de propiciar alternativas que reconstruyan el entramado social -avasallado por el liberalismo insensible y egoísta-, no habrá futuro posible frente a la angurria devastadora de la “Patria especuladora” y la entrega nacional de nuestras riquezas estratégicas. Sepamos diferenciar entre los miserables que estafan al pueblo de aquellos que buscan dignificarlo en su condición humana, material y espiritual.

 

Silvio J. Arias

 

Profesor en Ciencia Política y afiliado al PJ–La Pampa.

 

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