No son de Angola
Mientras los ojos del mundo se posan sobre Francia por los Juegos Olímpicos, aquí parece comenzar a acallarse toda la polémica que, comenzando con un inocente cántico de victoria en un vestuario de fútbol, terminó con una enorme polémica sobre el supuesto racismo argentino, dos funcionarios eyectados, y un nuevo cortocircuito entre el presidente y la vice. Por algún motivo, el ejecutivo nacional consideró necesario hacer grandes esfuerzos para complacer a los franceses, cuando a socios comerciales muchísimo más importantes, como Brasil y China, les propinó un maltrato soez.
Olalá.
Profundizar en la polémica por los cánticos y los pedidos de disculpas parece ya sobreabundante y aburrido. No obstante, quizá sería bueno repasar un poco los hechos históricos respecto de esta nación europea a la que al parecer tratamos de agradar.
Y es que, más que el supuesto racismo de unos cantitos cancheros, lo que puso al rojo vivo la interna gubernamental fue la mención que se hizo del colonialismo francés. Argentina, como ex colonia española, y como víctima del colonialismo inglés en Malvinas, tiene un cierto derecho a que esta cuestión le genere alguna comezón.
Y es que pretender negar el pasado colonial francés resulta insostenible. De hecho, Francia ejerció históricamente un dominio cruel y despiadado, y no sólo en África, donde -por ejemplo- sus formas de combatir el independentismo en Argelia fueron tan atroces que hasta le sirvieron de inspiración a la dictadura argentina de 1976/83.
Esa saña colonial también se extendió hasta América, donde puede sostenerse que la nación más pobre del continente, Haití, lo es precisamente por haber sido víctima de la rapiña y la codicia de los franceses, que le impusieron por la fuerza una deuda eterna por haber tenido la osadía de independizarse.
Égalité.
Pero volviendo al África, la captación de jugadores de fútbol de ese continente para su propia selección es apenas un botón de muestra de las atrocidades que Francia ha cometido, y sigue cometiendo, contra esa región.
Uno de los secretos sucios mejor guardados es el sistema perverso llamado "Zona Franco", que impuso una moneda común por parte de Francia a catorce países africanos, como condición para su independencia, en 1945. Un sistema bajo el cual hoy viven casi 190 millones de personas. El así llamado "franco de las colonias francesas africanas" nació sobrevaluado respecto de su par metropolitano, lo cual le permitió al imperio servir de banco central, controlar el dinero y el tipo de cambio de todos estos países, que sufrieron así una baja de competitividad, y un atraso que los condenó a la producción primaria y el subdesarrollo.
El chiste le permitió además a los franceses comerciar en su propia moneda, sin recurrir al dólar, y garantizarse el libre flujo de riquezas hacia la metrópoli, tanto en favor de su gobierno, como de las empresas privadas, que explotan importantes recursos naturales como el petróleo y el uranio (no olvidar: Francia es una potencia nuclear). Y de paso les facilitó a las elites políticas africanas la fuga de dinero de dudoso origen.
No faltaron líderes africanos honestos que intentaron romper este cerco. Guinea intentó salir de la Zona Franco en 1960, lo que les valió que los servicios secretos de Francia, en un verdadero acto de terrorismo económico, inundaran el país de billetes falsos, haciendo colapsar su economía. En 1962 fue el turno de Togo, durante el gobierno de Sylvanus Olympio, un economista formado en Inglaterra, que "casualmente" fue asesinado a los pocos meses por una patota de soldados formados en Francia.
Fraternité.
Se dirá que estos actos no encuadran en el colonialismo clásico, ya que los países en cuestión conservan su propio sistema de gobierno. Y es aquí donde conviene revelar otro secreto a voces, otro elefante en el bazar, invariablemente ignorado por los hipócritas gobiernos del así llamado primer mundo.
Y es que Francia, en su "patio trasero" africano, también se reserva el derecho de intervenir militarmente cuando ve amenazados sus intereses económicos. Una conducta que se ha mantenido incólume por décadas por gobiernos de todo el arco político.
La última fue, por supuesto, la invasión a Mali en 2013, amenazada por la presencia de grupos islamitas provenientes de la zona sahariana que controlaban la zona de Timbuktu y se dirigían a tomar la capital Bamako. Curiosamente este ataque fue dispuesto por el "socialista" Hollande, y contó con la bendición de la ONU y de varios gobiernos africanos. Pero la verdad es que desde 1960, los franceses han intervenido más de 50 veces en África: en Chad, en Libia, en Costa de Marfil, en Yibuti y en la República Centroafricana.
Estos son los señores que pretenden acusar de racistas a los argentinos. Al fin y al cabo, el cantito que desató la histeria ("juegan para Francia, pero son de Angola"), lejos de discriminar a nadie, se limitaba a señalar la anomalía de que un país reclutara para su seleccionado a jugadores de otro continente. Lo único que podría criticársele, en realidad, es que Angola no fue colonia francesa, sino de Portugal.
PETRONIO
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