Nueva fórmula para designar funcionarios
Que propongan desde Estados Unidos la designación de un embajador llamado Peter Lamelas parece sacado de un guión de Pedro Saborido para “Peter Capusotto y sus videos”. Pero no, en este país de locos en el que nos tocó vivir, eso parece ser absolutamente normal. Y si encima el diplomático declara que su propósito será entrometerse abiertamente en nuestra política, el caso ya deja ser tan risueño.
La novedad del nombramiento acompañado por tan curioso apellido dio hasta para que alguien hiciera notar en redes sociales que leyendo el apellido al revés suena como “Salemal”.
Quizá sea un mensaje de estos tiempos. Vaya uno a saber. Porque si aún con el supuesto propósito de encontrar a los mejores para cada puesto de gobierno estamos como estamos, tal vez se podría probar con esta nueva fórmula, de buscar gente con apellidos que llevan a asociarlos con la función.
Con esta lógica, entonces Trump debe haber pensado que para que le rindan honores en nuestro país no habría nada mejor que designar a un diplomático con un apellido del que no haya que explicar nada más sobre lo que viene a hacer. Debe haber mirado el listado para decir a continuación: “¡Es éste, Lamelas!
Ahora bien, si se sigue ese mandamiento, por acá hay algunos casos reales a tener en cuenta. Por ejemplo, necesitaban alguien de vocero que hablara sin aportar nada productivo. Alguien que estuviera de puro ornamento: Adorni era el indicado, por apellido y por inoperancia.
El ministro Francos podría entrar en esa categoría, pero con sus declaraciones no hace honor a su apellido y se la pasa mintiendo ante el periodismo y ante el Congreso. Sería la excepción a la regla.
Si hubiera que empezar a acomodar al resto por apellidos afines a la función para ver si todo cambia, se podrían aportar algunos. Por ejemplo, de los políticos, Guillermo Moreno en vez de Comercio debería ocuparse de Migraciones, Massa tendría que ir a Producción Alimenticia y Del Caño a Obras Públicas. Del resto, podríamos tentar a un historiador notable como Felipe Pigna para que se haga cargo de la Federación de Box y “Chiqui” Tapia tendría que dejar la AFA y hacerse cargo de la Secretaría de Vivienda. Para el Garrahan, está cantado que el candidato ideal sería el actor Fabián Vena. Y así podríamos seguir un largo rato más.
Los casos pampeanos.
En nuestra provincia podemos tener otros ejemplos para congraciarnos con Trump y la nueva moda de las designaciones. Sin que nadie se enoje por los cambios y enroques, habría que proponer al concejal Marcelo Guerrero para hacerse cargo de la Guarnición Militar de Toay y a su par Lucas Ovejero para Ganadería. El intendente Di Nápoli debería ir a Turismo y el toayense Ariel Rojas al Colegio de Arbitros. La presidenta de la Comisión Vecinal del Lowo Che Este, Adriana Maldonado, debería quedar a cargo del área de cesiones irregulares en la Agencia de Bienes del Estado. Y la vicegobernadora Mayoral, con ese apellido, debería ir directo a la gerencia del Pami.
Ante toda esta danza de nombres, solo nos quedaría por encontrar una ministra de Economía para nuestro país que se llamara Milagros De La Renta, como para que nos ordene las cuentas de una buena vez y para siempre.
Un poco de seriedad.
Ante tanto mal momento político y económico que nos acecha semana a semana, a veces no queda otra alternativa que poner un poco de humor para sobrellevar cuestiones tan graves. Más allá de tomar el tema de este modo, parece increíble que día a día el país caiga un poco más abajo, en su independencia, en su soberanía y en su dignidad.
Y mientras un nuevo embajador intenta presionarnos a cielo abierto y sin pudor alguno, un incipiente proceso electoral va tomando forma. Frente a este panorama, la única manera de frenar este desaguisado es votando en contundente unidad contra un oficialismo entreguista y obediente del poder real. Ahí sí, no importarán tanto los apellidos, sino una idea que marque una diferencia con este desastroso presente.
No quedan dudas del objetivo del designado embajador enviado por Trump, quien vendrá a que el país se ponga de rodillas, portando ese apellido que convoca a pensar que llega para hacer cumplir ese significado. Hace acordar al calificativo de “lamebotas” que históricamente usó Fidel Castro para calificar a unos cuantos presidentes serviles de Norteamérica. Pero como este apellido no especifica el objeto de la succión, abre un abanico de posibilidades para otras zonas corporales.
El hombre ya expuso un mensaje claro. Dijo que no se debe tener ningún vínculo con China, incluyendo a las provincias, aunque se desconoce si también le avisó a Milei, cuyo plan ya fue salvado por los aportes económicos de los orientales. También viene dispuesto a ayudar al presidente a ganar las elecciones de medio término y más adelante a apoyar una lejana reelección.
Por eso, este es un momento en el que conviene que nuestras diferencias queden de lado, al menos hasta después de octubre. De otra forma, don Lamelas le hará honor a su apellido sin lugar a queja alguna.
DANIEL ESPOSITO
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